Cuando las abejas se transportaban a caballo
La familia Muria empezó a trabajar en el sector apícola en 1810, y ahora, ya en la sexta generación, vende sus productos en Harrods
Año 1810. Rafael Muria Queralt comienza un pequeño negocio de abejas para fabricar miel en el Perelló, casi junto al Ebro. El municipio, de algo más de 2.000 habitantes, es conocido como el pueblo de la miel por su tradición en el sector apícola. Cuando su hijo le toma el relevo ya tiene un centenar de colmenas fijas y en la población se crea la asociación de apicultores, conocida como Ligajo de Colmenas, con 225 miembros.
Así siguió Miel Muria hasta que, en la tercera generación, el abuelo del actual responsable de la empresa dio un impulso definitivo al negocio y lo profesionalizar introduciendo la trashumancia: una vez dejaba de florecer el romero en el Perelló, Rafael Muria (a todas las generaciones les han puesto el mismo nombre) cogía el caballo y un carro, ponía cinco colmenas de madera (las cajas donde hacen las colmenas las abejas) y recorría de noche los 40 kilómetros que le separaban de Alcanar, donde empezaba a florecer el naranjo. “Las abejas siguen la primavera infinita y, por tanto, las vamos transportando en función de dónde hay flor. Tienen que llegar al punto del amanecer para polinizar y hacer el néctar de dónde se sacará la miel”, explica Rafael Muria, el actual responsable de la compañía. En cada colmena hay entre 20.000 y 60.000 abejas obreras y una reina, que es quien organiza este ecosistema.
Con la cuarta generación se decide reducir el tamaño de la colmena para que sea más fácil transportarla, y también se amplía la trashumancia fuera del territorio catalán, hasta Teruel y la Comunidad Valenciana. El caballo es sustituido primero por la motocicleta, después por el coche, y finalmente por el camión. Durante estas cuatro generaciones, recuerda Muria, la miel se vendía básicamente en la tienda que tenían en el Perelló. “Muchas clientas iban a buscarlo cada día como si fuera la leche”. Sin embargo, hace unos 40 años encontraron varios distribuidores y se empezó a comercializar en toda Cataluña.
Actualmente a Mel Muria ya se ha incorporado la sexta generación, aunque es la quinta la que le sigue dirigiendo, con Rafael y su cuñado, Vicent Brull, al frente. Empujados por una fuerte demanda, son ambos quienes decidieron en 1999 trasladarse a las instalaciones, que actualmente ocupan 800 metros cuadrados y están situadas a la entrada del municipio.
Este cambio les permitió abrir sus puertas en el mercado español -sobre todo a herboristerías y dietéticas-, incorporar por primera vez empleados externos a la familia -actualmente tienen una plantilla de 25 personas- y divulgar la tradición y la cultura del negocio abriendo un Centro de Interpretación Apícola donde se encuentra la conocida “fuente de la miel”.
En 2013 dieron otro paso importante, producir “miel de lujo”, una línea que bautizaron como artMuria. "Tiene un porcentaje de polen más alto", explican. Esta creación les abrió la puerta a la exportación. Tras hacer un intento por introducir el producto en Alemania, ese mismo año Rafael acudió a una feria en París. El último día se le acercó un distribuidor de Harrods -el centro comercial más famoso de Londres, donde venden productos de alimentación de lujo- y le dijo que quería en exclusiva la miel de artMuria. Ante este éxito, poco después deciden sumarse a los productos ecológicos y sacan la línea Muria Bio, que aparte de miel incluye productos como el propóleo o el polen.
Gracias a estas dos líneas, en sólo cinco años ya exportan a Francia, Bélgica, Suiza, Holanda, Reino Unido, Austria, Irlanda, Oriente Medio -donde comercializan miel con oro comestible que en Europa, por normativa, está prohibido venderlo, Hong Kong y Japón.
El negocio tiene más de 2.000 colmenas repartidas por España que producen miel casi todo el año. En 2017 cerraron con una facturación de 2 millones de euros, de los que el 30% corresponde a la exportación. "Nuestro objetivo a medio plazo es llegar al 50%", explica Rafael. Para ello ya tiene en mente el próximo país que quiere endulzar y que con seis generaciones ha sido el único que se le ha resistido: Alemania.