Cuerpo y Mente

Como mandar a paseo alguien (de forma educada)

Saber poner límites y decir que no educadamente es posible si sigues estos consejos

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Barcelona¿Vamos a este restaurante? ¿Vemos una película? ¿Vendrás a comer domingo? La lista de preguntas que recibimos diariamente y que necesitan una respuesta puede ser muy larga. Y no siempre sabemos cómo responderlas o como hacerlo sin traicionar lo que realmente queremos hacer. “Si digo que no, ¿se enfadará?”, pesamos. El resultado es que, más a menudo de lo que nos gustaría, acabamos diciendo que sí a cosas que realmente no nos apetecen. ¿Cómo es posible?

“Siempre se nos ha enseñado que decir 'no' es negativo, a pesar de que puede ser muy positivo y necesario para poder construir vínculos y relaciones sanas”, explica Alba Cardalda, psicóloga y autora del libro Cómo mandar a la mierda de forma educada (Vergara, 2023). En su libro propone técnicas para poder responder con asertividad sin temor a perjudicar la relación con los demás. “Tenemos que aprender a dar otro significado a la palabra no”, explica Cardalda, que asegura que dependiendo del modelo familiar y la educación que hayamos recibido tendremos más problemas para ser asertivos o no. “Si has tenido un modelo más complaciente, seguramente tendrás más miedo de no serlo con los otros”, remarca.

Respuesta meditada

Entonces, ¿cómo podemos empezar a responder de forma más honesta? La psicóloga asegura que el primer paso parece muy evidente, pero de hecho es donde más suelen fallar las personas que le llegan a su consulta con este problema: “Tenemos la tendencia a responder rápidamente, como si tuviéramos que dar una respuesta firme enseguida”. Ante esto, Cardalda recomienda concedernos un tiempo para pensar y para escuchar si realmente queremos aceptar o no el que nos están diciendo: “Normalizar tener un tiempo para pensar es básico y principal”.

Si no se tiene en cuenta, lo que suele pasar es que respondemos de manera automática y después, cuando nos paramos a pensar, nos damos cuenta de que realmente no queríamos decir aquello y es cuando llegan las desazones y las ansiedades. Por eso, recomienda tener al alcance una serie de fórmulas como respuesta sin tener miedo de quedar mal.

Para empezar, desaconseja acompañar la negativa con una explicación. “No vendré a la cena porque voy mal de dinero”, por ejemplo. “De este modo abrimos la puerta que el interlocutor nos busque una solución en el problema, como decirnos que ya invita él”, explica. “También damos a entender que el simple hecho de no querer hacer una cosa no es suficiente para negarnos a hacerla, a pesar de que tendría que ser suficiente”, continúa. Es decir, tendríamos que validar lo que sentimos y lo que nos apetece hacer, y que esto ya fuera suficiente. “Quizás simplemente no nos apetece ir a la comida. Por lo tanto, lo mejor es decir “gracias, pero hoy no me apetece””, concluye.

Afrontar la insistencia

Y si todavía queremos ser más claros y educados, podemos optar por la fórmula de agradecer la propuesta, decir que no iremos y desear que la actividad vaya bien. En otras palabras, se puede decir: “Gracias para decírmelo, hoy no vendré, pero pasadlo muy bien”. “Este apunte final es para dar como cerrada la conversación. Es como decir: 'Muchas gracias, pero no insistas'". Si no conocemos mucho al interlocutor, pero queremos continuar manteniendo relación en el tiempo, siempre se puede proponer una alternativa en un futuro. “Hoy no puedo, pero, ¿qué te parece si otro día hacemos otra cosa?”.

Es cierto que hay personas a las cuales les cuesta mucho aceptar un no por respuesta y pueden ser muy insistentes. En este caso, la psicóloga recomienda hacer la técnica del disco rayado: “Consiste a mantener la misma explicación, corta pero sólida, y repetirla tantas veces como haga falta”. Por ejemplo, que una persona quiere que le dejes un libro, pero tú le has dicho que no, porque lo necesitas para hacer un trabajo. Y, aun así, insiste. Según esta técnica, cada vez que te lo pida le tienes que responder con la misma explicación, como un disco rayado . “Esto sirve mucho para los que te quieren vender algo”, asegura Cardalda.

Autodefensa asertiva

Otras veces no tenemos que responder a la pregunta, sino más bien a la crítica que nos dirige otra persona. Para empezar, la psicóloga remarca que no todas las críticas son malas ni nos las hacen para hacernos daño. “Primero hay que escuchar la crítica, porque podría ser constructiva y podríamos aprender y mejorar cosas”. Ahora bien, si no es constructiva y tiene el objetivo de hacernos daño, entonces hay que tener estrategias para responder.

Una de ellas es agradecer la observación, pero mantenernos firmes en que no estamos de acuerdo con la crítica. “Muchas gracias por tu apreciación, pero a mí me gusta lo que he decidido”, podría ser una respuesta, sin dar muchas más explicaciones. O bien se podría optar para agradecer la crítica, pero remarcar que no hemos pedido la opinión a nadie. “Podemos hacer referencia a la manera como la otra persona nos está diciendo las cosas y expresar que no nos gusta y que no nos estamos sintiendo a gusto con la manera en que nos hablan”.

Señalar el comportamiento

Todos conocemos personas que, con sus actos y palabras, intentan manipular a los otros para conseguir objetivos. Si nos tenemos que relacionar con ellas, hacen falta altas dosis de asertividad. Una de las técnicas que funcionan mejor, según Cardalda, es hacer evidente que sabemos qué intención tiene su comportamiento, sea ridiculizarnos, sacarnos mérito o hacernos sentir inferiores. Puede ser muy efectivo decir una cosa así: “Escucha, me parece que intentas sacar mérito a mi trabajo”. “La otra persona se quedará muy parada, porque no se espera que nosotros seamos tan directas”, asegura.

A veces ni siquiera hacen falta palabras. Un silencio y una mirada directa y sostenida puede hacer muy evidente que el comentario de la otra persona ha estado fuera de lugar. “Esto crea un espacio, unos segundos de incomodidad, que hacen que la otra persona enseguida se dé cuenta de que lo que acaba de decir no es correcto o no es correcto”, dice.

Al final, lo más importante es que cada cual de nosotros integramos dos o tres estrategias que sepamos que nos funcionan y que siempre podamos tener a mano para poder responder. Eso sí, de manera muy educada.

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