El covid deja entre un 21% y un 53% más muertes en Madrid que en Catalunya
Barcelona / MadridLos demógrafos aseguran que las estadísticas de movimiento natural y sobremortalidad nunca habían despertado tanto interés general como en los últimos once meses, desde que la pandemia del covid estalló. Las muertes son la cara más amarga de la epidemia y, a la vez, el indicador que mejor refleja el grado de penetración del virus a largo plazo: cuanto más elevada es la transmisión, más víctimas mortales hay. España es uno de los países que más pérdidas de vidas ha sufrido debido al covid, un total de 58.319 según el ejecutivo que encabeza Pedro Sánchez, y Madrid es la comunidad más afectada después de una primera oleada virulenta y un goteo incesante y sostenido de casos desde el mes de agosto.
En el informe que emite cada día el ministerio de Sanidad, en el que se unifican los datos de todas las comunidades, Madrid arrastra 12.578 defunciones desde marzo, dos de cada diez víctimas en el Estado. Pero el impacto es mucho mayor según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo), la herramienta que radiografía los excesos de defunciones respecto a otros años. En Madrid, entre marzo y el diciembre, murieron 49.559 personas, 16.865 más de lo que esperaba el MoMo (32.694) para el 2020.
Catalunya también vivió una primera oleada muy cruda, unos rebrotes complicados en verano y una incidencia de 800 casos por 100.000 habitantes en octubre. Por eso acumula 9.404 defunciones (el 16% de todo el Estado) y una sobremortalidad de unas 15.928 víctimas. Se esperaban unas 51.398 defunciones, pero finalmente se produjeron 67.326. Hay que tener en cuenta que la Comunidad de Madrid tiene 6,7 millones de habitantes y Catalunya tiene 7,7 millones.
A pesar de que en las dos comunidades el paso del virus es muy macabro, los registros apuntan que los datos madrileños son significativamente superiores a los catalanes, especialmente en la primera oleada. El informe de la Moncloa constata que el covid ha dejado un 53% más de muertes en Madrid por millón de habitantes que en Catalunya. La Comunidad ha registrado 1.855 víctimas por millón de habitantes. En cambio, y teniendo en cuenta que aquí viven un millón de personas más, en Catalunya se han producido 1.208 muertes por cada millón de habitantes. Si en Catalunya, con su población, hubiera habido la misma tasa de mortalidad que en Madrid, habrían muerto un total de 14.283 personas, 4.879 catalanes más.
Según los datos MoMo, la diferencia de mortalidad no es tan elevada pero se mantiene en un contundente 21%. Las 15.928 víctimas en Catalunya suponen un exceso de 2.047 muertes por millón de habitantes, mientras que en Madrid las 16.865 muertes representan 2.487 víctimas más por millón de habitantes.
También el Instituto Nacional de Estadística (INE), el principal productor de datos demográficos, revela que Madrid ha sufrido más mortalidad, pero los datos son provisionales y solo corresponden al primer semestre del 2020. El estudio confirma que en Catalunya se produjeron un 31% más de decesos entre enero y el junio respecto al mismo periodo del 2019, mientras que en Madrid el aumento fue del 64%. El incremento que apuntan los datos del INE (33%) se sitúa dentro del abanico de mortalidad que ofrecen Sanidad (53%) y el MoMo (21%).
“No hay duda de que casi todo el exceso corresponde al covid”, asegura el director del Centre d'Estudis Demogràfics, Albert Esteve. “Y tenemos que ir muchos años atrás para encontrar precedentes de un incremento de mortalidad tan grande de un año para el otro. Probablemente, hasta la Guerra Civil”, añade.
Con 262.373 muertes, un 19,6% más que el año anterior, la primera oleada ha disparado la mortalidad en España a niveles no vistos desde la Guerra Civil, según la estadística provisional del INE
Restricciones diferentes
Las curvas de mortalidad de Madrid y Catalunya siguieron un patrón muy similar durante la primera oleada. “En los dos territorios, en Madrid un poco antes, hacía tiempo que el virus circulaba sin ser detectado y, cuando se declara el estado de alarma el 15 de marzo, la curva de defunciones ya había crecido muchísimo”, explica Esteve. Los dos experimentan un crecimiento exponencial en pocos días de diferencia (el 3 de marzo y el 17 de marzo, respectivamente) pero culminan en picos de diferente altura: mientras que Catalunya lo alcanza el 30 de marzo, en Madrid se produce tres días antes.
Una vez se acaba la desescalada y los gobiernos autonómicos recuperan el control, cada región se autoregula y poco después vive una segunda oleada bastante diferente. Catalunya registra un nuevo pico en verano, justo después de que se acabara el estado de alarma, debido a los brotes en el Segrià y el área metropolitana de Barcelona. Entre julio y el diciembre, el Govern decreta confinamientos municipales, veto a la actividad económica y límites a la hostelería hasta siete veces para controlar la curva.
