Primero de mayo

"Volver a tener trabajo me ha salvado la vida"

Colectivos con trastornos mentales, discapacidad y autismo reclaman más facilidades para acceder al mercado laboral

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Charo Paredero y Guille Vázquez atendiendo al mostrador de la cafetería de las Hermanas Mercenarias.

Barcelona¿Qué piden por el Primero de Mayo ¿colectivos como las personas con trastornos mentales, con discapacidad o con autismo? Básicamente, trabajo. Sus tasas de ocupación son bajísimas: 35%, 19% y menos del 25% respectivamente. Las reclamaciones son tan sencillas como que el mercado laboral relaje las etiquetas discriminatorias; cumpla la ley de reserva del 2% de las plazas en las empresas con plantillas de más de 50 personas, o que estas personas tengan un puesto de trabajo adaptado a sus necesidades. En definitiva, que no todo el trabajo se limite a centros especiales de trabajo, sino que, los que puedan, acaben en una empresa ordinaria.

Con este objetivo acaba de abrir en el barrio barcelonés de Horta una cafetería en la que cinco de los siete los trabajadores tienen algún trastorno de salud mental. Bajo el paraguas de la franquicia Santagloria, y gestionado por el Hospital Virgen de la Merced, el establecimiento es una pieza más del negocio del centro especial Menintegra't, que también tiene en marcha lavanderías, servicios de limpieza y de logística . Sin otro distintivo que los corazones que identifican la orden de las Hermanas Hospitalarias, la cafetería ofrece a los trabajadores una “oportunidad laboral sin estigmas”, explica la directora de Menintegra't, Anna Sanmartín, que admite que uno de los retos que tienen en el ante a menudo es vencer "miedos o reticencias" por tener que estar de cara al público.

A Charo Paredero los problemas de salud mental le obligaron a dejar su trabajo en la hostelería y, superados los 50 años, creyó que nunca más volvería a estar activa. Es más, su estado de ánimo tampoco la dejaba poder librarse de una losa que le impedía incluso salir de casa. “Me daba miedo la calle”, cuenta, ahora con el uniforme de la cafetería y con un recetario de ensaladas en la mano. Desde el centro de salud mental que le atiende le recomendaron que enviara un currículum a Menintegra't y así entró en el servicio de lavandería. Era noviembre de 2023, un momento en el que hizo “un clic” su jefe. “Volver al trabajo me salvó la vida”, exclama, consciente de las dificultades de entrar en el mercado laboral ordinario.

Un primer trabajo

Sanmartín dice que lo óptimo es que los trabajadores seleccionados para entrar en el centro especial pasen un tiempo aprendiz, adaptándose a la vida laboral o retomando el ritmo si, como Paredero, tuvieron que pedir la baja. A los 30 años, Guille Vázquez luce la camiseta del local con la inscripción en la espalda "En formación". Éste es su primer trabajo “serio”, después de haber pasado un año en prácticas en la lavandería del hospital y haciendo los encargos en una farmacia; ambientes considerados "más protegidos". Los problemas de salud mental le impidieron terminar la educación obligatoria, así que cuando el CSMIJ, las siglas de los centros de salud mental para la infancia y la juventud, le hablaron de la inserción laboral, dijo sí. Con todo, le daba "cierto miedo" someterse a las rutinas laborales, no poder estar a la altura. Sin embargo, Sanmartín apunta que siempre ha respondido muy bien. Hace unos meses pidió un cambio para probar otros trabajos y así ha terminado detrás del mostrador haciendo cafés, bocadillos o limpiando mesas.

Aparte del trabajo, la plantilla de los centros de trabajo tiene un acompañamiento profesional en todo momento, con psicólogas, trabajadoras y educadoras sociales. "Cobran el salario mínimo, el convenio de los centros especiales de empleo", explica.

Las dificultades de socializar

Entre las personas del espectro autista adultas el infradiagnóstico se traduce en mucho sufrimiento por no saber qué está pasando. También en el trabajo. A Míriam Saladrigues la diagnosticaron hace año y medio. Ahora tiene 41 años y comienza a digerir todas las dificultades que ha tenido a lo largo de su vida laboral. Por eso reclama que las empresas que puedan “adecuen” el puesto de trabajo a las necesidades de cada trabajador autista. "A veces sólo hay que situar a la persona en un lugar protegido, sin luces o estímulos, o darle unos auriculares para amortiguar los ruidos o, directamente bajar los decibelios de un local", enumera. Según la Fundación Catalana de Autismo, tan sólo el 0,09% del personal trabaja con soporte específico.

Saladrigues dice que los trabajos le han durado pocos años porque, por un lado, una de las características del autismo es “ser muy literales” y no se muerden la lengua y dicen lo que piensan, cosa que a menudo no gusta a los responsables. Por otro, porque a veces el estado de ánimo la deja tumbada en la cama y no puede explicar qué le sucede. "Siempre estás empezando de cero", se lamenta, pero también dice que cuando se siente a gusto y segura en un trabajo es "muy bueno".

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