La implosión de Mario Casas, un perico en busca de sí mismo en Utrecht
El actor hace una de sus mejores interpretaciones en la película 'Muy lejos', del debutante Gerard Oms


'Muy lejos'
- Dirección y guión: Gerard Oms
- 100 minutos. España y Países Bajos (2025)
- Con Mario Casas, David Verdaguer e Ilyass El Ouahdani
Conocemos a Sergio (Mario Casas) como uno más del centenar de aficionados pericos que acompañan al Espanyol en un desplazamiento europeo a Utrecht. La pertenencia al grupo y el ambiente cargado de testosterona parecen definir a un personaje con brotes de violencia en el que también intuimos una fractura interior que se hace evidente cuando, de repente, tira la cartera a la basura. Es la forma que encuentra de cortar con el pasado: quedarse en Utrecht, una ciudad fría y hostil en los forasteros donde no tiene amigos ni trabajo ni apenas dinero. El inexplicable arrebato de Sergio abre un interrogante que tensa la mirada del espectador sobre el protagonista de Muy lejos. ¿Qué le pasa a Sergio? ¿Qué le empuja a quemar las naves y empezar de cero en otro país?
La película ofrecerá en su momento las respuestas pertinentes, que no son difíciles de imaginar, pero el interés de la propuesta radica sobre todo en acompañar al protagonista en este ejercicio voluntario de desarraigo vital, una implosión de la propia identidad que le llevará a encadenar trabajos y viviendas precarios ya relacionarlo outsiders de la sociedad neerlandesa. El director debutante Gerard Oms, con mucha experiencia como coach de actores, imprime un gran naturalismo al trabajo de los intérpretes, especialmente un Mario Casas que se adentra en los pliegos de un personaje en el que la desubicación exterior refleja el conflicto interior. Oms, que le ha ayudado a preparar muchos papeles, sabe contener la explosividad del actor y ayudarle a ofrecer su mejor trabajo, frágil y creíble.
La contención de Casas se contagia a la forma en que Muy lejos despliega el arco dramático de Sergio en Utrecht, dejando que las verdades incómodas sobre uno mismo se vayan cocinando poco a poco. En paralelo, la película entronca con un registro cercano al cine social para mostrar los vínculos que surgen durante este exilio autoimpuesto, desde la aproximación cauta a un catalán amargado y egoísta que hace un refrescante David Verdaguer –el único personaje con el que Casas habla catalán– hasta la generosidad de la mujer de origen caribe. Muy lejos no se limita a construir un estudio psicológico de personaje ya desplegar las dotes interpretativas de Casas, sino que hace una especie de retrato del desarraigo en la Europa actual, donde incluso alguien a la deriva como Sergio está en una posición de privilegio en comparación con cualquier migrante sin papeles.
Con un montaje afilado de Neus Ballús –Oms ya hacía de coach a Seis días corrientes–, Muy lejos confirma la llegada de un nuevo director con ganas de explorar las dudas y la confusión, materia prima de la experiencia humana. Un director que, como el equipo de fútbol de Sergio, practica una especie de resistencia activa contra los relatos hegemónicos, un cine valiente que parece confiar en las personas, tanto las que ponen su talento al servicio de la película como las que después la mirarán.