Barcelona necesita un 12% menos de tráfico para cumplir los topes de contaminación de la UE

La pandemia hizo reducir la polución a la ciudad en 2020 hasta mínimos de los últimos veinte años

Eugènia Cardona
2 min
Entrada de cotxes a Barcelona per l'Avinguda Meridiana

BarcelonaLos efectos de la pandemia durante el 2020 permiten sacar algunas conclusiones en el ámbito de la calidad del aire. Los niveles de contaminación en Barcelona se redujeron notablemente el año pasado, de forma que la ciudad cumplió por primera vez en veinte años los umbrales máximos que fija la Unión Europea (UE). El confinamiento y la limitación de la movilidad también permiten calcular que con un 12% de reducción del tráfico respecto al que había antes de la pandemia habría suficiente para mantener la contaminación a raya con las directivas comunitarias, según el anuario que ha publicado la fundación independiente ENT.

El balance del año pasado deja unas cifras positivas en cuanto a la contaminación por NO2, que se redujo un 28% de media, y por primera vez en dos décadas ninguna estación de medida superó los umbrales establecidos por la normativa europea y los máximos que fija la Organización Mundial de la Salud (OMS). La contaminación por partículas también marcó mínimos, a pesar de que la caída de las PM10 fue más baja y algunas estaciones (las más expuestas al tráfico) sí se mantuvieron por encima de los máximos que pide la OMS (20 microgramos por metro cúbico).

Mantener esta curva a la baja de la contaminación es posible, según los autores del informe. De entrada, habría que recuperar el uso del transporte público, que ha caído un 54% respecto a las cifras anteriores al confinamiento. De hecho, apuntan que bastaría con reducir el nivel de tráfico de los días laborables –con las características de la flota actual– un 12% respecto a los niveles precrisis para garantizar que las cifras sigan siendo inferiores a los niveles legales máximos en cuanto al dióxido de nitrógeno. Se trataría de una movilidad superior a la registrada durante el periodo de septiembre a diciembre del año pasado.

El ambientólogo y coordinador del informe, Miquel Ortega, avisa de que queda mucho trabajo por hacer a pesar de los datos del 2020: "La contaminación tiene problemas estructurales que se tienen que ir cambiando. A raíz de la pandemia ha habido una bajada de la movilidad extraordinaria, pero si volvemos a la situación económica anterior sin tomar ninguna medida los umbrales volverán a subir". Es lo que ha pasado con la contaminación acústica en la ciudad. Durante el confinamiento el nivel de ruido se situó durante algunas semanas por debajo de los límites establecidos, pero ha vuelto a aumentar rápidamente. Los últimos datos publicados anuales –correspondientes al 2017– señalan que el 57% de la población vive en entornos donde el ruido supera los umbrales recomendados por la OMS.

La publicación remarca que la situación sociosanitaria ha contribuido a mejorar la transparencia de la administración, pero Ortega defiende que todavía hay carencias: "Es imprescindible definir cuál es la red de medida y que estos datos sean públicos. Hace falta transparencia y difusión y, sobre todo, que los datos estén actualizados".

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