Carlos Fité: "He perdido mucho tiempo en mi vida porque siempre pedía el mismo vino"

Nos hemos encontrado en la tienda ViconVino de la calle Diputació para realizar la entrevista. Porque aunque eres conocido sobre todo por tu faceta como periodista deportivo, esta tienda también forma parte de tu vida. ¿Cuánto rato pasas entre estas paredes?

— Yo, poca. Mi mujer es la que pasa más horas, que es quien está aquí todo el día. Yo estoy más con la parte contable, de números y todas esas cosas más administrativas. Es un proyecto que nació hace cuatro años con mucha ilusión y mucho trabajo, pero gracias a los conocimientos de mi mujer y de su experiencia.

¿Cómo era tu relación con el vino antes de conocer a tu mujer, Vanesa?

— Ha cambiado muchísimo, porque yo era de los vinos tradicionales, que casi sólo bebía vino tinto de esos de toda la vida y creía que los blancos no me gustaban. Ella me ha hecho descubrir un mundo detrás del vino, y sobre todo no es que tengan que gustarte unos vinos en concreto, sino que aprendes a escoger el mejor vino para cada momento. Según cómo te sientes o la situación en la que estás, un vino encaja mejor que otro. Aunque a veces tengas la posibilidad de beber un vino espectacular, hay momentos en los que no es necesario y que un vino mucho más informal funciona mucho mejor. Históricamente, se ha dicho que los vinos maridan con la comida, pero yo creo que los vinos maridan con los momentos.

Pensando en un momento, ¿con qué celebrarías una gran victoria del Barça, o del Sabadell...?

— Yo, por ejemplo, tengo una botella reservada para el día en que el Sabadell suba y haga un ascenso.

¿Qué botella es?

— Es una botella que se llama La Creu Alta, de la bodega Mas Alta, porque el campo del Sabadell está en la Nova Creu Alta. Entonces es una botella que ya está reservada. Por otra parte, también podría celebrarse con un espumoso y, es evidentemente, que otro de los mitos que hay en este ámbito es que los mejores espumosos son los franceses, cuando realmente aquí se hacen grandes espumosos. Lo que pasa es que deben reconocerse, valorarse más.

En estos cuatro años en la tienda, ¿te has puesto alguna vez al otro lado del mostrador?

— Alguna vez me ha tocado y lo paso fatal, porque tienes un poco el síndrome del impostor, porque, evidentemente, ella tiene estudios y yo... Lo que hago para salir un poquito del paso es vender las botellas a través de las historias de algunas de las bodegas que conozco, porque algunas tienen historias preciosas. Me lo llevo a mi terreno y así no me siento tan impostor.

Como comprador, ¿también te funciona esta técnica?

— Como seguro que no me compran es por la etiqueta, que eso es algo que a mí me da mucha rabia. Es verdad que una etiqueta bonita suma, es evidentísimo. Pero a veces cuando ves demasiada etiqueta piensas mal. Sin embargo, el trabajo que hay detrás siempre suma en un vino. A mí me gusta mucho llevar un vino en una ocasión especial y poder contar las historias familiares o de las bodegas que hay detrás de aquella botella.

¿Conocer de cerca el mundo del vino te ha hecho ser más maniático?

— De toda mi vida que he dicho que es tan importante el continente como el contenido. Por eso supongo que soy un friki de las copas. Poca gente sabe que todas las copas más o menos buenas tienen su marca grabada. Muchas veces cuando voy con mis amigos al restaurante les digo "no hace falta pedir un vino bueno, con esta copa ya puede ser un gran vino, que no lo disfrutaremos". Así es. Sin embargo, cuando encuentras restaurantes que valoran la copa, para mí tienen un plus absoluto. Y cuesta mucho, a veces, encontrar restaurantes que valoren la copa. De hecho, fui tan friki que con mis amigos hicimos una Riedel Experience, que es probar el mismo vino con diferentes copas, desde entonces que mis amigos son ya más pesados ​​que yo con el tema de las copas.

En tu ámbito profesional has tenido la posibilidad de viajar a muchos sitios cubriendo partidos de fútbol. ¿Recuerdas algún lugar donde probaras un vino especial?

— Esto que me preguntas me hace ver que he perdido mucho tiempo en mi vida porque siempre pedía lo mismo. Una de las cosas que sueles hacer cuando eres una persona de tradiciones es no moverte de lo que sabes que te gusta. Entonces, miras la carta y cuando hay un vino que conoces, pides aquél, cuando realmente algo maravilloso es dejarte asesorar por los profesionales. Dejarte sorprender sin tener estos prejuicios.