Pensamiento

"Los adultos no dejamos hablar ni preguntar a los niños"

La primera charla del 8º ciclo 'Diálogos de Pedralbes' aborda cómo mantener la curiosidad infantil cuando nos hacemos mayores

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Un momento del diálogo en el Monasterio de Pedralbes

Barcelona¿En qué momento los adultos dejamos de tener la curiosidad y admiración propias de la infancia? ¿Cómo mantenerlas? ¿Qué nos pueden enseñar los niños en este sentido? Son algunas de las preguntas que han planeado sobre la primera charla del 8º ciclo Diálogos de Pedralbes, que se organiza en colaboración con el ARA y que se ha inaugurado este jueves en el monasterio de Pedralbes. El profesor de filosofía moral y política de la Universidad Autónoma de Barcelona Daniel Gamper se encarga de dirigirlo y de marcar los temas que centrarán cada edición de la iniciativa.

Para la primera sesión de este año, Gamper s' ha acompañado del profesor de filosofía de la Escuela Sadako, Jordi Nomen, con el objetivo de abordar cómo pensar con las criaturas, propiciar su reflexión y mantenerla también durante la edad adulta. "La admiración y la curiosidad vienen de serie, el problema es que con el tiempo las perdemos. Los únicos capaces de conservarlas son los filósofos, los artistas y los poetas", ha afirmado Nomen.

En su escuela trabajan la filosofía con niños desde los tres hasta los dieciséis años. "Preguntamos y estimulamos la curiosidad en grupo por fomentar el diálogo y buscar la complejidad del mundo desde diferentes puntos de vista", ha señalado Nomen. Se trata de una estrategia que va a contracorriente respecto a las tendencias mayoritarias, según el filósofo. "Los adultos no dejamos hablar ni preguntar a los niños. A menudo les limitamos diciéndoles qué deben hacer y cómo deben hacerlo", ha subrayado. ¿Cómo lo trabaja él? Con "las actividades que las criaturas encuentran placenteras: los cuentos, el arte y el juego, pero siempre seguidos de la reflexión".

Más prisa y menos concentración

Nomen trabaja la filosofía con niños desde hace más de treinta años, ya lo largo de estas décadas ha visto cómo las preguntas y las reflexiones de las criaturas iban cambiando. "Los niños de ahora dicen a menudo que no vamos bien, que los adultos tenemos demasiada prisa, no les escuchemos nunca y no entendemos lo que necesitan", ha destacado. También ha detectado que la capacidad de concentración "era mucho más notable en tiempo atrás que ahora" y lo ha atribuido al impacto de los teléfonos móviles, pero también a la prisa con la que vivimos los adultos. Ante todo, ¿cuál es la mejor receta para educar a los pequeños? Según Nomen, es sencillo: "Educar es, por encima de todo, amar".

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