Animales

Mi gato maúlla sin parar: ¿qué me quiere decir?

Hablamos con expertos en comunicación animal para intentar entender todas las señales que gatos y perros hacen para comunicar con nosotros

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Un gato en una imagen de recurso.

Barcelona“Solemos entender más a los perros que a los gatos porque los felinos utilizan un lenguaje más sutil. Todos, sin embargo, se comunican”, asegura Cristina González, etóloga clínica y miembro del departamento de comportamiento animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Autonóma de Barcelona (UAB). Las señales corporales suelen ir de menor a mayor visibilidad y crecen también en intensidad en función de si se sienten escuchados. A excepción de algunos conflictos inevitables -en cuestiones de territorio, reproducción o comida- prefieren siempre la buena convivencia entre miembros de su especie y con los humanos, aunque estos últimos todavía están lejos de comprenderlos cómo a los animales les gustaría.

Un perro que se encuentre con otro y no quiera ningún enfrentamiento, posiblemente, caminará lentamente y curvado para evitarlo. Si alguien le hace un mimo y no quiere, con toda probabilidad, bostezará y girará la cabeza. Son algunas de las señales de calma. Turid Rugaas, educadora canina noruega, clasificó hasta una treintena de señales diferentes. “Para ellos, el menor conflicto es la mejor solución. Desvían la atención para rebajar la tensión del momento y prefieren hacerlo con señales de bajo impacto, como cerrar los ojos o chuparse el hocico, que no con grandes aspavientos”, indica Nicolás Planterose, educador canino de Tartaruga Educación Canina. El suyo es “un lenguaje de paz que promueve la convivencia armónica” o, al menos, “reducir las posibilidades de conflictos evitables”, añade. Pero si esa caricia que no quiere continuar, es entonces cuando el animal pone un límite más claro como es enseñar los dientes, tocar con el hocico o, incluso, con el tiempo, podría acabar mordiendo. González explica su motivo: “No le ha quedado otra que ser más exagerado. Está enfadado y pide que le dejes en paz”. Por tanto, es evidente que falta comprensión, una carencia que podría generarle estrés, problemas de agresividad y de relación con otros cánidos. “No se trata de un perro impulsivo. Los hemos creado así a base de no escucharlos. Él lleva tiempo haciendo señales de incomodidad y tú llevas muchos meses sin entenderlo”, lamenta esta especialista, que añade que, en detrimento de ellos, se les suele castigar. Tommasso Piermarini, etólogo y veterinario de Tom Vets, subraya, en este sentido, que “el perro mejor del mundo puede llegar a morder si alguien le molesta” y que “esta señal, también, suele malinterpretarse”. “Cuando enseña los dientes, lo corregimos. Cuando lo correcto sería decirle que entiendes que aquella situación no le ha gustado y dar un paso atrás”, indica Piermarini, que para favorecer la comunicación, propone reproducir su lenguaje de calma: “A la hora de acercarnos a un perro, si nos mira y aparta la mirada, nosotros también podemos dar la vuelta para apartar la mirada para exponerle que no queremos ser peligrosos”.

Los maullidos del gato

Entender a los animales de compañía favorece el vínculo que tenemos con ellos. En el caso de los felinos, Alejandra López, consultora certificada de comportamiento felino, concreta que se comunican, principalmente, a través de vocalizaciones y lenguaje corporal. Sus maullidos tienen diferentes significados como saludo, hambre, malestar, juego, atención, angustia o reproducción; y varían en función del tono, duración, intensidad y ritmo. “Los tutores de gatos, a menudo, pueden aprender a reconocer los diferentes tipos de maullidos de sus gatos y entender lo que están intentando expresar”, asegura López, impulsora de Rasca y Pica, quien añade que “una comunicación efectiva también puede ayudar a identificar señales de enfermedad o malestar de forma primarenca”. Habitualmente, los maullidos cortos y agudos son más de demanda. “Quiere algo, como que lo abras...”, ejemplifica González. En cambio, un maullido más grave y gutural suele ser, según esta experta, "algo más ofensivo, que no está cómodo...". Miolar en exceso, por otra parte, sería una señal relacionada con estrés o si el felino maúlla cuando va al arenero para orinar o defecar podría ser que tuviera dolor. “Por tanto, es necesario interpretar el maullido en el contexto de la situación y teniendo en cuenta su lenguaje corporal. Hay gatos, además, que son muy charlatanes y otros, no tanto”, admite González. Para López, “entrenar a los gatos para que sigan rutinas y respondan a mandos puede ser gratificante”. Es decir, con la repetición y el refuerzo positivo se puede enseñar al felino a realizar ciertas acciones o comportamientos específicos, como por ejemplo a utilizar la bandeja sanitaria o venir cuando se le llama.

“Brrrah-ha-ha” por decir jugamos

Los expertos aseguran que no existen evidencias científicas de un vocabulario felino. En este sentido, no ven realistas los vídeos que aparecen en redes sociales donde se enseña a hablar con un gato. El tiktoker Alec Newman explica que ha aprendido un nuevo lenguaje fruto de la convivencia y la observación con sus felinos. Por ejemplo, para él, "Me-Mer" significa "ven hacia aquí" o "brrrah-ha-ha" que jugamos. López, que también es directora regional de Latinoamérica de la International Association of Animal Behaviour Consultant (IAABC), aclara que “cada animal maúlla diferente, porque cada animal es diferente, y el sonido puede no significar lo mismo para unos y otros”. Eso sí, desde que los gatos están en contacto con humanos -en la naturaleza utilizan una combinación de sonidos y feromonas para comunicarse- han aprendido a maullar más. Para perros, Claudia Fugazza, etóloga italiana, ha creado un método, llamado Do as I do, con el que el animal aprende comportamientos a partir de la observación de los demás: el tutor hace una acción y el perro le imita en oír la verbalización de la expresión “Do it!”. Para Piermarini, este método, basado en la predisposición del perro de aprender socialmente de los humanos, demuestra que "todavía no lo sabemos todo sobre el lenguaje".

Precisamente, un estudio sobre el comportamiento de los perros, publicado en Applied Animal Behaviour Science, puso de manifiesto que los movimientos de la cola eran las señales más comunes utilizadas para interpretar el comportamiento del perro en los sesenta observadores (tutores de perros, veterinarios , educadores caninos y no tutores) que participaron en la investigación. Ahora bien, Piermarini advierte que "un perro que ladra de forma territorial y proyectado adelante para defender el territorio o alejar algún estímulo que le molesta, también moverá la cola, pero será fruto de la excitación del momento". ¿Realmente, esto se sabe?

De corazón a corazón

¿Qué siente o qué quiere? Es lo que se preguntan las personas en los últimos momentos de vida de su animal de compañía. Olga Porqueras, que desde hace más de 30 años se dedica a la comunicación con animales, subraya que lo que recibe de esta interacción "corazón a corazón" es la visibilización de "conflictos importantes" que ellos viven. “Hacemos una tarea altamente terapéutica. Nos llegan imágenes, sensaciones, palabras y emociones. Cuando estás comunicando, estás sintiéndolo con él y todos tenemos esa capacidad innata de conexión porque partimos de la base de que también somos animales”. Según Porqueras, “el ser humano está acostumbrado a mirar, pero no a ver; a oír, pero no a escuchar. Los animales ya se expresan, pero nosotros todavía no los entendemos lo suficiente”.

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