Los expertos aseguran que imponer restricciones está estrechamente vinculado a una reducción de la propagación, de los contagios, de las hospitalizaciones y, por lo tanto, de las muertes. “Las comunidades que hacen un esfuerzo de control consiguen bajar antes las incidencias y las muertes”, señala el biofísico del Grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos de la UPC Daniel López. Con todo, y después de un septiembre convulso por el relajamiento social en verano y el retorno laboral y escolar, la incidencia vuelve a dispararse en Catalunya por segunda vez y, con ella, las defunciones.
En Madrid la curva recupera la tendencia ascendente en julio también, pero durante dos meses consigue mantenerse al mismo nivel y con pequeñas oscilaciones. “Estos meses se va generando un exceso de muertes más considerable que el que puede provocar un solo pico elevado, pero la curva no acaba de dispararse”, señala el médico de medicina preventiva y salud pública del Hospital Universitario de Móstoles Javier del Águila. Y de este freno nace el milagro madrileño, es decir, la idea de que se puede frenar la pandemia sin afectar prácticamente la movilidad y garantizando la apertura de sectores de alta interacción social como la hostelería, tal como defiende la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso.
“Es cierto que durante semanas se producen reducciones, pero no suficientes, porque el mínimo que tuvimos fueron 200 casos por 100.000 habitantes”, explica la epidemióloga de la Asociación Madrileña de Salud Pública Pilar Serrano. Progresivamente, sin embargo, la incidencia vuelve a escalar y el Estado decreta un estado de alarma para la Comunidad ante la inacción del gobierno. “Las restricciones han sido mucho menos contundentes que las catalanas. Ningún experto como es debido puede avalar las medidas madrileñas”, denuncia Del Águila.
Las hipótesis de los expertos
¿Cómo se explica que Madrid haya tenido un goteo de muertes pero Catalunya viviera un gran pico en octubre si se habían ido desplegando restricciones más duras? No se sabe. Ninguno de los expertos consultados se atreve a señalar una causa.
Demógrafos y epidemiólogos anticipan que hacer comparativas entre regiones es muy complejo porque en la evolución epidemiológica está en juego una gran multiplicidad de factores. “Las situaciones pueden ser comparables en un 95%, pero este pequeño margen de diferencia, las singularidades, impiden sacar conclusiones”, confirma Del Águila. “Es muy difícil aislar las causas específicas y reales para entender las diferencias entre comunidades”, corrobora Esteve. “En cada región hay una dinámica diferente, solo se pueden hacer hipótesis”, secunda el jefe de estudios de población del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Diego Ramiro.
Según Ramiro, el patrón de transmisión del covid en Madrid es bastante similar al de la pandemia de la gripe de 1918. Entonces la Comunidad también fue una de las primeras zonas en tener el pico más fuerte de mortalidad, pero en la segunda oleada afectó más a otras lugares, entre los cuales Catalunya y Castilla y León. “Esta segunda oleada se alargó bastante y en algunos territorios experimentaron oleadas muy seguidas en un periodo corto de tiempo”, relata Ramiro. Sorprendentemente, es lo que ha pasado en Catalunya en octubre y en diciembre con la segunda y tercera oleada.
Pero, aterrizando de nuevo en 2021, ningún experto consultado encuentra una explicación al milagro madrileño. Los demógrafos aseguran que hay que tener en cuenta aspectos como la densidad poblacional, la distribución territorial de las personas más vulnerables, la movilidad interna (conurbaciones) y externa y la mayor o menor habilidad de las autoridades para monitorar que las restricciones se están cumpliendo.
Los geriátricos también tendrían un rol importante. Un tercio de las muertes de los últimos dos meses en Catalunya han tenido lugar en uno de los 1.045 geriátricos del país. Madrid, que solo cuenta con medio millar de centros, solo ha registrado 75 defunciones en el mismo periodo. “Habría que ver si en Madrid el virus ha estado afectando a gente más joven”, plantea Del Águila. Otra puerta abierta sería la de la inmunidad: el virus se expandió tanto los primeros meses en la capital que un estudio constató que un 18% de la población en Madrid tenía anticuerpos. En Catalunya la cifra era del 11%.
A estas alturas, sin embargo, en plena tercera oleada, parece que vuelven a cambiar las cosas: mientras que la curva en Cataluya va de bajada, lenta pero segura, Madrid la tiene disparada. El gobierno de Díaz Ayuso está registrando 5.000 contagios diarios, una cifra muy elevada que en Catalunya se consiguió bajar con restricciones. “La incidencia actual en Madrid es brutal, se acerca al millar de diagnósticos cada 100.000 habitantes, y el aumento de muertes es prácticamente inevitable. El daño ya está hecho: tendremos un número de muertes inasumible y vergonzoso”, lamenta Serrano, que aboga por el cierre de la hostelería para hacer frente a las próximas “semanas difíciles”.
En el ARA utilizamos, durante toda la pandemia, los indicadores del departamento de Salud para seguir la evolución del covid en Catalunya, pero en este artículo utilizamos dos fuentes diferentes: el ministerio de Sanidad, ya que es el único registro que homogeneiza los datos de las comunidades, y el Sistema de Monitoreo de Mortalidad Diaria (MoMo), que fija cuál era la cifra de muertes prevista en cada comunidad y cuál se ha producido finalmente. Según los expertos, esta es la mejor fuente para comparar la mortalidad entre Madrid y Catalunya.