"No tenemos suficientes datos para atrasar la segunda dosis de Pfizer más de seis semanas"
Diferentes estudios han abordado la idoneidad de reproducir la estrategia de AstraZeneca pero todavía hay demasiadas incógnitas
Santa Coloma de GramenetLa máxima efectividad de la primera dosis de la vacuna de AstraZeneca se logra doce semanas después de haberla recibido. Por este motivo, las autoridades sanitarias recomiendan administrar la segunda inyección pasados los tres meses desde la punzada inicial. A pesar de la histeria generada en torno a la identificación de “graves casos de trombas" que coinciden en el tiempo con la administración del preparado, y que ha llevado a diez países a suspender la inoculación o a retirar algunos lotes, a pesar de que tanto la EME como la OMS la siguen recomendando, el Reino Unido seguirá poniendo tantas primeras dosis como le sea posible para tener el máximo de población parcialmente protegida. Pero no solo de AstraZeneca: también de Pfizer. Una decisión que divide a los expertos: mientras que la opinión mayoritaria defiende el atraso de las segundas dosis de la vacuna de Oxford, no pasa lo mismo con Pfizer. Al menos por hoy. "Todavía no tenemos suficientes datos para atrasar la segunda dosis de Pfizer más de seis semanas", afirma el investigador de IrsiCaixa y el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol Julià Blanco.
Las vacunas basadas en tecnología de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) han demostrado tener una alta efectividad con una única dosis: del 60% para evitar infecciones y del 85% ante las complicaciones severas y la posible muerte. Ara bien, en el caso de Pfizer, estos efectos solo se han constatado si el tiempo que pasa entre las inyecciones es de 21 días como mínimo y 42 como máximo, según un estudio del gobierno británico. "Plantear un plazo de 12 semanas con esta vacuna implicaría entrar en un terreno desconocido durante un periodo de seis semanas", advierte Blanco.
En cambio, según otro análisis basado en el programa de vacunación masiva de Israel hecho por investigadores de la Universidad de East Anglia con financiación del gobierno del Reino Unido, la primera dosis de Pfizer proporciona aproximadamente un 90% de protección en los primeros 21 días. El estudio, que hace un mes que se publicó, sugiere que la eficacia de la vacuna es “prácticamente nula” hasta 14 días después de la primera inyección y, poco después, aumenta hasta el 90% sin necesidad de recibir la segunda dosis. Los investigadores admiten no saber cuánto tiempo dura la protección después de una sola punzada, pero consideran "improbable” que haya una disminución importante durante las nueve semanas siguientes. Ante estos resultados, animaban al resto de países a reproducir el modelo británico y posponer la segunda dosis hasta pasadas doce semanas.
Los datos son incipientes y contradictorios y plantearse el atraso de la segunda dosis de Pfizer comportaría un cambio de estrategia demasiado osado, que, además, requeriría un seguimiento estrecho de las personas vacunadas, según los expertos del Grupo Colaborativo Multidisciplinario para el Seguimiento Científico de la COVID-19 (GCMSC), una plataforma independiente liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y que cuenta con científicos de renombre como la epidemióloga de la Vall Hebrón, Magda Campins. Con todo, cada día cobra más fuerza el debate alrededor de si el espaciamiento de las dosis sería una alternativa plausible.
En España la vacuna de AstraZeneca continuará limitada para la población de más de 55 años hasta que el Agencia Europea del Medicamento emita un informe para aclarar definitivamente si los casos de trombas en personas vacunadas están vinculados a la vacuna. Mientras tanto, se dependerá exclusivamente de Pfizer y Moderna para vacunar a la población más mayor y vulnerable. Todo ello, con los problemas continuados de suministro de vacunas que sufre Europa.
El debate en Catalunya
Sobre el papel, pues, un cambio de estrategia con Pfizer permitiría incrementar rápidamente las personas parcialmente protegidas para enfrentarse con eficacia a las variantes mayoritarias, como ya está haciendo el Reino Unido. El mismo secretario de Salut Pública de Catalunya, Josep Maria Argimon, planteó la necesidad que Europa decida si hay que estudiar el atraso de las segundas dosis de estas dos vacunas como ya se hace con AstraZeneca para “maximizar la efectividad y reducir la enfermedad grave hasta un 85%”.
Si el ritmo de vacunaciones es bajo, habría que separar las dosis doce semanas en vez de tres, puesto que se ha demostrado que en este espaciamiento tanto AstraZeneca como Moderna consiguen reducir hospitalizaciones y muertes, según señala el estudio El impacto de la priorización y los intervalos de dosificación en los efectos de la vacunación del covid-19 en Europa. El informe, elaborado por el Biocom y el catedrático de farmacoepidemiologia de la Universidad de Oxford Daniel Prieto-Alhambra, señala que AstraZeneca y Moderna tienen unos efectos similares tanto en la primera como la segunda dosis, del 73% y del 80%, respectivamente. La eficacia de la primera dosis de Pfizer, sin embargo, sería menor (52%) que la que se logra después de la segunda dosis (95%).
