Como una seta que crece feliz bajo la sombra del árbol de Tàpies
La fundación del artista explora su relación con la espiritualidad
BarcelonaCuenta Antoni Llena que, pese a su larga amistad con Antoni Tàpies, que se remonta a 1966, nunca habló con él de pintura “y menos de espiritualidad”. Sorprende, porque ambos tienen mucha obra escrita en la que reflexionan sobre el hecho artístico desde múltiples vertientes. La intervención de Llena fue la principal del segundo día de las jornadas Arte y Espiritualidad que, dirigidas por Victoria Cirlot y Manuel Guerrero, exploran esta relación en la obra de Tàpies, Miró y Picasso. ¿Espiritualidad en Picasso?, pregunto. "Bueno, yo lo desconozco, pero tal vez se pueda encontrar", dice Cirlot. Guerrero explica que se centrará, por ejemplo, en el tema de las calaveras y su obsesión por la muerte y, sin embargo, aclara, en estas jornadas han interpretado la espiritualidad desde una visión "muy ancha". “Sí, en el fondo hablamos de la vida interior –añade Cirlot–. Y hay que recordar que la creación siempre es un acto espiritual, no sólo porque lo dijera Kandinski, sino porque todo artista debe establecer esa relación con su mundo interior para hacer su arte”.
Aclarado esto, entramos a escuchar las ponencias que, efectivamente, establecen miradas muy abiertas sobre el mundo espiritual de Tàpies. Algunas, como la de la historiadora Martine Heredia, centrada sobre el papel de la huella en la obra del artista, o la del poeta Alfonso Alegre, que hace una sugerente reflexión sobre el silencio y el vacío en la poesía, se pueden leer en el número especial dedicado a Tàpies de la revista Engramma, que se presentará al finalizar el acto. La presentación del proyecto Quantum de la artista mallorquina Susy Gómez, que había presentado en Es Baluard de Palma, se venía porque tiene ciertamente puntos de contacto con parte de la obra de Tàpies debido a que ahora también transita los caminos de meditación en sus trabajos.
Antoni Llena, en conversación con Guerrero, fue aparentemente más pragmático, pero, quizá por eso, también pareció el más tapiano. “Hay demasiado intelectualismo que quiere hacerlo coincidir con momentos históricos o teorías, pero todo esto es como si le pusieras un traje dos números más pequeños. La obra de Tàpies debe cogerse por la piel”. Aún, dice, que al principio no lo entiendas, porque llegará el momento en el que verás hasta qué punto esa obra te ha llegado.
Ahora hace poco, Llena presentó el libro Diez veranos en Campins (Barcino), donde recoge las notas que hacía después de visitar Tàpies en la casa que éste tenía en el pueblo del Montseny. Y algunas de las cosas que dijo ayer, no todas, aparecen en el libro, un testimonio de primera mano no solo del trabajo del maestro, sino del ideario del alumno. "El contacto y la amistad con Tàpies ha sido una de las mayores maravillas de mi vida –dijo–. Nunca he querido hacer carrera. Pienso que bajo los grandes árboles no pueden crecer árboles pequeños, pero sí muchas setas. Yo me limité a ser una seta que creció confortablemente bajo su sombra”. Quizás la espiritualidad es eso, asumir que una es una seta agradecida a la sombra de un árbol frondoso de alguien.