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Las sanciones occidentales relanzan la autoestima de los rusos: "Hemos aprendido a valorar nuestro país"

Sólo un 26% de los ciudadanos admiten estar preocupados por las restricciones económicas, la cifra más baja desde 2014

Una imagen del 'skyline' de Moscú
14/04/2025
5 min
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MoscúUno de los objetivos de las sanciones occidentales contra Rusia al inicio de la invasión en Ucrania, aparte de aislarla internacionalmente y limitar su capacidad militar, era provocar un descontento entre los oligarcas y la población que desestabilizara el apoyo al régimen de Vladimir Putin. Nada de esto ha pasado.

Según el último barómetro del Centro Levada, un instituto de investigación sociológica independiente, sólo un 26% de los rusos están preocupados por las sanciones. Es la cifra más baja desde que en el 2014 empezaron a aplicarse las primeras medidas contra la economía rusa a raíz de la anexión de Crimea. En el 2022, con el estallido de la guerra, el porcentaje de población preocupada llegó a rozar el 50%, pero ni siquiera alcanzó los índices de 2014. Es más, la inmensa mayoría de los encuestados, un 86%, afirman que las sanciones no les han generado problemas personales ni a ellos ni a ellos. Apenas un 12% dicen lo contrario, un porcentaje que ha ido a la baja, puesto que en 2022 representaban prácticamente el 30%.

Estos datos varían mucho según la región y el entorno social. Tal y como explica en el ARA el director del Centro Levada, Denis Volkov, "probablemente han sentido más su efecto las capas urbanas y occidentalizadas, que viven en grandes ciudades, compraban productos occidentales y viajaban a Europa". En Moscú, por ejemplo, es mucho más fácil que en las zonas rurales encontrar a gente que ha notado el impacto de las sanciones.

"Está claro que me han afectado –dice la Svetlana–. Ahora tengo que pagar el doble o el triple por un medicamento que se produce en Europa o por los alimentos para dietas especiales". Ángela, que vive en las afueras de la capital, asegura sentir más el impacto negativo con las primeras sanciones, en el 2014. "En aquella época desaparecieron de las tiendas muchas delicias europeas y había auténtica escasez de buenos productos, que duró uno o dos años", recuerda.

A los jóvenes, el castigo a la economía rusa les tocó el ocio. "Lo primero que me impactó personalmente fue el cierre de la tienda de PlayStation", comenta Ksenia. También los servicios de música en estríming. "Para mí, que escucho exclusivamente a artistas extranjeros, era un inconveniente", dice.

Una molesta consecuencia transgeneracional entre las clases acomodadas son las limitaciones a la hora de viajar. "Se ha convertido en difícil y caro ir de vacaciones al extranjero –explica Ángela–. Hasta el 2014 íbamos cada año, ni siquiera pensábamos en pasar las vacaciones en Rusia". En cambio, el miedo a la Svetlana es la fiabilidad del sector aéreo ruso porque es uno de los más sancionados. "Si tengo que volar, siempre elijo una compañía aérea internacional", avisa. Por eso este viernes el Kremlin insistía en que una de las principales demandas en Estados Unidos es el levantamiento de las sanciones a Aeroflot, la principal aerolínea rusa.

IKEA, la más añorada

Sin duda, la marca que más echan de menos a los rusos es Ikea. Un 58% de los moscovitas encuestados por el Centro Levada indican que les gustaría verla de nuevo en Rusia. Le siguen Microsoft, Visa, Adidas, McDonald's, Coca-Cola, Nike y Zara.

Aquí también se percibe la fractura urbano-rural. Volkov recuerda una anécdota en un pueblo más allá de los Urales: "Les pregunté si querrían que volviera McDonald's y me respondieron: «Si nunca tuvimos aquí, ¿de qué nos estás hablando?»". Por su parte, la Svetlana dice que no entra en las cadenas rusas que han ocupado el lugar de las marcas occidentales y han vampirizado su estética y su oferta. "Es mi boicot personal", sentencia.

Metro en Moscú, Rusia.

De todas formas, las sanciones no sólo han afectado a las clases medias. Las restricciones a la economía rusa han provocado una inflación que se sitúa en estos momentos por encima del 10% interanual como resultado de la rotura de las cadenas de suministro, la caída del rublo y el aumento de los costes de producción. Sin embargo, en los barrios de la periferia de Moscú, los vecinos no asocian directamente la subida de precios a las sanciones y atribuyen la culpa, de forma genérica, a la guerra oa los políticos.

De la resignación a la autoestima

Sea como fuere, el relato del Kremlin es radicalmente optimista. Putin ha expresado en varias ocasiones que las sanciones se han convertido "en un catalizador de cambios estructurales positivos". Incluso quienes inicialmente sufrieron el estremecimiento de las primeras sanciones, ahora lo miran con otros ojos. "Muchas empresas extranjeras se fueron, pero los negocios de las empresas rusas se dispararon en muchos campos", explica Ksenia. Ángela añade que "ahora hay una gran selección de productos rusos y la calidad ha mejorado" y advierte: "Si vuelven las marcas occidentales, no serán competitivas, sobre todo por el precio".

Los economistas de la órbita del Kremlin también avalan este punto de vista. Aleksander Dinkin, presidente del Instituto de Investigación de Economía Mundial y Relaciones Internacionales considera que "la principal sorpresa para Occidente ha sido la fantástica estabilidad de la economía rusa", mientras que Nikita Asimov, párroco de la Escuela Superior de Economía, concluye que "las sanciones sólo han hecho que la economía rusa sea más fuerte y más resiliante". La realidad es que el PIB ruso creció un 2,1% en 2022, un 3,6% en 2023 y entre un 3,2% y un 4% en 2024, sobre todo por la reconversión en economía de guerra y la apertura de nuevos mercados.

Ahora bien, no todo son flores y violas. Estos días la prensa rusa alerta de las posibles consecuencias desastrosas de la dependencia de la venta del petróleo ruso en China en un escenario de guerra comercial. La presidenta del Banco Central Ruso, Elvira Nabiúlina, admite que "se están preparando para estos riesgos" si existe una caída mundial del precio del petróleo como resultado de una ralentización global de la economía. Aunque inicialmente algunas voces de la órbita del Kremlin celebraron que Rusia quedara al margen de los aranceles, los analistas advierten que podría ser catastrófico porque los ingresos del petróleo y gas se prevé que este año representen el 27% del presupuesto federal.

Además, pese a los cantos de sirena que periódicamente aparecen en medios progubernamentales, que anuncian planes de retorno de varias empresas occidentales, el Banco Central Ruso ya ha dejado claro que, de momento, no trabaja con la perspectiva de un alivio de las sanciones ni con el restablecimiento de las compañías europe. Putin también ha avisado de que, incluso si se levantan las sanciones, "nada volverá a ser como antes" y ha dado por hecho que Estados Unidos seguirá buscando la manera de ahogarlos. El aislamiento dio paso a la resignación y la resignación a la autoestima. "Empezamos a valorar más nuestro país –acaba diciendo Ángela–. Vivimos aquí y nadie nos espera a ninguna parte, eso es nuestra casa".

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