Picasso en el verano de su metamorfosis en Gósol
Iñaki Rubio recuerda el paso del artista por la localidad berguedana en 1906 en la crónica novelada 'Pau de Gósol'


BarcelonaEl retrato que estaba haciendo a su amiga y benefactora Gertrude Stein sumió a Pablo Picasso en su primera crisis creativa en 1906. El pintor malagueño necesitó cambiar de aires. Tras cobrar 2.000 francos del marchante Ambroise Vollard, se fue a Gósol (Berguedà). Solo pasó once semanas, entre mayo y agosto, pero fueron capitales para su trayectoria, dado que fue entonces cuando dio el salto a la modernidad. En otoño de aquel 1906, en París, Picasso hizo los primeros esbozos de Las señoritas de Aviñón.
Este momento de la trayectoria de Picasso tenía fascinado al escritor andorrano Iñaki Rubio, el autor de Muertos, ¿quién os ha muerto? (Comanegra), sobre todo a raíz de ver el cuadro Labradores de Andorra, pintado en Gósol. Ahora Rubio publica en la misma editorial los frutos de su investigación, la crónica novelada Pau de Gósol. Picasso al Pirineu, para recordar cómo el artista catalanizó su nombre en algunas de las cartas que escribió al amigo que le recomendó ir, el escultor Enric Casanovas. Fue un viaje muy duro: Picasso y Fernande Olivier tuvieron que ir ocho horas en mula. Y durante su estancia a menudo les abrumó la presencia constante de las montañas, el mal tiempo y la comida. "Para Picasso fue un viaje transformador", afirma Rubio.
Sin embargo, aquellas semanas en Gósol fueron un oasis de creatividad y Picasso realizó unas 300 obras, entre esbozos, dibujos y pinturas. Rubio ha podido beneficiarse de la bibliografía sobre el momento y también habló con expertos como la filósofa de Gósol Jèssica Jacques. Pero, sobre todo, recorrió la localidad, que cuenta con un Centro Picasso con reproducciones de las obras gosolanas del artista, y convivió con su gente tal y como hizo Picasso. Para ello fue clave el exalcalde de la Seu d'Urgell, Joan Ganyet, descendiente de Josep Fondevila, el dueño de la fonda donde Picasso y Olivier se alojaron, Cal Tampanada. Ganyet recuerda cómo acudieron a Vallauris para que Picasso les firmara un retrato de Fondevila y el artista les pidió si habían puesto otra obra que reconocieron que se había perdido cuando la familia se trasladó a la Seu d'Urgell.
Joan Ganyet, de Cal Benet, también fue importante porque dejó en Rubio una reproducción del Carnet Català, una de las libretas de Picasso con esbozos gosolanos y que el autor del libro llevó encima durante sus salidas. "Hice los recorridos que hacía Picasso: desde Cal Tampanada subía al cerro del castillo, donde estaban las ruinas del pueblo antiguo, y me lo imaginaba cómo sacaría el lápiz y se ponía a dibujar cuando veía a una mujer pasar por la calle", explica Rubio. "Eso me permitía imaginarme fuertemente integrado en el pueblo y ser un personaje más, además de pasar desapercibido. En cambio, Fernande debía de ser una mujer fuera de serie de Gósol, no debió integrarse de ninguna manera: llevaba la moda de París y no sabía catalán", subraya. Otro de los puntales del libro es Herminia, una mujer misteriosa de la que Rubio no da más detalles para no estropear la sorpresa a los lectores.