Biodiversidad

La vida salvaje se ha reducido un 69% en los últimos 50 años

El último informe de WWF alerta de que la Amazonia está ya muy cerca del punto de no retorno

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Un lince ibérico, animal endémico de la península Ibérica que está en peligro de extinción.

BarcelonaLa vida salvaje sigue disminuyendo de forma alarmante. Las poblaciones de animales vertebrados silvestres se han reducido un 69% desde 1970, según el Índice Planeta Vivo 2022 del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF en las siglas en inglés). Es una bajada aterradora que los científicos atribuyen, en primer lugar, al cambio en el uso de los suelos, es decir, la deforestación, y a la sobreexplotación de los recursos naturales y, en segundo lugar, a la crisis climática, además de la contaminación. Pero los autores del estudio alertan también de que el calentamiento global va camino de convertirse en la principal causa de degradación en los próximos años.

Hace 24 años que WWF analiza la pérdida de biodiversidad del planeta y cada dos años publica un informe. Uno tras otro, a cada nuevo análisis la tendencia se confirma y la pérdida de vida salvaje es cada vez mayor. En el informe de 2018, la vida salvaje había caído un 60%, en el de 2020 un 68% y este 2022 ya vamos por el 69%. Este dato es la disminución que han sufrido entre 1970 y 2018 las poblaciones de mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces. "Es difícil comparar los tres informes porque este último de 2022 incorpora 10.000 poblaciones más en el estudio, y esto lo hace mucho más preciso que los anteriores", explica a este diario el director de conservación de WWF España, Enrique Segovia.

Entre el 1% y el 2,5% de estas especies ya se han extinguido. Y si añadimos también las vegetales y los invertebrados, resulta que hay hasta un millón de especies en el mundo en peligro de extinción, tal como alertó en 2019 el IPBES, el grupo científico sobre biodiversidad de la ONU. Según el nuevo estudio de WWF, las poblaciones que más bajada han sufrido son las de los peces de agua dulce: se han reducido hasta el 83% de media. ¿Por qué? Pues porque más de la mitad de la población mundial vive a menos de tres kilómetros de un río o masa de agua dulce. La modificación de los cursos de agua, la contaminación y otros impactos de la proximidad con el hombre están causando estragos en unos ecosistemas, los de agua dulce, que a pesar de representar solo el 1% de la superficie terrestre acogen hasta un tercio de las especies de vertebrados del mundo.

A escala regional también hay caídas. La zona del planeta que ha perdido más biodiversidad en los últimos 50 años ha sido América Latina, con un 94% de pérdida media. La biodiversidad de África se ha reducido también un 66%, mientras que la de Asia-Pacífico ha disminuido un 55%, la de Norteamérica un 20% y la de Europa y Asia Central un 18%. "Las grandes variaciones en las poblaciones de vertebrados en Europa y Norteamérica ya se dieron antes de 1970 y, en cambio, en los últimos años hay más trabajo de conservación", explica Segovia.

En este sentido, el informe da un grito de alerta por el futuro de la Amazonia, donde la deforestación y la explotación humana han acabado ya con el 17% de la extensión original de bosque tropical y han dejado otro 17% muy degradado. "Las últimas investigaciones indican que nos estamos acercando rápidamente a su punto de no retorno, después del cual nuestra mayor selva tropical dejará de cumplir su función", dice el informe elaborado por 89 autores de todo el mundo.

A escala global, el mundo pierde cada año unas diez millones de hectáreas de bosque, una superficie equivalente a todo Portugal. Los bosques almacenan carbono: entre 2001 y 2019 absorbieron el 18% de las emisiones humanas. Pero también tienen otras funciones como la evapotranspiración, que refresca el ambiente: el efecto limpio combinado de los bosques enfría el planeta 0,5 ºC. Según el informe, "la tala de árboles en África central y América del Sur podría incrementar la temperatura media durante el día entre 7 ºC y 8 ºC y hacer disminuir las lluvias en esas regiones en un 15% aproximadamente".

Crisis de biodiversidad y crisis climática

"La crisis de la biodiversidad y la crisis climática son dos caras de una misma moneda", apunta Segovia. La Tierra se ha calentado ya 1,2 ºC respecto a la era preindustrial. Y si hasta ahora este calentamiento "no ha sido un factor dominante en la pérdida de biodiversidad", esto podría cambiar cuando se traspase el límite de 1,5 ºC que fija como deseable el Acuerdo de París, y más todavía si se superan los 2 ºC. Los océanos han perdido ya el 50% de los corales. Cuando superamos los 1,5 ºC de calentamiento, cosa que los científicos han previsto para antes de 2040, se perderán entre el 80% y el 90% de los corales del mundo, y si superamos los 2 ºC, se perderá el 99%. Aún así, el Acuerdo de París tampoco va camino de cumplirse. "El cambio climático está haciendo desaparecer poblaciones enteras", como la del ratón cola de mosaico de Australia, la primera especie que se ha extinguido debido a la emergencia climática, apunta Segovia.

La conclusión es clara: "Hay que actuar de manera urgente para restablecer la salud del mundo natural", dice WWF. En este sentido, el informe señala la Cumbre de Biodiversidad de la ONU, que se celebrará este diciembre en Montreal, como "la última oportunidad para conseguirlo". En esta reunión, todos los países del mundo tendrían que cerrar un tipo de acuerdo de París de la biodiversidad: un pacto que tiene que servir, entre otras cosas, para comprometer a los gobiernos del mundo a proteger el 30% de la superficie terrestre y el 30% de la superficie marina de los impactos de la acción humana. Si el pacto sale adelante, cosa que todavía no está nada clara, este 30% sería un objetivo para el 2030. "Es muy difícil", dice Segovia cuando se le pregunta sobre la posibilidad de que se acabe acordando este hito. "Lo que reclamamos a esta cumbre es que nos permita tener una naturaleza positiva en 2030, es decir, que igual que hizo el Acuerdo de París, ponga de acuerdo a todos los gobiernos para que en 2030 haya más vida natural en el mundo de la que había en 2020", dice el representante del Fondo Mundial para la Naturaleza.

Pero el Índice Planeta Vivo 2022 de WWF deja todavía una brizna de esperanza: sus autores creen que "el cambio todavía es posible". Eso sí, "cada vez tenemos menos tiempo, y con las medidas de protección y conservación ya no basta", puntualiza Segovia: "Necesitamos cambios profundos en los sistemas de producción y consumo, en la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza, cambios cotidianos personales y de sistema". Es difícil. Y urgente.

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