Pensamiento

Guerra, 'anarcafeminismo' e inferioridad europea en IA en Dénia

Alto nivel en los debates de la segunda edición del Festival de las Humanidades celebrado en la capital de la Marina Alta

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El Multiespacio el Androna del Baleària Port, en Dénia, durante la sesión de Pankaj Mishra y Núria Oliver.

Denia"Estamos en un momento de desconcierto ideológico generalizado", dijo Josep Ramoneda en la primera sesión de la segunda edición del Festival de las Humanidades que se ha celebrado en Denia. Para hacer frente serenamente a este desconcierto, que también es social y cultural, el festival ha desplegado una docena de debates, algunos de altísimo nivel y con un interesante alud de ideas. Y siempre con una notable asistencia de público en las dos sedes: el Multiespai L'Androna del Baleària Port y el Auditorio Centro Social. El propio Ramoneda, director de contenidos del encuentro, no escondía el entusiasmo ante la consolidación de una propuesta que este año ha abordado con firmeza y sin demagogia cuestiones como la consolidación del Sur Global, el declive de la hegemonía europea, la necesidad de regular la inteligencia artificial (IA), la posibilidad de un feminismo que se enfrente a las alianzas reaccionarias, los retos ante los nuevos autoritarismos, el paso de la batalla de grandes narrativas ideológicas a la batalla de ofertas por intereses puntuales y el papel de la literatura para iluminar la oscuridad causada por el desconcierto, entre otras.

Esta segunda edición, inaugurada por el músico y escritor turco Zülfü Livaneli, tenía como lema Mirar atrás para saber dónde vamos pero sobre todo se ha mirado el presente y, más concretamente, la guerra entre Israel y Palestina. La solvencia intelectual de los ponentes ha permitido que esa mirada fuera desde el conocimiento. "El ataque de Israel a Gaza está abriendo aún más la brecha entre Occidente y el Sur Global por el apoyo casi unánime de la Unión Europea y Estados Unidos al gobierno israelí", dijo el viernes el escritor indio Pankaj Mishra en una sesión titulada La decadencia de Europa y los cambios en la hegemonía mundial. Al día siguiente, la Asamblea General de la ONU adoptaba una resolución en la que pedía "una tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida" en Gaza. Entre los 120 votos a favor, la mayoría de los países del llamado Sur Global, incluido Brasil, China, Argentina, México, Sudáfrica y Nigeria; entre los 14 votos en contra y las 45 abstenciones, prácticamente todos los países europeos, con excepciones significativas como Bélgica, España, Francia, Portugal, Noruega y Suiza.

También se abstuvo la India, un país que, tal y como explicó Mishra, se ha movido con cierta ambigüedad: primero se alineó con Israel por "la afinidad autoritaria" entre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su homólogo indio, Narendra Modi, pero después "apoyó a los palestinos porque la India depende también del dinero que llega de los países del Golfo". "India podría liderar el Sur Global, pero han sido China y Brasil quienes han condenado a Israel desde el principio. La autodeterminación palestina genera consenso en el Sur Global", dijo Mishra, que sitúa esta conciencia geopolítica en el mismo contexto que el desinterés de estos mismos países por apoyar las sanciones económicas que Estados Unidos y la Unión Europea activaron contra Rusia a raíz de la invasión de Ucrania.

Europa, un paso atrás

Uno de los aciertos del festival fue que Mishra compartiera la sesión con la alicantina Núria Oliver, vicepresidenta de ELLIS, la fundación dedicada a la investigación en inteligencia artificial centrada en la humanidad, que constató "la inferioridad europea en IA" respecto a Estados Unidos y China. "La IA ya es un tema político y hay países que han desarrollado estrategias propias. China sabe que si lidera la IA liderará el mundo y está invirtiendo mucho dinero. Europa reconoce su debilidad y ahora existe la intención de reforzar la soberanía tecnológica y atraer a todo el talento europeo que se ha ido a Asia y Estados Unidos", explicó Oliver, muy clara en la exposición de los ámbitos donde la inteligencia artificial es muy beneficiosa, como la sanidad y la investigación. Asimismo es partidaria de la regulación en la que trabaja la Unión Europea para que entre en vigor en el 2025: "En este aspecto, Europa sí es referente y muchos países, también China, están pendientes".

