¿Por qué la reconstrucción de Valencia puede ser una oportunidad para Sánchez?
BarcelonaSi Pedro Sánchez es especialista en algo es en hacer de la necesidad virtud. Él es siempre el primero que se adapta cuando hay un cambio de escenario y saca provecho cuando el resto todavía están evaluando la situación inmersos en un mar de dudas. Lo vimos con la sentencia contra el PP por la Gürtel, que él convirtió en trampolín para acceder a la Moncloa; la pandemia, cuando el resto de partidos tuvieron que ir a su remolque; con el resultado de las elecciones del 23-J, cuando vio claro que había que sacar adelante una amnistía para sumar Junts en el carro de la legislatura; o con la investidura de Salvador Illa, dando luz verde a un acuerdo sobre la hacienda catalana que facilitó el seno de las bases de ERC. Es cierto que la situación se ha vuelto cada vez más endemoniada y difícil de pilotar, como se ha visto con el paquete fiscal, pero hay un vector en el que la mayoría plurinacional sí puede resultar operativa y que la DANA facilita: desmontar el sistema Madrid.
Durante todo su mandato, el gran adversario del sanchismo ha sido Madrid, y más en concreto lo que podemos llamar sistema Madrid, y que incluye un poder político, pero también mediático, económico y judicial. Madrid es ahora mismo un agujero negro para la izquierda, por lo que cualquier posibilidad de supervivencia del PSOE en la Moncloa pasa por la periferia, es decir, las naciones históricas del Mediterráneo. Con Catalunya ya en el saco y presidida por Salvador Illa, la Comunidad Valenciana se prefigura como la clave de vuelta del duelo entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo.
Mapa electoral
Esto probablemente ya era así antes de la DANA, pero ahora está más claro todavía. El PSOE tiene aquí una oportunidad de oro para matar a varios pájaros de un disparo a cuenta de una desgracia terrible que ha sido gestionada de forma nefasta por el ejecutivo de Carlos Mazón. Sánchez puede hacer girar la legislatura en torno al objetivo de la reconstrucción de Valencia, lo que puede facilitar el apoyo a los presupuestos y, atención, le permitirá seguir debilitando tanto al PP como a la figura de Feijóo manteniendo abierta la hemorragia que supone la continuidad de Mazón. Pero además tiene la excusa perfecta para desviar ingentes cantidades de recursos hacia una zona del Estado donde podrá obtener a la larga réditos políticos. Hay que tener en cuenta que la provincia de Valencia no es una zona de hegemonía conservadora en la Comunidad Valenciana. En las pasadas elecciones generales del 23-J hubo un empate: PP y Vox sumaron 8 escaños, los mismos que PSPV y Compromís. La ventaja popular se fundamenta en los resultados en Alicante, el feudo del zaplanismo, y en menor medida en los de Castellón. Si miramos a los pueblos por donde pasa la fatídica rambla del Poio y lo cruzamos con los resultados del 23-J veremos que en la mayoría ganaron los socialistas: Aldaia, Alaquàs, Picanya, Paiporta, Benetússer, Alfafar y Silla forman un cinturón rojo en el sur de Valencia. Los pueblos de la desembocadura del Júcar y cercanos a la Albufera, como Sueca o Cullera, también son feudos progresistas y con un peso importante de Compromís. Si la operación de reconstrucción por parte del gobierno español es exitosa, la derecha puede quedar aplastada. Y si no será la izquierda la que será aniquilada.
Aquí hay un factor interesante a tener en cuenta, que es que invertir en Valencia es también una forma indirecta de invertir en Catalunya sin tener el coste político que tiene hacerlo aquí. Si debemos hacer caso al ministro Óscar Puente, la reconstrucción de la zona afectada por la DANA debe suponer un impulso definitivo al corredor mediterráneo, que es la inversión clave para equilibrar el Estado hacia sus zonas naturalmente productivas, y detraerlos de Madrid. La economía valenciana y la catalana están fuertemente imbricadas (son el principal cliente la una de la otra) y tienen una estructura similar: mucha pyme y vocación exportadora. Éste es justamente el contramodelo que la izquierda española puede presentar ante la megalópolis madrileña, enfocada al sector servicios y convertida en un santuario de la derecha y el ultraliberalismo hispanoamericano. La DANA, como la pandemia, debería servir para demostrar la importancia del sector público para hacer frente a catástrofes de ese calibre. Eso sí, sólo si se hace bien.
Visto desde Cataluña, la operación Valencia puede resultar sumamente interesante y productiva. Y para el PSOE es la excusa perfecta para, sin que se note el cuidado, empezar a desmontar el sistema Madrid, que es su gran amenaza, y apostar por la periferia, es decir, por la España no madrileña. La política española de las próximas décadas se puede estar decidiendo estos días en las calles aún llenas de barro de Paiporta o Alfafar.