Hostal de la Granota: parada y fonda para degustar la cocina catalana más tradicional
Cocina de producto sin secretos en un restaurante de Sils que cuenta nuestra historia
- Dirección : km 695, N-2, 17410, Sils
- Carta : Cocina catalana y brasa
- Obligado : Ranas rebozadas con ajo y perejil
- Vino : Carta corta y vino a granel del Empordà
- Espacio : Masía del s. XVII
- Precio por persona : 40 euros
Quizás algún antepasado vuestro ha explicado, durante alguna sobremesa, que en el siglo XIX se estableció la ruta Barcelona-Perpiñán en diligencia; hablamos de mucho antes de que la N-II y la AP-7 se convirtieran en un quebradero de cabeza para miles de conductores. Los trayectos realizados en diligencia suponían tener que hacer una parada cada veinte kilómetros y parada y fonda cada cuarenta para dar alimento y descanso a los caballos. En este contexto el Hostal de la Granota, fundado en 1670, se convirtió en establecimiento clave y referente para la parada y fonda, un punto estratégico durante los cuatro días que suponía hacer la ruta hasta Perpiñán. Actualmente funciona únicamente como restaurante, pero si se llega descubrirá elementos históricos y tradicionales bien conservados que le permitirán entender y visualizar una manera de viajar que nos queda muy lejana.
Unos años más tarde un señor de la sociedad acomodada gerundense compró el Hostal para hacer vivienda y para invitar a los amigos a hacer grandes comidas. Poco le costó convencer a sus vecinos del Mas de Can Torrent para que se encargaran de la cocina y de gestionar el negocio. Josep Maria Bancells y su familia eran campesinos y tenían cuadros con ganado propio. El 14 de agosto del año 1963 se inauguró el restaurante del Hostal con la abuela Lola en los fogones y Josep Maria a la brasa. Un año más tarde se vendió el ganado y se dedicó en cuerpo y alma a sus comensales. Con el paso del tiempo se añadieron su esposa Maria Vall-llosera, la tía, el tío y algunas vecinas. Hay trabajadoras que llevan más de treinta años acompañando. Ahora el restaurante está dirigido por los hijos, Rosa Maria y Josep.
Llevan sesenta años interpretando a la perfección la sencillez de la cocina tradicional catalana y las virtudes de una buena brasa. Para empezar, probamos unas verduras de su huerto a la brasa, alcachofas, caracoles en salsa y, evidentemente, unas ranas rebozadas con ajo y perejil, especialidad de la casa. Destaca la calidad del producto con la perfecta cocción. Las ranas, cuando toda esta zona estaba estancada, proliferaban abundantemente y eran uno de los alimentos más corrientes de la época. Continuamos con un muslo de cabrito en el horno, costillas de cordero a la brasa y mejillas de cerdo. Estamos ante una cocina sin estridencias donde no echamos de menos nada. Todo regado con un porrón de vino a granel del Empordà. En cuanto al postre, seguimos con los clásicos: trufas con nata y tejas de Santa Coloma de Farners con moscatel.
Nos sentamos con Josep Maria y Rosa Maria para hablar de una vida dedicada al campesinado y la restauración. "Iba a comprar el hielo con Montesa en Santa Coloma. No tenía coche e iba a buscar las cosas en moto. Años más tarde tuvimos un Citroën dos caballos y todo empezó a ir hacia arriba. Ahora con noventa años cada viernes todavía pongo la olla al fuego para hacer ochenta litros de escudella", nos comenta Josep Maria ante donde atizaba el fuego para hacer la brasa hace exactamente sesenta años. Rosa Maria reconoce que nada ha cambiado: "Desde el primer momento nos ha ido muy bien. Cuando algo funciona no lo cambies, sólo hemos ido añadiendo platos. La cocina es muy básica, lo importante es el producto. No hay secretos". Cuando llega el buen tiempo, las antiguas cocheras de los carruajes se convierten en una terraza excepcional.
La Granota es el ejemplo de éxito de un restaurante arraigado en la tierra y sus gentes. Josep Maria, por su parte, forma parte de la historia de la gastronomía catalana. Los hijos son los dignos sucesores de una forma de hacer que perdura gracias al trabajo bien hecho más allá del reconocimiento mediático o las modas.