Prehistoria

Sin explotación ni jerarquías: así se logró el esplendor en la península Ibérica hace más de 4.000 años

Un estudio de la UAB muestra cómo las sociedades cooperativas consiguieron una gran riqueza

Excavación en la Valencina de la Concepción (Sevilla)
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BarcelonaCompartiendo y cooperando, sin almacenar grandes cantidades de excedentes ni concentrando la riqueza en manos de unos pocos. Así se logró el esplendor en el sur de la península Ibérica hace entre 5.100 y 4.200 años, según un estudio del Departamento de Prehistoria de la UAB que se ha publicado en el Journal of World Prehistory. "Había una gran diversidad de recursos y tareas en casi todos los asentamientos, independientemente del tamaño o de si eran o no fortificados", detalla Roberto Risch, autor de la investigación, junto a Marina Eguílez y Selina Delgado-Raack. "No hay concentraciones de riqueza y recursos en talleres o palacios, sino que todos tienen lo mismo. Sabemos que compartían conocimientos porque encontramos la misma tecnología y las mismas herramientas en distintos asentamientos, desde Lisboa hasta Alicante", añade Risch.

Las comunidades de la edad del cobre en la península Ibérica fueron las primeras que explotaron los metales. "Siempre se había supuesto que la metalurgia incrementó las desigualdades sociales, pero los estudios que hemos hecho demuestran que todo el mundo tuvo el mismo acceso. No sabemos si había desigualdades de género, pero las tumbas más ricas son las de las mujeres", asegura Risch. En las excavaciones también se han encontrado objetos de marfil provenientes del norte de África y Oriente Próximo.

La investigación se ha realizado a partir de las herramientas que se han localizado en excavaciones arqueológicas y de la información bioarqueológica. Uno de los asentamientos más excavados es el macropoblado de Valencina de Concepción (Sevilla). "Era un macropoblado de 250 hectáreas, habitado por miles de personas. Hay una gran riqueza material, pero no difiere de la de otros asentamientos mucho más pequeños", asegura Risch. En este yacimiento se han estudiado más de 150 artefactos que han podido relacionarse con actividades como el molido, el trabajo de piedra y fibras.

Las comunidades de hace entre 5.100 y 4.200 años siempre han fascinado a los historiadores. Produjeron uno de los registros arqueológicos más importantes de la prehistoria tardía, pero es bastante desconcertante. ¿Cómo consiguieron tanta riqueza material? ¿Cómo alcanzaron tanta complejidad y conocimiento tecnológico? ¿Cómo adquirieron tanta capacidad creativa, e hicieron posible una enorme circulación de bienes? Nada indica que los poblados fortificados almacenaran grandes cantidades de excedentes y dominaran los poblados vecinos. "Lo que observamos es que la diversidad productiva y, cabe pensar, el intercambio de productos, conocimientos y personas entre comunidades fue fundamental en esta época de excepcional desarrollo económico, social y creativo", señala Selina Delgado-Raak.

"Su organización desafía un pensamiento único de nuestro tiempo, según el cual la producción de riqueza requiere una clase o grupo dirigente", detalla Risch. Fueron sociedades que generaron riqueza, pero limitaron la posibilidad de explotación de la fuerza de trabajo y en consecuencia la plusvalía. Todo lo contrario de lo que sucedió en El Argar, que fue una sociedad que ocupó durante más de seis siglos, entre 2200 y 1550 aC, el sudeste de la Península Ibérica, y fue tan poco sostenible que desapareció totalmente.

No eran conquistadores

Las comunidades del estudio de la UAB cooperaban, pero también existía violencia. Había armas y las utilizaron. Sin embargo, según Risch, no era una sociedad guerrera o que utilizara la violencia para conquistar más territorio o mayor poder. "La violencia no era omnipresente, lo que confirma el registro antropológico. No se utilizaba para someter a la población y exigir la obediencia, sino para defender su modelo de sociedad", añade.

En el estudio, los investigadores han analizado artefactos de una veintena de yacimientos que se utilizaron para moler cereales, procesar alimentos, triturar minerales, cortar piedras, impermeabilizar cerámica, abonar cuero, forjar y afilar herramientas y armas de metal, talar ar y trabajar la madera o descuartizar animales. Son herramientas que ayudan a entender cómo se repartían las tareas, y que se han relacionado con otros datos de tipo bioarqueológico (botánica, fauna, paleonutricional) de la misma época.

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