Literatura

"En la Edad Media no todas las mujeres eran madres casadas, monjas o putas"

Juan Francisco Ferrándiz viaja a la Barcelona de 1348 en 'La heredera del mar'

Juan Francisco Ferrándiz
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BarcelonaMarina Montaner, hija de una importante familia de mercaderes de Valencia, puede ser pirata, mercante o espía. Todo depende de las circunstancias. Tiene una hermana que se dedica a curar a los pobres y otra que es artesana. "En la Baja Edad Media había más diversidad de lo que pensamos. No todas las mujeres eran madres casadas, monjas o putas. Con este libro he querido mostrar que la realidad era mucho más compleja", asegura el escritor Juan Francisco Ferrándiz ( Cocentaina, 1971), que en la novela La heredera del mar (Rosa dels Vents; traducida al catalán por Emma de Porrata-Doria Botey) viaja hasta 1348, cuando la peste asoló Barcelona y Valencia se sublevó contra Pedro IV el Ceremonioso. El autor sigue las desventuras de las hermanas Montaner, que se ven involucradas en el enfrentamiento entre el monarca y la Unió de València. Pedro IV fue bastante duro con los sublevados valencianos. Incluso, en sus crónicas explica que quería enterrar a Valencia en sal, algo que finalmente no hizo.

"A mediados del siglo XIV había beguines, campesinas, constructoras, artesanas con taller propio, algunas con oficio distinto al del marido, maestros cortadoras de coral, mercaderas al frente de compañías mercantiles junto a sus maridos, damas nobles con señoríos y redes asistenciales de mujeres como las beguinas", señala Ferrándiz. El autor de La tierra maldita (2018) y El juicio del agua (2021) explica que cuando más investigaba sobre las beguinas más le fascinaban: "Se fueron formando comunidades en toda Europa y lo que tenían en común es que no estaban adscritas a ninguna orden religiosa; por tanto, no estaban bajo la autoridad de ningún obispo ni de ningún abad ni de ningún clérigo, ellas mismas se autorregulaban. En Barcelona había una comunidad de beguines y en Valencia otra".

Las beguinas de Barcelona

En los archivos, Ferrándiz descubrió la historia de Agnès, que también sale al libro pero de forma ficcionada. De origen noble, el Agnès real y que aparece en la documentación se instaló en el albergue de Na Closa, en Barcelona, ​​a principios del siglo XV, y años más tarde con la comunidad de las beguinas que creó se trasladaron a otra casa cerca del convento del Carmen. Agnès estaba bien relacionada, ya que logró diferentes legados de nobles relacionados con la corte. Los archivos no dicen mucho más sobre Agnès, pero Ferrándiz cree que debió de ser una mujer fuerte: "Renunció al mundo para curar a los enfermos de lepra y logró suficiente apoyo para sacar adelante un hospital. Los gatos tenían una comunidad en el centro de Barcelona donde curaban a los más desfavorecidos mientras la peste asolaba la ciudad", asegura. El escritor ha encontrado documentación que demuestra que el Consejo de la Ciudad defendió a la comunidad de las beguinas a principios del siglo XV, una época posterior a los hechos que transcurren en la novela.

El escritor sostiene que en el siglo XIV las mujeres formaban parte del tejido social pero pocas décadas después desaparecieron de la vida pública. "En el siglo XV empezaron a haber prohibiciones para que las mujeres formaran parte de los gremios y proliferaron los textos religiosos que defendían que las mujeres virtuosas debían quedarse en casa. Creo que es por la peste negra: desapareció un tercio de la población, debía repoblarse y los hombres querían controlar la procreación", asegura Ferrándiz, que ha pasado muchas horas en la biblioteca del Museu Marítim documentándose.

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