"Tengo muchas ganas de hacer algo que nunca he hecho"
El ARA conversa con Antonio García Robledo, que se retirará del balonmano con 41 años al final de esta temporada


La LangostaDos jóvenes ponen música festiva en la calle con un aparato electrónico Casio a cambio de la voluntad que les quieran dar los peatones. "Cuando yo era pequeño ya lo hacían sus padres", explica Antonio García Robledo (la Llagosta, 1984). Tiene 41 años y todavía sigue compitiendo al máximo nivel. "Como disfruto tanto, no veía el momento de decir basta", expone para justificar que haya sobrepasado la edad habitual para retirarse. Lo hará cuando acabe esta temporada. Estamos en la plaza de Pere Quart de la Llagosta, frente al piso donde vivía con sus padres y donde de pequeño jugaba a fútbol con los amigos cuando salía de la Escola Les Planes. Un universo gigante englobado en solamente 50 metros.
El balonmano le gusta hasta el punto de que no le preocupan las cosas de la vida que haya podido perderse para dedicarse a esta pasión, pero confiesa que tiene ganas de experimentar una nueva sensación. "Tengo muchas ganas de hacer algo que nunca he hecho", suelta. "Irme dos o tres semanas de vacaciones sin pensar en el más allá", sentencia con una sonrisa durante la conversación con el ARA en una cafetería con vistas a la plaza de su vida. "Mis vacaciones, a pesar de viajar, siempre han convivido con el estar pensando que al día siguiente tenía que hacer trabajo de fuerza e ir a correr. Mi cabeza también necesita ese stop que nunca tengo. He estado con mi mujer y mi hijo en lugares de playa y me he levantado a las siete de la mañana para hacer ejercicio para que cuando ellos se despertaran a las nueve ya pudiésemos empezar con el día. Creo que disfrutaré de dedicarme a descansar, levantarme cuando quiera y beber y comer lo que desee durante dos semanas".
De todas formas, el capitán del BM Granollers, club al que quiere seguir vinculado en el área deportiva, es consciente de que estas dos semanas probablemente serán un oasis en medio de la melancolía. "Tengo miedo, porque estoy seguro de que echaré de menos el balonmano. Disfruto muchísimo del día a día como jugador. No recuerdo el día que me haya levantado por la mañana sin pensar en el balonmano, no recuerdo el momento en que mi vida no haya sido diseñada para jugar a balonmano", asegura Antonio mientras bebe agua. Tiene ganas de hablar a pesar de que unas horas más tarde jugará el último partido de su carrera en el Palau Blaugrana, esta vez como visitante. "Para que nosotros ganemos al Barça se tienen que juntar todos los astros. Es el rival que más veces me ha frustrado en una pista", admite. Horas más tarde, los astros se juntaron. El BM Granollers, con siete goles de Antonio García Robledo, ganó por 30-31 a un Barça que aún no había cedido ningún punto en la Liga. El equipo vallesano refuerza el segundo puesto en la clasificación, una posición bastante más ambiciosa que su presupuesto.
"He alargado mi carrera porque el balonmano me encanta y se ha juntado con que considero que mi mejor rendimiento deportivo ha sido de los 30 años hacia delante, sobre todo cerca de los 40. Desde que he vuelto al Granollers me he encontrado un ambiente perfecto para rendir y disfrutar más en la pista". Entonces, ¿por qué se retira? "Me he dado cuenta de que en los partidos de alta exigencia, sobre todo al principio de esta temporada, jugando en competición europea y cada tres días, terminaba bien pero muy al límite. No quiero que la sensación que he tenido en casa después de los partidos la tenga algún día en la pista".
La felicidad en Tokio y la tristeza en Kolding
Antonio podría escribir una tesis sobre el balonmano, tanto sobre lo que ocurre en las pistas como sobre lo que se cuece en los pasillos. Aparte del Granollers y el Barça, el catalán ha jugado en el Ademar de León, el París Saint-Germain y el Nantes franceses, el CSM Bucuresti rumano, el Pick Szeged húngaro y el Kolding danés. Pero su máximo momento de gloria llegó con la selección española y el bronce que ganó en los Juegos Olímpicos de Tokio. "Tenía 37 años, llevaba cinco años fuera de la selección y, en teoría, solo tenía que ir a la preparación de aquellos Juegos", explica para evidenciar lo complejo que es el guion a veces.
Entonces ya había superado su peor etapa, que coincidió con su paso por Dinamarca en el curso 2016-2017. "Me divorcié y era la primera vez que vivía solo en el extranjero. Mi hijo se quedó con su madre en Granollers. El Kolding había apostado fuerte por mí, pero llegué allí y todo se derrumbó. El club empezó a tener problemas económicos, el equipo no funcionaba y a mí todo esto me afectó deportivamente. Llegó enero del 2017 y me di cuenta de que no jugaba, que no disfrutaba, que estaba solo y lejos de mi familia. Estaba destrozado", recuerda. "Pero llegó marzo y me llamó el Barça. Pasé del peor momento de mi vida a jugar en el mejor club del mundo y volver a estar cerca de mi familia", relata, consciente de que aporta una nueva prueba de la poca racionalidad de la vida. Este giro llevaba la firma de Xavi Pascual y Víctor Tomás.
Desde 2019, García Robledo también es concejal de deportes del PSC en la Llagosta. Se lo pidió un amigo de la infancia, el alcalde Óscar Sierra, y lo aceptó siempre que su papel fuera únicamente técnico y el cargo no le comportara adentrarse en disputas políticas que no le interesan. "He perdido la esperanza de que la política tenga los valores del deporte. Creo que valores del deporte como el compañerismo, la empatía y querer trabajar juntos para hacer crecer lo mismo cuestan mucho de entender en política. En política siempre se va con más cautela por lo que dirán. El trabajo en el mundo del deporte va hacia adelante con más facilidad".