Ni vampira, ni sádica, ni sanguinaria: los falsos mitos sobre Erzsébet Báthory
La médico y escritora Maria Lluïsa Latorre refuta todas las mentiras sobre la condesa húngara


BarcelonaLa húngara Erzsébet Báthory (1560-1614) tiene muy mala reputación, alimentada por la leyenda según la cual tomaba baños de sangre humana con la esperanza de rejuvenecerse y que, con este propósito, hizo degollar a más de 650 chicas de los sus dominios. Películas como La condesa (2009), escrita y dirigida por Julie Delpy, y muchos filmes más la muestran como una mujer sádica y depravada. También innumerables libros. ¿Pero quién era verdaderamente esta condesa que pertenecía a una de las familias más poderosas y ricas de Hungría?
"No era ninguna depravada. Ni sus padres eran primos hermanos, ni su tía la inició en el vicio y la depravación, ni estaba obsesionada por la pérdida de la belleza, ni tampoco se aficionó a torturar a chicas. Las cartas que se conservan muestran que era una mujer trabajadora, previsora, sensata y ecuánime", dice la médica y escritora Maria Lluïsa Latorre Casellas (L'Esquirol, 1961), que desmiente uno por uno los mitos que se han construido a su alrededor en el libro La condesa sanguinaria. Erzsébet Báthory, ¿realidad o leyenda? (Viena).
Báthory enviudó en 1604 y mantuvo un control férreo sobre sus vastas tierras. "Por la documentación que he leído, lo controlaba todo. No se le escapaba nada, y eso quizás produjo cierto malestar entre los altos funcionarios y algunos familiares", dice Latorre. En ese momento, Hungría vivía una época convulsa, con alianzas y contraalianzas para obtener más poder, y Báthory podía ser una enemiga poderosa. Sólo seis años después de quedarse viuda, en 1610, el palaciego de Hungría, György Thurzó (una figura que ahora podría compararse con un viceministro o virrey), la hizo detener y la recluyó en su castillo, de donde ya no pudo salir más hasta su muerte, en 1614. "Después de que lo arrestaran, el rey Matías II pidió hasta cuatro veces por carta que hubiera un juicio, pero Thurzó siempre se negó, incluso desafiando al rey", asegura Latorre. "No puedo afirmar que Báthory fuera una santa o nunca cometiera crueldad alguna, pero lo que está claro es que no tuvo un juicio y que las muertes que se le atribuyen son muy poco creíbles", añade.
Más de trescientos testigos
El arresto de Báthory fue todo un espectáculo. Fue en diciembre, y mientras se llevaban la condesa el palaciego exhibió dos chicas, una muerta y otra malherida, para que todo el mundo las viera. .Lo sabemos porque existe la declaración del barbero cirujano que la atendió, y le concedieron una pequeña granja. aquella joven, que pudo señalar a Báthory como la responsable de sus lesiones, nunca fue llamada a declarar", dice Latorre, que duda de la fiabilidad de los 300 testigos que desfilaron durante las rondas de declaraciones. La mayoría eran vecinos de los pueblos que había en las tierras propiedad de la condesa. No declaró ninguna de las chicas supuestamente torturadas. que no habían visto ni oído nada, otros sólo habían oído rumores vagos y muchos dijeron lo mismo que otro vecino. En total conté unos 209 testigos que no aportaron información significativa. otro, pero lo más escandaloso es que sólo nueve testigos atribuyeron al Erzébet el asesinato de numerosas chicas, y lo hicieron en partir de rumores, sin fundamento alguno, y son las cifras que han trascendido hasta nuestros días", lamenta la autora.
Los baños de sangre son un invento posterior. La primera referencia que ha encontrado Latorre la hace un jesuita húngaro : László Thuróczi. En 1729 publicó un libro sobre topografía e historia de Hungría titulado Ungaria suis cum regibus compendio fecha. Uno de los capítulos lo dedicó al castillo de Čachtice (actualmente en Eslovaquia) ya su señora, Erzsébet Báthory. Cuenta la famosa anécdota que la condesa se manchó la cara de sangre después de abofetear con furia a una criada y, milagrosamente, vio cómo se le embellecía la piel. Luego se dedicó a asesinar ya bañarse con la sangre de sus víctimas. "Según el jesuita, la decadencia de la condesa empezó cuando renunció al catolicismo y abrazó la fe luterana por casarse con Ferenc Nádasdy, pero ni eso era correcto, porque Erzsébet era calvinista y nunca se convirtió a la fe luterana", dice Latorre. Sin embargo, esta invención persistió como verdad y la repitió otro autor húngaro, Mátyás Bél, en otro libro publicado en 1742. "La bola se fue haciendo cada vez mayor", señala Latorre.
¿Torturas o prácticas curativas?
Una de las cosas que sorprendieron a Latorre es que a Báthory le atribuyeran tantas modalidades distintas de tortura. y personal entrenado para practicar los cuidados", detalla la autora. "Muchas de las supuestas torturas podrían atribuirse a prácticas curativas de la época que quizá a algunos vecinos les parecían extrañas", añade Latorre, que es médico. Por ejemplo, una de las acusaciones es que azotaban a las chicas con ortigas, que se aplicaban en caso de reuma o artritis. Otra acusación es que la condesa sumergía a las víctimas en ríos helados. fiebre, pero en el pasado se consideraba un tratamiento efectivo", detalla. Otro tratamiento era la cauterización terapéutica: antiguamente se calentaba la hoja de un cuchillo sobre el fuego y se aplicaba a la lesión que se quería tratar. ~BK_SLT_LNA ~ "No se puede conocer cuál fue el móvil para actuar contra Erzsébet, no sabemos exactamente a quien beneficiaba más condenarla a el ostracismo. Sólo podemos hacer hipótesis, como el palatino Thurzó quería debilitar a los Báthory y tuvo cómplices, porque quizá ella era una condesa incómoda", dice Latorre. "Ni siquiera se puede probar la implicación de Erzsébet en las muertes más establecidas, las dos chicas que murieron durante la boda de Katalin Nádasdy, las ocho chicas que murieron en Čachtice a finales de octubre de 1610 mientras Erzsébet y su hija Anna estaban en Pöstyén, y Dorica, la chica muerta exhibida en la casa señorial de Čachtice al día siguiente de la detención de Erzsébet", añade.