La radicalidad y la verdad de la fruta en una copa de burbujas

¿Hacemos unas burbujas? Tengo en la copa el Inicial, el inicio, el vino que abre la puerta al proyecto de la pareja formada por Ramon Raventós Basagoiti y Clara Ribas. Un espumoso de la finca que vendimian a mano en cajas pequeñas, pequeñas, de 15 kilos. Y con la copa en la mano y las burbujas en los ojos, por dentro y por fuera, llamo a Ramón. “¿Estás de vacaciones?”, le pregunto. “¡Ya no!”, hace él, riendo. "Estábamos esperanzados de que haríamos la vendimia el día 12, pero hicimos el control el viernes y... Estábamos cenando, yo y mi estimable señora, en Mallorca, y ya tuvimos que coger el avión de inmediato".

A través del teléfono siento que bebe. “¿Qué tomas? Porque yo estoy tomando tu Inicial, ahora mismo”, le digo. Y vuelve a reír. “Nada, nada! Agua del botijo. Este mediodía sí que hemos destapado botellas para el almuerzo. ¡Tienes que venir a la bodega!”, exclama. Y sonrío por dentro, al oírlo. No quiero ir a “probar”, porque no soy juez, sino amateur, y con demasiada frecuencia la gente del vino, que es muy generosa, se ve obligada a invitar a comer ya regalar botellas a quienes escriben (no debemos ser influencers glotones redactores de fichas displicentes, sino admiradores apasionados comunicadores de buenas nuevas).

El Inicial que les proponemos hoy es la cosecha 22: “¡La única que tengo, porque las demás nos las hemos pulido!”, hace. Me cuenta que es muy descabellado con las botellas que debe guardar, y después debe ir mendigando añadas antiguas a los que tienen. Por ejemplo, suele hacerlo –me consta– en una tienda que no se pueden perder: Idyllica, en el barrio de Gràcia. Allí habrá alguna añada 21.

Ramón y Clara aterrizaron en esta finca maravillosa, desde donde se ve el monasterio de San Sebastián de los Gorgs, porque se enamoraron. El proyecto arquitectónico de la bodega (tanto respetuoso como atrevido) lo han hecho en el estudio “La Boqueria” (adivinen dónde está). Había poco presupuesto, tenían que conservar y hacer revivir una masía catalana tradicional (estudiaron sus usos, orientaciones...) y tenían que hacer posible vinificar. Además, había un riesgo, explica Ramon. “Les dije: 'Cuando empezamos a buscar los cimientos sepa que aquí hay un yacimiento romano documentado. Si lo encontramos, deberemos volver a empezar'”. Pero nada encontraron. Lo terminaron durante la covid y ahora ya viven contentos, porque han tenido razón en casi todo. “Esta instalación está abierta a todo el mundo, no hay vallas. Lamamos un poco con los jabalíes, sí. Con lo que ha entrado hoy poco, pero sabemos que chuparemos un momento u otro. En el Montsant, por ejemplo, que tenemos una finca preciosa, quizá se nos pueden comer la mitad”.

El Inicio sale de una finca de macabeos del año 56, unas parcelas de xarel·lo y otras de chardonnays. "No hay parejas, no las trabajamos". Hay pocas verdades absolutas en el mundo del vino, pero una de ellas es que los grandes vinos del mundo preservan la fruta. "Es nuestra obsesión", dice. “Cada uva pasa la noche en el frigorífico y al día siguiente prensamos con una máquina pensada para respetar la fruta de forma radical. Intentando evitar oxidaciones”. Cómprese dos botellas de Inicio. Una, para gozarla ahora mismo. La otra, si quieren, por guardar. Ramón no quiere guardar vinos en la bodega. “En la etiqueta pone: “Alta capacidad de guarda”. Y estuve a punto de añadir: '¡Pero en su casa!'”.

La añada 22 ya era la segunda de la sequía, y se nota en la botella. La fruta es más... contundente. Está la pera blanca, marca del Penedès, y quizá algo de melocotón más aromático, de textura más sólida y quién sabe si fuerte. Pero fresca y sutil, de la que nunca te cansarías. Hay un melocotón no tan maduro –adoro el melocotón algo verde– no tan exuberante. “Si me dicen que es demasiado agradable y que le falta complejidad, diría que la complejidad es sutil. Todos los grandes vinos del mundo tienen en común que mucha gente disfruta”. Tómeselo con una ensalada de tomates buenos –qué lujo– y con un pollo bueno. “Pero uno de esos que tarda veinte minutos en hacer a la plancha, que el de súper con 92 segundos lo tienes hecho”, advierte el autor de la obra. ¡Qué gran disfrute, la gente que sabe disfrutar.

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