Patrimoni

"El Salón de Sant Jordi no podía enaltecer el imperialismo y el nacionalcatolicismo español"

El presidente Aragonès presenta la restauración de la arquitectura y las pinturas renacentistas originales de este espacio noble del Palau de la Generalitat

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El salón de Sant Jordi del Palacio de la Generalitat recupera parte de su aspecto original

BarcelonaEl Salón de San Jordi del Palacio de la Generalitat, una de las estancias institucionales más solemnes del país, ha tenido muchos usos a lo largo de sus más de cuatrocientos años de historia: se construyó para ser una capilla con funciones litúrgicas y políticas, pero ha sido también sede de actas y reuniones diversas, un museo e incluso la vivienda del regente de la Audiencia borbónica. El paso del tiempo y el contexto histórico y político lo fueron modificando hasta llegar a perder la esencia con la que lo había diseñado y construido entre 1596 y 1620 el arquitecto Pere Blai. Finalmente, después de dieciséis meses de trabajos de restauración, el Salón de Sant Jordi ha recuperado su identidad arquitectónica y pictórica original, escondida durante casi un siglo bajo 860 metros cuadrados de pinturas encargadas por el régimen de Primo de Rivera en 1925.

“Estamos en un espacio nuevo que ha recobrado su carácter diáfano, que proporciona una sensación de alivio, serenidad y coherencia, por contraste con el aspecto abrumador y pesado del antiguo salón, que dificultaba la lectura de la excepcional arquitectura renacentista”, ha afirmado Mireia Mestre, directora del Centro de Restauración de Bienes Muebles del departamento de Cultura, al inicio del acto con el que este miércoles han culminado los trabajos de restauración del Salón, que ha comenzado con una apropiada versión del Jo vinc d'un silenci de Raimon –cantada por Joan Reig y Elena Gadel–, que incluye el verso "quien pierde sus orígenes pierde identidad".

El aspecto del techo de la nave central del Salón de Sant Jordi antes de la restauración
El Salón de Sant Jordi después de la intervención.

"Bienvenidos al renacer del Salón de Sant Jordi, a la restitución del espacio a su esencia". Así ha arrancado su discurso el presidente Pere Aragonès, quien ha subrayado la necesidad de reconciliar el salón con la memoria del país. "Era imperativo recuperar toda su grandeza, majestuosidad, vigor, energía y vitalidad. Dignificar el salón era recuperar su luz y desprenderse de la oscuridad impuesta. El salón no podía estar presidido por un relato pictórico que enalteciese el imperialismo y el nacionalcatolicismo español". Aragonès ha recordado que el primer impulsor del proyecto fue Josep Tarradellas, cuando era consejero de Gobernación en la Generalitat republicana, pero que el impulso definitivo lo dio el gobierno de Quim Torra.

Viaje a los orígenes renacentistas

Los trabajos del proyecto de restauración empezaron el 2 de mayo de 2023 y han consistido, principalmente, en la retirada y conservación de la decoración pictórica que cubría las paredes laterales y las bóvedas del techo desde 1927. Una veintena de expertos de la Comisión para el Estudio de la Decoración Pictórica del Salón de Sant Jordi dictaminaron que representaba "un relato histórico altamente connotado por contenidos políticos e ideológicos de carácter integrista, autoritario y antidemocrático que no se adecuaban al espacio". Pero el objetivo no era solo retirar estas obras, convenientemente documentadas y conservadas en la Colección Nacional, sino recuperar en buena parte el espíritu renacentista y los elementos arquitectónicos del salón tal y como lo imaginó Pere Blai, tanto en la forma como en los materiales.

Los grotescos renacentistas reaparecidos en los arcos de las bóvedas del Salón de Sant Jordi
Fresco decorativo de Torres-Garcia descubierto bajo las pinturas de 1926-27
Incisiones que Joaquim Torres-Garcia hizo en las paredes laterales como preparación de sus pinturas murales

La retirada de las pinturas instaladas durante la dictadura de Primo de Rivera saca a relucir, por ejemplo, las cuatro ventanas de la fachada, que antes se veían por fuera del edificio pero no desde dentro. Pero lo más importante que reaparece con esta intervención son las pinturas renacentistas originales que decoraban los arcos del techo, obra coetánea en la construcción del salón. Es un repertorio de motivos grutescos, así llamados porque los artistas renacentistas se inspiraron en monumentos romanos a los que se accedía por grutas. Hay más ejemplos de arte ornamental en Cataluña, pero lo que hace único al conjunto artístico del Salón de Sant Jordi es que esté en una capilla, donde no se suele encontrar arte profano, así como su estado de conservación, que permite apreciar la policromía de la pintura, así como la presencia de algunas caras entre los motivos florales.