“Si no llegan suficientes vacunas, es mejor priorizar las primeras dosis de AstraZeneca y Moderna”, afirma la física e investigadora del Grupo de Biología Computacional y Sistemas Complejos (Biocom-SC) de la UPC, Clara Prats. Con Pfizer, de nuevo, los resultados no son tan claros. “Los datos actuales sugieren que es preferible un intervalo de 12 semanas para dos de las tres vacunas aprobadas hasta ahora [AstraZeneca y Moderna], pero es mejor un intervalo de 3 o 4 semanas para la vacuna Pfizer/BioNTech”, resume el estudio.
Retrasos y nuevas variantes
El atraso también comportaría otros riesgos importantes, afirman desde el GCMSC. En primer lugar, señalan que hay un gran riesgo logístico y de disponibilidad de segundas dosis. La excesiva irregularidad de las entregas supone un escollo en la ejecución de la estrategia de vacunación de los gobiernos, y avanzar la vacunación con primeras dosis sin reservar un número elevado de vacunas para completar las pautas –con la parada de la campaña que esto supondría– es arriesgado. "Encontrarnos con un grupo relevante de personas vacunadas sin posibilidad de completar la pauta de vacunación y sin saber si estas personas pierden los anticuerpos o si se reinfectan en este intervalo superior a las seis semanas es un peligro", plantea Blanco.
Desde el Grupo Colaborativo Multidisciplinario para el Seguimiento Científico de la COVID-19 también subrayan un riesgo virológico, puesto que temen que el espaciamiento entre dosis pueda favorecer el paso a las variantes brasileña y sudafricana, que son diez veces más resistentes a la inmunidad conferida por las vacunas que la original, la de Wuhan, o la británica, ya dominante en el país. "Vacunar con una sola dosis a un millón de personas puede aumentar el riesgo de reinfección y transmisión, lo que tendría consecuencias relevantes, porque estas mutaciones podrían evolucionar a formas más resistentes", advierte Blanco.
Incógnitas con los enfermos de cáncer
Además, jueves trascendió un estudio del King’s College de Londres y el Instituto Francis Crick que, si bien todavía no ha sido revisado por expertos externos, señala que atrasar la segunda dosis de Pfizer en pacientes de cáncer ofrece una protección inadecuada tres semanas después de la primera dosis: solo el 39% de las personas con tumores sólidos y solo el 13% con cáncer de sangre desarrollaban anticuerpos. En cambio, si recibían la segunda dosis tres semanas después de la primera, tal como recomienda la farmacéutica, un 95% de los enfermos con tumores sólidos acababan generando anticuerpos detectables. Según los investigadores, espaciar las segundas dosis expondría los pacientes con cáncer a casos graves de coronavirus, pero el Cancer Research UK considera que la muestra es pequeña (205 personas, 151 con cáncer y 54 sanos).
Sea como fuere, los expertos consultados avisan que "cualquier cambio en la pauta de vacunación necesitará un seguimiento muy estrecho de la población vacunada". "Habría que hacer vigilancia y muestreo aleatorio para ver la evolución de los anticuerpos neutralizantes al mes y a los dos meses para ir tomando decisiones", coincide el secretario de Salut Pública. A parecer suyo, la mejor estrategia sería una combinación de las dos actuaciones: poner las dos dosis en los grupos de más riesgo (más edad, por ejemplo) y espaciarlas tanto como se pueda en los grupos con menos riesgo de enfermar gravemente.
Ahora, sin embargo, la llegada en abril de la vacuna de Janssen, de la filial europea de Johnson & Johnson, supondrá un paso importante para agilizar la estrategia de vacunación de la Unión Europea: solo requiere una sola dosis y no necesita refrigeración especial. Además, la EME le otorga una eficacia del 85% para evitar complicaciones graves y de un 100% para reducir las hospitalizaciones y la mortalidad debido al virus.
Los primeros resultados de vacunación en Escocia indican que la vacuna de Oxford/AstraZeneca también reduce drásticamente la hospitalización por covid (en un 94%) un mes después de la primera dosis, incluso en personas mayores de 80 años. Y los datos recopilados de Israel, el país que más población tiene inmunizada, apuntan que Pfizer estaría reduciendo un 98,9% las hospitalizaciones y las muertes por coronavirus. Los ensayos de Moderna le atribuyen una eficacia de entre el 90% y el 94% en cuanto a las complicaciones graves.