Alemania paga con la crisis dos décadas de baja inversión
Administraciones y agentes económicos se plantean reformar el límite de déficit que marca la constitución
BarcelonaAlemania es la mayor economía de la Unión Europea, pero en los últimos dos años también es el enfermo del continente. La economía cerró el 2023 con un crecimiento negativo y las previsiones de Berlín también auguran un 2024 con la actividad bajo mínimos. Las razones son diversas, desde el encarecimiento de la energía por la guerra en Ucrania hasta las tensiones comerciales con China, pero un elemento aparece a menudo en el debate público: la falta de inversión, sobre todo pública, que arrastra al país desde inicios del siglo XXI.
Según la teoría económica más elemental, la inversión es un elemento clave del crecimiento, porque supone un movimiento de dinero en la economía grande, especialmente para grandes obras: construcción de líneas de trenes, carreteras, hospitales o escuelas, pero también para el desarrollo del país, porque una inversión elevada aumenta la productividad de empresas y trabajadores, lo que se traduce en mayores beneficios y sueldos más altos, que se revierten en la economía.
El informe económico en profundidad de 2024 que publica anualmente la Comisión Europea para todos los estados de la UE califica el crecimiento de la economía alemana de "anémico" y apunta la poca inversión como uno de los motivos. "La inversión pública neta ha sido cercana a cero en las dos últimas décadas", dice el documento. Bruselas no está sola en el diagnóstico: "La inversión pública declinó en los años 90 y desde entonces apenas ha permitido compensar la depreciación [de los activos]", indica un informe del pasado marzo del Fondo Monetario Internacional (FMI ) sobre el estado de la economía germánica. "Eso pone a Alemania casi en la cola de las economías avanzadas en inversión", añade el organismo internacional.
Los datos de inversión tanto privada como pública son de los más bajos de Europa. En el caso de las administraciones públicas, la cantidad dedicada a inversión como porcentaje del producto interior bruto (PIB, el indicador que mide el tamaño de una economía) en Alemania ha sido inferior a la de Grecia –un país rescatado tres veces – durante buena parte de los últimos veinte años. De hecho, de media, entre 2000 y 2023 el sector público alemán invirtió un 2,54% de PIB cada año, mientras que la media de la zona euro era del 3,26% y en Grecia, del 4,29% .
Teniendo en cuenta el tamaño del PIB germánico cada uno de estos años, las administraciones públicas del país dejaron de invertir casi 18.900 millones de euros anuales en comparación con lo que habrían destinado si hubieran seguido la media del ' eurozona, un total de más de 453.000 millones en 24 años. Alemania invirtió menos que España e Italia.
Un artículo de 2020 del Instituto de Política Macroeconómica (IMK en sus siglas en alemán), un think tank sindical alemán, calculaba que, en términos netos (inversión ejecutada menos la depreciación de los activos), la inversión pasó a ser "negativa" a partir de 2004. En este sentido, en 2019 los principales sindicatos y patronales del país apoyaron un plan de diez años para lanzar un programa público de renovación de infraestructuras financiado con deuda. "El estancamiento del stock de capital público se ha convertido en un problema para el conjunto de la economía", dice el artículo del IMK.
Un análisis de los datos apunta a que los gobiernos regionales y federal tienen niveles de inversión más altos, pero que el principal problema se encuentra en el primer nivel de las administraciones. "La inversión neta negativa a escala local parece ser la principal razón del débil comportamiento total de la inversión, lo que afecta mucho a las infraestructuras locales", señala el informe de la Comisión Europea.
El cero negro, cuestionado
Una de las razones que explican la poca inversión en Alemania desde hace años es la política llamada Schwarze Null (cero negro, en alemán), que consiste en limitar el déficit del estado para evitar que se acumule la deuda pública con el tiempo. Esto llevó a aprobar una reforma constitucional en 2009, justo con el estallido de la crisis financiera, para limitar a un máximo del 0,35% del PIB el déficit público anual. Esta política ha limitado la cantidad de dinero que tienen disponibles las administraciones para invertir, ya que primero deben hacer frente a gastos indispensables –como pagar sueldos de funcionarios, pensiones, subsidios a la compra de medicamentos, material escolar, etc.– y, lo que sobre, se puede destinar a inversiones.
"Debido a las presiones por la consolidación fiscal, la inversión en infraestructuras públicas ha sido enormemente ignorada en Alemania en las décadas recientes", dice el artículo del IMK. El resultado, añade, ha sido "el deterioro y agotamiento del stock público de capital de Alemania, que ya no cumple con lo que se pide de una economía moderna".
La crisis actual del modelo económico germánico ha levantado dudas sobre la necesidad de mantener el Schwarze Null. Hasta ahora, las críticas siempre habían llegado de forma velada desde el BCE, pero sin llegar a cuestionar abiertamente la cláusula constitucional. Ahora parece que la necesidad de incrementar la inversión pública puede ser la palanca con la que se podría acabar doblando, aunque sólo fuera parcialmente. Varias entidades económicas privadas alemanas pusieron en entredicho en el pasado el mandato del 0,35% de déficit, pero ahora incluso las instituciones públicas se abren a reformarlo, como es el caso del Bundesbank. "Podemos plantearnos hacer distinciones entre el gasto en consumo y en inversión para tener más margen para inversiones", declaró el miércoles al Financial Times el gobernador del Bundesbank, Joachim Nagel.