"Los británicos, como en Irlanda, pusieron en práctica el castigo colectivo en Palestina"
El Festival La Inesperada estrena en Cataluña 'A Fidai film', del cineasta palestino Kamal Aljafari


BarcelonaEn Fidai film, del cineasta palestino Kamal Aljafari (Rambla, 1972), comienza con la destrucción, durante la invasión del Líbano de 1982, del Centro de Investigación Palestina, creado en 1965 para recoger fotografías, películas y documentos sobre la historia del país. Los soldados israelíes entraron, se lo llevaron todo y destruyeron el edificio. No era la primera vez que intentaban llevarse ese archivo de la memoria colectiva palestina. En la década de los setenta enviaron una carta bomba e hicieron explotar un coche frente al edificio. Tras 1982 hubo otro intento de recuperar documentación sobre la historia palestina, pero volvieron los ataques. "Los israelíes fueron muy persistentes", explica Aljafari. "Cuando se trata de buscar respuestas, la lógica no sirve. Ellos sólo piensan como militares. Creen que todo es propaganda y que todo el material es útil para estudiar al enemigo. Construyen una especie de catálogo donde describen, por ejemplo, cómo un niño camina por un camino embarrado. Me pregunto qué peligro hay en esto", añade.
Aljafari es el invitado principal de la quinta edición del festival La Inesperada de Barcelona, que tiene lugar en la Filmoteca hasta el 23 de febrero. Es una oportunidad para ver títulos internacionales y de autores locales de no ficción que no circulen lo suficiente por los festivales y los canales de exhibición habituales, y una ventana abierta a otras formas de contar historias. En el filme del cineasta prácticamente no hay palabras ni tiene la intención de informar sobre la situación del país cómo lo haría un documento periodístico. Es muy poético, con imágenes de violencia y brutalidad, pero también de una Palestina rural, del siglo pasado, muy bucólica.
"No podía recuperar el material del archivo y lo que hice es intentar encontrar el máximo de otros archivos y recursos para crear otra narrativa, una suerte de resistencia cinematográfica. No soy historiador, pero, con todas las limitaciones que tengo, he intentado construir una historia de Palestina que lo hizo con el Mandato Británico. servir a los israelíes. Incluso utilizan las mismas comisarías. Los británicos, como en Irlanda, pusieron en práctica el castigo colectivo.
El cine como resistencia
Las imágenes de campos cultivados, balsas, montañas salpicadas de cuevas, pueblos y hombres y mujeres trabajando podrían ser las de cualquier otro país mediterráneo. "Cuando ves estas imágenes te das cuenta como todo se puede interrumpir con una ocupación y todo el sufrimiento que comporta. Yo trabajo sobre todo con las imágenes y con la poesía. Creo que la poesía puede ser un gran arma de resistencia y también dar voz a los palestinos. Nos lo han tomado todo, los archivos, la tierra. No tenemos nada, hacer películas".
Con todo ello el cineasta consigue la empatía del público. "No hablo sólo de los palestinos, sino en general de la condición humana. Los israelíes tienen muchos recursos, y con su propaganda han logrado deshumanizarnos a los ojos del mundo, separarnos del resto. A Palestina ha llegado mucha gente, por ejemplo los armenios que huyeron de la limpieza étnica que tanto emprendió, también somos Turquía, Somos.
Palestina no tiene una industria cinematográfica como pueden tener otros países. Además, existe desarraigo. Muchos cineastas viven en el exilio, como Aljafari, que se marchó de Palestina hace 25 años y ha vivido en diferentes países de todo el mundo. "Los israelíes tienen una gran estructura y mucho dinero. Nosotros somos un país pequeño, sin aliados, pero creo que cada vez hay más empatía por todo lo que está pasando en Gaza. Conseguir esta empatía es una lucha diaria. No podemos hablar de cine palestino en el sentido industrial, pero hay muchos palestinos repartidos por el mundo que intentan hacerlo. Lo que ha ocurrido en Palestina podría ocurrir en muchos otros lugares. Ha sido un proceso largo de la propaganda israelí hacer creer a su propia sociedad, ya otros países, que nuestra vida vale menos que la de los demás”.
Los cineastas, atrapados
Todas las atrocidades que vive el pueblo palestino hacen que sus cineastas apenas tengan margen para hablar de otras cosas. "De alguna manera estamos atrapados, nos gustaría liberarnos y poder contar otras cosas, pero ahora mismo es difícil no hablar de las condiciones en las que vivimos, porque lo que está en peligro es nuestra propia existencia. He vivido en Alemania y no se diferencia mucho de lo que pasó durante el nazismo. Algunas veces veo a los telenotícies de matar a todos. Son tiempos muy oscuros".