Estrategia covid cero: cuatro fases para el regreso a la normalidad
Diversos científicos alemanes proponen la vía australiana para acabar con el SARS-CoV-2, también en Europa
LondresEl 9 de febrero, Ilona Kickbusch, directora del Instituto de Salud Global de Ginebra, un organismo de referencia en estudios de sanidad pública, y Maximilian Mayer, de la Universidad de Bonn, proponían a través de un artículo publicado conjuntamente una nueva estrategia de combate de la pandemia. El texto recogía un debate que ya hace tres semanas que tiene lugar en Alemania, y que a su vez se basaba en otro artículo firmado por trece destacados investigadores del país, entre otros la misma Ilona Kickbusch, la viróloga Melanie Brinkmann, el investigador Michael Hallek, del Hospital Universitario de Colonia, y Matthias Schneider, de la Universidad de Cambridge.
El resumen de su planteamiento es que no se puede convivir con el virus SARS-CoV-2: lo que hace falta es suprimirlo de base. Un solo caso es demasiado. El debate ha sido también recogido por una publicación como The Lancet. El plan que proponían es simple y a la vez complejo. Tiene tres patas. Se basa, sin embargo, en el objetivo de no covid –o covid cero– y en la creación de zonas verdes libres del virus.
Melbourne como ejemplo
La ciudad australiana de Melbourne sería el ejemplo a seguir, según la propuesta alemana.
El camino hacia la normalidad tuvo cuatro fases, recuerdan: 1) confinamiento duro para lograr una incidencia de infección inferior a diez casos por 100.000 habitantes a la semana, 2) extremar las medidas para lograr un nivel de cinco casos por 100.000 habitantes, 3) objetivo cero y 4) declaración de zona verde libre totalmente de covid. A estas alturas, no solo Melbourne, sino toda Australia están en muy buenas condiciones.
El 17 de febrero se registró un solo caso en todo el país, y en los siete días anteriores, una media de cinco. Las imágenes de la Open de Australia, primero con público, y después sin espectadores durante tres días, cuando se detectaron tres casos, puede ser un espejo en el que fijarse.
Medidas duras para favorecer el descenso de casos, un eficaz sistema de aislamiento y una gestión rápida de los rebrotes si se producen nuevos contagios son claves para lograr el nivel cero de covid-19.
Aunque la mayoría de los ejemplos de éxito que primero vienen a la cabeza son islas –además de Australia, Nueva Zelanda, Taiwán o Islandia también lo son–, la propuesta de los trece científicos alemanes la creen extensiva a Europa, siempre que haya una coordinación y una voluntad política de llevarla a cabo.
Hablar de Europa, sin embargo, y de una estrategia compartida puede parecer, o hasta ahora ha sido, una utopía. El caso español, con la diversidad de medidas seguidas por las diferentes comunidades, con resultados muy diferentes, es la prueba. También se hace difícil pensar en coordinación si se tiene en cuenta lo que han hecho en el Reino Unido, Francia o Suecia, en especial con la primera y segunda ola.
Aún así, esperar la vacunación generalizada para crear inmunidad de rebaño y controlar la propagación del virus puede comportar "daños todavía más importantes a las economías y, quizás, a las sociedades democráticas”, destacan los autores de la propuesta.
¿Objetivo imposible?
Un año largo después del estallido de la pandemia, con un agotamiento psicológico y físico evidente de la población, con un destrozo económico mucho más grave que la de 2008, ¿es posible hacer realidad esta política, no ya en Alemania sino en Europa?
Para el catedrático de inmunología experimental Kingston Mills, del Trinity College de Dublin, el caso de Nueva Zelanda, donde desde el 13 de mayo hasta el 12 de agosto prácticamente no tuvieron ningún caso, pone de relieve la dificultad del objetivo, puesto que a mediados de agosto surgieron nuevos casos. El hecho demuestra, a su criterio, que “si bien es posible allanar la curva, llegar al covid cero es más difícil”. “Eliminar el virus en gran parte del mundo, aunque no sea impensable, puede tardar muchos años”, aseguraba en un artículo publicado en octubre . Otro caso que le daría la razón es Uruguay. Los 5.000 casos hasta llegar a finales de noviembre se han convertido ahora en casi 51.000, con una incidencia acumulada de 202 por 100.000.
Lo cierto, sin embargo, es que hay países, y no precisamente del mundo desarrollado, que han combatido de forma muy eficiente la pandemia.
Tailandia
El primer lugar que registró un caso de covid fuera de China fue Tailandia. En Bankog, la capital. Era el 13 de enero del año pasado y el país rebosaba turistas. La repetición aumentada de lo ocurrido en Wuhan parecía inevitable y con consecuencias más trágicas. Trece meses después, sin embargo, como la mayoría de los países vecinos del sudeste asiático, Vietnam o Camboya, por ejemplo, los hechos demuestran lo contrario. Con casi 70 millones de habitantes, tres más que el Reino Unido, Tailandia solo ha tenido 25.241 casos y 83 muertes. El Reino Unido ya ha superado las 120.000. El uso de la mascarilla, un hábito de oriente, y factores de riesgo muy poco extendidos, como la obesidad, la hipertensión y la diabetes, pueden haber contribuido al éxito, toda una lección para el mundo rico.
Camboya
Es otra de las historias de éxito de la pandemia, hasta el punto que mantiene las fronteras abiertas y que si bien se espera que el visitante lleve mascarilla, no hay ninguna obligación de hacerlo ni tampoco las autoridades sancionan por no llevar. El total de casos contabilizados oficialmente es de 480 y no ha habido ninguna muerte. La poca densidad de población del país, el hecho de que el 75% de los 15 millones de habitantes vivan en zonas rurales y la experiencia de la zona en el combate contra el SARS en 2003 pueden haber influido en unos resultados sorprendentes pero muy cuestionados. Lo cierto, sin embargo, es que se hacen muy pocos tests por habitante: 23 por cada mil, y solo 1,2 salen positivos. Como en el caso de Tailandia, sin embargo, la economía del país se está desmoronando debido a la ausencia de turistas.
Islandia
Son poco más de 340.000 habitantes y es una isla: las condiciones óptimas. El 28 de febrero del año pasado, el jefe de la policía de Reikiavik formó un equipo de rastreo ante posibles contagios, que entonces aún no se habían producido. En total eran tres policías, dos enfermeras y un criminólogo, con la misión clave definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS): identificar, rastrear y aislar. Los resultados son evidentes: 6.045 contagios y 29 defunciones. Hasta el 3 de marzo seguirán en vigor algunas restricciones: por ejemplo, la prohibición de reuniones de más de veinte personas y los dos metros de distancia para todos aquellos que no forman parte de la misma burbuja familiar o de convivencia, así como la obligatoriedad de la mascarilla en el transporte públicos.