Todo ello porque, como dijo la moderadora, la investigadora del Cidob y colaboradora del ARA Carme Colomina, "los algoritmos no sean armas de destrucción matemática". "La regulación es importante porque con los algoritmos hay retos como la falta de veracidad, la falta de diversidad (si detectan que te gusta algo, sólo te recomiendan esto) y la influencia subliminar con fines políticos", dijo Oliver. "El Brexit es un claro ejemplo de manipulación exitosa a través de los medios digitales –intervino Mishra–, de nuevas formas de manipulación política que llevó a los votantes a votar en contra de sus intereses. Fue un suicidio político y geopolítico. Ni siquiera era una manipulación propagandística clásica contra otro país, sino una retórica de guerra para destruir a oponentes políticos. Es un ejemplo clarísimo de la victoria de la falsedad y la propaganda".

Joanna Bourke y Xosé M. Núñez Seixas en el debate sobre la experiencia de las guerras.

"La guerra siempre está sucia"

Por razones obvias, Gaza también apareció en una de las charlas más interesantes, la titulada Guerra y guerras. Fue un diálogo complementario entre la historiadora neozelandesa Joanna Bourke y el historiador gallego Xosé M. Núñez Seixas. Una centrándose en países "vencedores" y la otra en "perdedores", ambos mantuvieron una conversación a partir de las dos guerras mundiales y sobre cuestiones como el lenguaje en tiempo de guerra, las autojustificaciones de los soldados que participan en masacres y el género, temas que resuenan en este presente tan devastador. "Las violaciones de mujeres y niños en tiempo de guerra son cada vez más frecuentes. Se hacen para humillar a las mujeres y para destruir a familias y comunidades. La violación en la guerra es una estrategia sistemática genocida y una extensión de otras violencias como la tortura y la destrucción de bienes", explicó Bourke. "Se ponen en marcha dinámicas de embrutecimiento que llevan a los hombres a ser violadores y saqueadores, y la camaradería encubre los actos de los soldados. Entre los soldados de la División Azul, algunos decían que Rusia olía a moro, a no civilizado", completó Núñez Seixas, que destacó el trabajo de las historiadoras del género y de autoras como la propia Bourke, investigando la guerra como "exaltación de la masculinidad, como barra libre para la expresión de la masculinidad".

Bourke también recordó el silencio que imponen los ganadores respecto a las atrocidades cometidas: "El bando ganador establece las prioridades y por eso apenas se ha hablado de ello, de la violencia sexual ejercida por los soldados británicos y estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial". En ambos casos, continuó Bourke, tanto entre los soldados alemanes como entre los aliados la negación tras los asesinatos en masa es "retórica, con un lenguaje que proviene de clichés", tal y como ha constatado estudiando las cartas que enviaban los soldados: "Por ejemplo, consideraban legítimo cometer atrocidades porque se lo habían ordenado y, además, desobedecer una orden estaba mal visto socialmente. Y porque mandaba la lógica de respuesta paralela: o él o yo".

Núñez Seixas apuntó alguna especificidad de los soldados alemanes, que "externalizaban la culpa y la responsabilidad" en "los SS, que eran los malvados fanáticos; los británicos, que bombardearon la retaguardia, y los soviéticos, que violaban". También recordó algunas singularidades de la Primera Guerra Mundial, como que los soldados, mayoritariamente obreros y campesinos, eran más crueles con los oficiales del bando enemigo que con los soldados, en los que reconocían a alguien que conocía el miedo como ellos. En el mismo conflicto bélico, explicó Rourke, un soldado británico de 20 años expresaba esto mismo en una carta: "Volví de la guerra a una sociedad que estaba llena de odio. En el frente sabía que los que tenía delante tenían miedo y estaban agotados, como yo". "La gente en casa eso no lo sabía. La propaganda funciona en la retaguardia, pero no en el frente", añadió la historiadora.

"La guerra nunca es limpia, siempre es sucia. Y, pese al distanciamiento tecnológico, la guerra convencional no ha desaparecido en todas las facetas, como se demuestra en Ucrania y Gaza. Pero sí se quiere evitar, en Rusia, que la guerra afecte a las clases medias de Moscú y San Petersburgo que apoyan a Putin, por lo que la movilización es parcial y a menudo de regiones alejadas [del centro político y económico]. En Israel, en cambio, la movilización es total", señaló Núñez Seixas.

