Echar de menos a los muertos también es una manera de seguir adelante
Cuando alguien que amamos se marcha no quiere decir que se haya terminado la relación, sino que a través de las etapas del duelo se va transformando
BarcelonaDecía el escritor Isaac Bashevis que los muertos no van a ninguna parte. Todos están aquí, con nosotros, y que cada persona es, en realidad, un cementerio. “Un cementerio real, donde se encuentran todas nuestras abuelas y abuelos, papá y mamá, mujer, niño. Todo el mundo está aquí todo el tiempo”, añadía.
Lo cierto es que, a medida que vayamos pasando páginas en la vida, cada vez nos dejan más personas. Pero en realidad sólo lo hacen físicamente. En nuestro interior, en cambio, se van instalando todas como pequeños posos con los que mantenemos una relación que, a menudo, trasciende el paso del tiempo.
Después de más de veinte años acompañando a personas que viven procesos de duelo, la psicóloga Mònica Cunill asegura que la muerte no pone fin a una relación, sino que la transforma. Pero antes de llegar a este punto, primero es normal tener que vivir una etapa en la que debe transitarse el dolor que genera la pérdida física de la persona que se ha marchado. Ya no puedes verla, ni hablar, ni tocar, ni contarle tu día a día.
“Todo ese dolor no deja de ser amor hacia esa persona. El origen de sentir dolor es que amamos”, nos recuerda Cunill. Por tanto, una vez hemos podido expresar y compartir todo lo que sentimos, y si nos hemos sentido validados y acompañados en el proceso, podremos pasar a la siguiente etapa del duelo, que es la de conseguir que todo este dolor se transforme de nuevo en lo que es: amor por esa persona. "Un amor que será el que nos seguirá uniendo", dice la psicóloga.
Es el momento en que es posible abrirse a otras formas de conexión con los que ya no están ahí. Formas que pueden ser internas o externas, y es ahí donde entran todos los rituales y simbolismos. Pueden ser desde los actos más tradicionales, como la celebración de Todos los Santos o el Día de Muertos en México, como los de carácter más personal.
Símbolos y rituales
“Son nuevas formas de sentirse conectados a esas personas. Algunos te dicen que ya no echan de menos a esa persona, porque ya la sienten en su interior. Los acompaña”, explica Cunill. Es así como, de forma interna, pueden expresarles cómo se sienten, qué les preocupa o pedirles consejo. "Otras personas te dicen que, sencillamente, se sienten conectadas a partir de los recuerdos", continúa.
Son pequeños gestos como mirar fotografías o hablar de esa persona de forma natural en las comidas o en días especiales, como una forma de hacerla presente y honrar su memoria. Cada uno tiene su propia simbología, y mientras que para uno puede ser encender una vela, para otro puede ser coger la moto e ir a esa playa tan especial a la que siempre iban juntos.
Estos lazos invisibles nos unen con quienes ya no están y actúan como un bálsamo. "Te calman el corazón y te permiten continuar con la vida", dice Cunill. Eso sí, considera que para conseguirlo uno no debe olvidar ni hacerlo dando la espalda a lo ocurrido, sino con plena conciencia y con agradecimiento por todo lo vivido con aquella persona. "Y es ese amor que sientes lo que hace un proceso de transformación que se multiplica, se expande y te hace ser más empático, más humano", remarca.
Tomar conciencia
Uno de los primeros pasos para dar todo este proceso, según la psicóloga, es afrontar las primeras veces sin esa persona. La primera Navidad, el cumpleaños, la fecha importante. “Y esto significa vivirlo con la conciencia de que esa persona no está, y ver cómo lo vive uno mismo”, dice Cunill. Escucharse y saber poner palabras a lo que se está oyendo, así como rodearse de gente que nos escucha y comprende, es indispensable para salir más fortalecido.
Este punto también es crucial en lo que respecta a los niños que viven un duelo. "Siempre hay que darles un espacio para poder compartir lo que sienten, para poder participar de los rituales y toda la experiencia de pérdida", dice Cunill, que asegura que los niños tienen mecanismos en función de su edad para ir integrando todo lo que va pasando.
“Un niño que ha perdido a su padre no hace el mismo proceso que un adulto, porque hasta que no sea un adulto no podrá acabar de integrar lo que significa para su vida que esta figura no esté físicamente”, explica la psicóloga . Sin embargo, sí puede mostrar sus espacios de conexión a través de rituales como tener una “caja de los tesoros” donde guarda las cosas de su padre. Así siempre puede cogerla cuando lo eche de menos. "Hay que poder compartir, naturalizar y entender que, aunque el padre no esté físicamente, eso no quiere decir que no tenga padre", remarca Cunill, que considera un error que las escuelas no quieran celebrar el Día del Padre si en clase hay algún niño al que le falta un progenitor: "Que el padre no esté físicamente no quiere decir que ese niño no tenga padre", insiste.
Al final, según la psicóloga, se trata de dejarse conectar desde el corazón. Quizás haga daño al principio, pero es así como podremos continuar conectados para siempre con todos los que se han ido.