El análisis de Antoni Bassas: 'Catalanes y ganadores'
Han crecido pensando que pueden ganar. Esta mezcla de continuidad en el trabajo de la cantera y autoestima ha hecho que el Barça vuelva a ser el club del que todo el mundo habla en el mundo. Esa mentalidad de excelencia ganadora es la que necesita el país
Hoy en la portada del ARA, como en todas las portadas, está el Barça campeón. Si usted es culé ponga este análisis entre aquellas piezas que hoy hacen bueno oír. Si no es culé o no le interesa el fútbol, quídese, que este campeonato contiene lecciones de aprovechamiento colectivo, para la vida y para la nación.
El Barça ha ganado la Liga, en un viaje de diez meses inesperado, muy divertido, muy fresco, muy auténtico, exuberante.
Lo ha ganado contra todo pronóstico. El Madrid de Mbappé, otro álbum de fotos de Florentino Pérez, debía ganarlo todo. Pues bien, podríamos decir que el Barça se ha encargado personalmente de impedirlo. Barça y Madrid se han enfrentado cuatro veces, y las cuatro las ha ganado el Barça: los dos partidos de Liga, y las dos finales, de Supercopa y Copa.
Los focos de la fiesta de hoy se concentran en la figura de Lamine Yamal, y es comprensible: tiene 17 años y tiene un nivel de juego y de personalidad en el campo que no son normales a su edad. Lamine Yamal es la admiración del fútbol de todo el mundo. Y con él, gente tan joven y hecha en casa como Cubarsí, Fermín, Balde, Gerard Martín, Casadó y Bernal, y gente incorporada cuando no eran nadie, como Pedri, y que optan al podio del Balón de Oro.
El análisis de este campeonato, o de esta temporada de triplete de títulos españoles y con la Champions descabezada a un palmo de la final, debe pasar por Hansi Flick, un hombre sensato, que ha sabido sacar lo mejor de una plantilla que muerde con el hambre y la inexperiencia de la juventud. Flick llegó al Barça por la intuición, de nuevo genial, de Joan Laporta, después de sus vacilaciones con Koeman y, sobre todo, con Xavi, que hoy hay que recordar que también ganó la Liga hace dos años. Las razones por las que se puede criticar la gestión presidencial siguen existiendo (la primera de ellas es la necesidad de higiene democrática y de rendición de cuentas), pero hoy es un día para felicitar al presidente del Barça y para reconocer que tiene que ver, porque contribuye, con el fondo del análisis que hacemos.
Y el fondo es éste: ese éxito no es casualidad. Entre 1960 y 1991, en estos treinta años, el Barça ganó tres Ligas. Una cada 10 años. Entre 1991 y 2025, en estos 34 años, el Barça ha ganado 18 títulos, uno cada dos años. Es decir, Cubarsí, Lamine y compañía se han encontrado realizado un club ganador. Durante treinta años no lo fue demasiado. Le costaba muchísimo. La historia del Barça era un drama: los palos cuadrados de Berna, los penaltis de Sevilla, el secuestro de Quini, la hepatitis de Maradona. Alguien cambió esta historia de desgracias, y se llama Johan Cruyff. De él, de su carácter, de su visión, salió Guardiola. La historia del Barça que han oído a estos chicos de hoy ya no es la nuestra, más bien encogida, miedosa. Ellos han nacido oyendo hablar de tripletes, de sextetos, han visto que un día en el podio del Balón de Oro había tres chicos, como ellos, hechos en La Masia: Xavi, Iniesta y Messi. Han crecido pensando que pueden ganar. Esta mezcla de continuidad en el trabajo de la cantera y autoestima ha hecho que el Barça vuelva a ser el club del que todo el mundo habla en el mundo. Porque, una vez más, no es sólo lo que se gana, sino cómo se gana. Esa mentalidad de excelencia ganadora es la que necesita el país.
Buenos días.