La filósofa Chiara Bottici y la periodista Cristina Manzano en el Festival de las Humanidades 2023.

Feminismo para eliminar todas las opresiones

El feminismo fue protagonista de la jornada inaugural, sobre todo por la presencia de la filósofa italiana Chiara Bottici en su sesión sobre el pasado y el futuro de las ideologías que moderó Ramoneda. "El futuro está en ideologías más transversales y transformadoras, como el feminismo y el ecologismo", había adelantado la periodista Cristina Manzano. Y Boticci introdujo el concepto con el que titula el ensayo Anarcafeminismo. "Anarca con a", precisó. "Necesitamos mejores ideologías y mejores narrativas para competir con las narrativas neofascistas. Las políticas de izquierdas parecen estancadas en la idea de que no hay alternativa y las grandes narrativas las han adoptado los neofascistas. Trump surgió con una narrativa no muy buena, pero sí bastante potente: Make America Great Again. En cambio, la izquierda tiene una falta de imaginación preocupante", expone.

Ante este panorama, propone el anarcafeminismo, que sintetiza el diagnóstico del anarquismo según el cual "los distintos modos de opresión se refuerzan entre sí", y añade el feminismo, que "es el fin de la opresión y la discriminación por cuestión de género". "Anarcafeminismo no es unas cuantas mujeres dominando a las otras, sino el fin de la discriminación, también para las personas transi queer. El feminismo no es que haya una mujer ejerciendo la opresión, sino que no haya nadie oprimido", dice Boticci, para quien su libertad también "desaparece" si hay "mujeres asesinadas en feminicidios" y "si hay personas que mueren bombardeadas porque hay otras que los consideran animales humanos". "No puedo ser libre en un mundo dominado por un capitalismo extractivo que pone el beneficio económico por encima de la vida. O todo el mundo o nadie, es el lema del anarcafeminismo. O somos todos libres o nadie lo va a ser", dijo como propuesta de gran narrativa.

Edurne Portela y la literatura de los campos

El Festival de las Humanidades, promovido tanto por el Ayuntamiento de Dénia (en manos socialistas) como por la Generalitat Valenciana (gobernada por el PP), también tiene espacio para debates culturales como el que protagonizaron la vasca Edurne Portela, la madrileña Marta Sanz y el barcelonés Jordi Amat. El punto de partida era qué nos puede enseñar del futuro, la literatura.

Sanz hizo un divertido y crítico recorrido por los relatos de futuro, sobre todo los distópicos, que empezó recordando "las profecías de Cassandra" a quien el escupitajo de Apolo condenó a no ser creída. Cargó contra la apisonadora bonrollista del pensamiento positivo ("no hace falta que todos los libros sean historias ejemplares; también podemos trabajar desde el asco") y recomendó "que nos fijemos mucho en las cosas que ocurren aquí, hoy, para poder ser predictivos". Portela defendió el poder de la literatura testimonial –que ella misma practica de algún modo en la novela Maddi y las fronteras– y, concretamente, la de los campos, "la que reflexiona sobre la dificultad de transmitir la experiencia de Buchenwald o Auschwitz", como hicieron Jorge Semprún, Primo Levi y Elie Wiesel, entre otros: "Es un género que nos cuenta quienes somos, muestra la posibilidad de la violencia y también nos enseña que existe la posibilidad de resistirse al mal, de ser libre frente al mal". "El conocimiento del mal no nos hace mejores, pero sí nos hace conscientes de su existencia y de que la idea esencial debe ser la lucha contra el mal", dijo antes de recordar "la continuidad histórica del ejercicio del mal" en Israel y Palestina.

Amat reivindicó "las novelas que nos ponen en cuestión y que nos permiten no quedarnos paralizados ante los nuevos autoritarismos". Como ejemplo eligió "la antihumanista" Sumisión, de Michel Houellebecq: "Me fascina y me incomoda, toca el tuétano de los consensos. Es una novela satírica desagradable que advertía sobre el autoritarismo que vendría", aseguró Amat sobre un libro que se publicó en el 2015: " Y al año siguiente Trump ganó las elecciones". Como había dicho Zülfü Livaneli en la inauguración de esta edición del Festival de las Humanidades, "menos mal que tenemos la literatura".

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