Ni un día en casa

La Sirena: Herederos del chup-chup de El Bulli

Este restaurante de Roses es un lugar mítico del pueblo que ha escrito parte de su historia gastronómica, pero mira con seguridad hacia el futuro

Vicente Fernandez con una escorpora de las que sirve en el restaurante
  • Dirección: Plaza Sant Pere, 7 17480 Roses

  • Carta: Pescado, marisco, platos de chup-chup y algo de carne

  • Obligado: Pescado fresco de Roses

  • Vino: Carta con algunas propuestas interesantes

  • Servicio: Próximo y por trabajo

  • Local: Interior y terraza

  • Precio por persona: 50 euros

Clarita Cortada y Josep Planas eran boticarios de Vic. En 1962 acudieron a Roses con la intención de abrir una farmacia, pero las autoridades de la época no les concedieron el permiso y, para aprovechar el local que tenían apalabrado, decidieron abrir un bar. La Sirena enseguida se convirtió en una referencia al pueblo tanto por su ubicación frente al Pósito de los Pescadores como por el buen hacer del matrimonio de Vic.

Nuestro protagonista de hoy, Vicente Fernández, entró a trabajar en 2007, justo cuando murió Josep. Clarita estuvo un año al frente del negocio, pero decidió que no quería continuar sin su marido. En ese momento bisiesto Vicente asumió el liderazgo y empezó haciendo tapas, pero por aclamación popular recuperó el ideario histórico del restaurante dedicándose con gran éxito a hacer cocina marinera, cazoletas de guisos, bacalao y un poco de carne.

Uno de los momentos clave de aquella época fue cuando se incorporó Montse Núñez, cocinera de El Bulli en la época en que Ferran Adrià era conocido por el chup-chup y los platos de mar y montaña. Ahora, al frente de la cocina está Joan Olave, que empezó a trabajar en el restaurante con sólo dieciséis años y se convirtió de pleno derecho en el relevo natural de Montse, con quien coincidió una buena etapa. Entre la capacidad personal de Juan y las enseñanzas de Montse la cocina de La Sirena está en buenas manos.

Empezamos la comida con unas ostras carnosas y sabrosas al natural; con los famosos calamares a la romana y la codiciada ensaladilla de Clarita (Albert Adrià está enamorado); sonsos y un tártaro de atún. Para esta cena contamos con la inestimable compañía de una botella de 5 Fincas, un vino fresco y muy equilibrado, de la gente del Castell de Peralada. En el restaurante del Vicente es, en nuestra opinión, imprescindible degustar uno de los peces del día. Nuestra elección fue una escórpora que horas antes nadaba por el norte de la Costa Brava. Poca intromisión para un pescado de roca, fresco, espinoso y muy sabroso. Sal, aceite y talento para cocinarlo. ¡Nada más! La crema catalana quemada y los helados de la Horchatería El Far de Roses son los protagonistas de la bajada del telón gastronómico.

Mientras hacemos el gintónic, Vicente, hijo de Roses, encuentra un momento para acompañarnos: "Sirena es un lugar mítico del pueblo, es más que un restaurante, es una manera de entender la vida", nos confiesa orgulloso del pasado y el presente de la que es su casa desde hace dieciocho años. Reconoce la importancia que tuvo El Bulli para un pueblo como Roses: "El Bulli es el gran referente de la historia de la restauración. Muchos de los clientes que iban también pasaban por nuestra casa, por Cal Campaner o por Can Rafa's, nos daba mucha vida". Las paredes de La Sirena son testigos de los innumerables chefs que aprendieron en la escuela de Ferran Adrià y, que a su vez, se convirtieron en clientes de Clarita y Josep y han continuado con Vicente y Karen. Dos matrimonios que han escrito una parte importante de la historia gastronómica de Roses.

Hoy, Vicente y su esposa, Karen Da Silva, lideran uno de los restaurantes más emblemáticos de Roses. El espíritu de los pioneros sigue vigente y el arraigo en una villa que hace más de cien años que vela por la pesca responsable es irrenunciable. Sirena tiene un pasado y un presente brillante, pero todavía le espera un futuro para escribir que con Vicente y Karen estamos seguros de que será exitoso.

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