Una restauración con sorpresas

Los trabajos de restauración del Salón Sant Jordi no han estado exentos de sorpresas. La más importante es el descubrimiento de las incisiones (y restos de pintura) que Joaquim Torres-Garcia hizo en las paredes laterales como preparación de las pinturas murales alegóricas del espíritu del pueblo catalán, realizadas entre 1913 y 1918 por encargo de Prat de la Riba, y que fueron tapadas por las pinturas del régimen de Primo de Rivera desde 1926 hasta 1966. Fue es año cuando una campaña impulsada por artistas e intelectuales de la época promovió que fueran arrancadas, restauradas e instaladas en otra sala del Palacio de la Generalitat, inaugurada en 1974. Las incisiones en las paredes de Torres-Garcia, que desde el suelo del Palau se aprecian con cierta dificultad, son un documento muy valioso del proceso de trabajo del artista, que completa el hallazgo de una decoración al fresco de Torres-Garcia que había quedado tapada por las pinturas de 1926-27.

Pere Aragonès en el acto de restitución del Salón de Sant Jordi

Los responsables de los trabajos de restauración del Salón de Sant Jordi no han priorizado la restitución de las obras de Torres-Garcia en el espacio para el que fueron concebidas, pero es una posibilidad que está sobre la mesa. Habría hecho falta, primero, un presupuesto con el que ahora no se contaba, y después valorar la conveniencia de esta acción y la mejor manera de implementarla, ya que una vez arrancada de una pared no tiene sentido volver a enganchar la obra, aún menos tapando los rastros del proceso creativo de Torres-Garcia. Una alternativa sería proyectar sobre la pared un mapeo al estilo de lo que hay en el Pantocrátor de Taüll. En cualquier caso, la cuestión sigue abierta.

El retorno de la luz

Una de las intervenciones más importantes para recuperar el espíritu renacentista del salón ha sido la retirada de la gran lámpara de techo con lágrimas de vidrio y de la estructura que la sostenía, que ha dejado al descubierto una linterna que ahora permite la entrada de la luz cenital, fundamental en el proyecto de Pere Blai. Al sacar la plataforma de la lámpara de techo ha aparecido en el cupulino de la linterna un friso grutesco renacentista que tapaban unas inscripciones de exaltación nacional española que habían sido cubiertas en los años 80. Cabe decir que las vidrieras de la linterna –así como las de las cuatro ventanas descubiertas al retirar las pinturas de 1926-27– no son renacentistas sino del siglo XIX; sin embargo, se han conservado con el criterio de mantener testimonios de la secuencia histórica del salón, de la que esta restauración no deja de ser otro momento.

"Por más que se ha intentado recuperar el proyecto de Pere Blai, no hemos buscado la pureza ni hemos pretendido conseguir la falacia de la autenticidad –ha explicado Mestre–. Por el contrario, hemos querido dejar patente el paso del tiempo y visibilizar los vestigios de las diferentes reformas, usos y contextos históricos". En este sentido, se ha mantenido también en un rincón del techo una faja de las decoraciones encargadas durante la dictadura de Primo de Rivera y se han restituido a los tensores de hierro que aseguraban la estructura, retirados cuando el regente de la Audiencia convirtió el salón en vivienda.

Ésta es la parte de pintura de época que se ha conservado como recuerdo.

Aragonés ha celebrado "la belleza extraordinaria" de la restauración, destacando la luz como "su mejor símbolo". Y en una última reflexión que se puede leer fácilmente en clave de actualidad, ha recordado que la Generalitat de Cataluña es "la expresión institucional de la voluntad de catalanes y catalanas de gobernarse a sí mismos", y que lo había sido "desde 1359, cuando se fundó en Cervera", ya lo largo de la etapa medieval y la Edad Moderna, "cuando recaudaba los impuestos y los negociaba con la Corona con el objetivo y la contrapartida de defender derechos y libertades para la ciudadanía del país".

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