¿Qué hacen un millón de piezas de coleccionista repartidas en almacenes en Lleida?
El leridano Adrià Codina, de sólo 23 años y descendiente del pintor modernista Ramon Casas, es reconocido como el más precoz en el mundo de las subastas y las ferias de arte
LleidaSentado entre los pocos privilegiados de la sala de subastas Sotheby's de Londres, un joven leridano de 23 años adquirió el pasado septiembre un lote de cinco camisetas originales del cantante Freddie Mercury. Son piezas que el líder de Queen lució sobre los escenarios en los años ochenta. "Ni mi pareja sabe cuánto me gasté realmente", confiesa Adrià Codina, un prodigio del mundo del coleccionismo que admite haberse gastado la suma más alta hasta ahora en su corta carrera. Y ni siquiera tiene intención de revender las camisetas. "Es una inversión y ya veremos qué haré", avanza.
Codina es con toda probabilidad el más joven coleccionista profesional de nuestro país. Empezó a fraguarse antes de los 18 años, siempre acompañado de los padres para poder pujar legalmente a las subastas. Con la mayoría de edad, recién iniciada la carrera de historia del arte y de gestión del patrimonio artístico, se hizo autónomo y empezó a comprar y vender todo tipo de antigüedades. Una vez graduado y habiendo terminado un par de cursos internacionales de peritaje de arte, se convirtió en uno de los vendedores online más importantes del país bajo la marca La Casa del Coleccionista. Aparte de los 34.000 lotes que tiene a la venta, asegura disponer de más de un millón de piezas repartidas por varios almacenes y viviendas de Lleida. Sobre todo obras de arte, pero también joyas, relojes, ropa, sellos, monedas, condecoraciones, libros, catálogos, fotografías, cámaras, discos, postales, cómics, revistas, artesanía, aparatos antiguos... Tiene de todo. Ha vaciado decenas de viviendas y ha adquirido bibliotecas, anticuarios y colecciones monumentales para revenderlo a mejor precio. “¿Trasladarme a Barcelona? Ni de cachondeo –contesta Codina–. Con el precio al que está el metro cuadrado, allí mi proyecto sería inviable”.
Este joven leridano asegura haberse hecho a sí mismo. Con la única ayuda de su curiosidad y la nariz para los negocios. Descendiente del pintor modernista Ramon Casas (la hermana heredera es su tatarabia), ha crecido en un entorno familiar que le ha dado sensibilidad por la producción artística. Pero nunca ha tenido ningún regalo. Una de las pocas concesiones de sus abuelos (los actuales herederos del patrimonio artístico del pintor) ha sido una silla original de Ramon Casas que Codina utilizó como atrezo en la última edición de Feriarte de Madrid.
Precisamente en esta prestigiosa feria, muchos visitantes le ignoraban. Le veían tan joven al expositor que pensaban que era un simple ayudante. “Al final, tuve que colgarme la acreditación para que creyesen que yo era el dueño del stand”, reconoce.
Empezando de cero
Su pequeño imperio de obras empezó a forjarse con actuaciones teatrales domésticas y vendiendo manualidades de cápsulas Nespresso a familiares y amigos. Después, Codina hizo cajón con su faceta de ilusionista. Fan de Mag Lari y Mago Pop, de adolescente aprendió un buen puñado de trucos para acabar estrenándose como Mag Adriaco e ingresando en la Asociación de Magos e Ilusionistas de Lleida. Esta entidad hizo una excepción aceptándole como miembro con sólo 16 años. Mago Adriaco sigue en activo amenizando fiestas privadas, ferias, congresos, escuelas, bares y teatros.
Pero su gran vocación sigue siendo la de comprar y vender. Sobre todo, comprar. Lo aprendió de sus abuelos, ambos coleccionistas (uno de antigüedades, el otro de obras de arte). De pequeño les acompañaba a mercados, ferias, inauguraciones y subastas. Aprendía el oficio y, con sus primeros ahorros, empezó las primeras colecciones de minerales, sellos y monedas.
Hasta que llegó la pandemia. Durante esos meses, su negocio estalló exponencialmente. “La gente estaba encerrada en casa, sin poder comprar en los anticuarios, y empezó a hacerlo por internet”, recuerda Codina.
El dinero que gana ahora con el coleccionismo lo reinvierte en arte. "Sólo en obras que a mí me gustan", advierte el joven leridano. Sobre todo de estilo modernista catalán de cambio de siglo del siglo XX, con el que ha crecido, pero también de arte contemporáneo, sobre todo urbano. “Me cuesta desprenderme de las obras –reconoce–, pero soy consciente de que para crecer tengo que ir vendiendo”. Una de las piezas que más le cuesta poner en venta es un modelo en yeso del taller de la Sagrada Familia del año 1904, momento en el que el propio Antoni Gaudí trabajaba allí. Ahora le vende por 38.000 euros, pero meses atrás le habían ofrecido mucho más, cuando él todavía era reacio.
Inversor de artistas poco conocidos, como Arcadi Mas y Fondevila, Carlos Vázquez, José Costa Ferrer, Martí Gras y Alexandre Riquer, también es un mecenas de actuales como Aka Modesto, a quien compra toda su obra. Modesto fue precisamente uno de los participantes de la polémica exposición en la iglesia de Farrera que el obispado de Urgell calificó de “ofensa a los sentimientos religiosos”.
Codina tiene especial predilección por todo lo relacionado con su tatarabuelo. “Quiero hacer el patrimonio artístico familiar cada vez mayor”, afirma, cuando ha regresado de Marbella con unos carteles publicitarios que Casas dibujó para Anís del Mono.
En un par de años tiene previsto ejecutar un nuevo proyecto web para su empresa. Promete que esto transformará el mundo de los galeristas. "Los negocios físicos están abocados a desaparecer", pronostica Codina.
¿Vida social? El tiempo libre del joven coleccionista siempre gira en torno al arte. Cuando viaja, visita galerías, exposiciones, pisos en venta y familiares de antiguos pintores. Y, aparte, ha abandonado la política. Era un miembro activo de las Juventudes de Esquerra Republicana. "Lo dejé estar al darme cuenta de que la política está hecha para los vividores ya mí me gusta demasiado trabajar", concluye.
“La curiosidad y su carácter impetuoso le dan un resultado explosivo”
Varias personas cercanas a Adrià Codina coinciden en la excepcionalidad de su personalidad. Albert Velasco, que fue su profesor en el departamento de historia de la Universidad de Lleida, le recuerda como un alumno que destacaba por ser extremadamente curioso. "Esto, combinado con su carácter impetuoso, da un resultado explosivo", concluye.
Ferran López, presidente de la Federación Española de Anticuarios, indica que Codina es la confirmación del rejuvenecimiento del sector. "Desde hace quince años estamos viviendo un relevo generacional que ha permitido a la profesión modernizarse y adaptarse a los niveles de exigencia y autenticidad actuales", explica López, que añade que Codina "lleva al ADN la capacidad de 'estar en este mercado”.
Lo que más le gusta del joven galerista a Héctor Albericio, de la galería Art Petritxol de Barcelona, “es su pasión y el gusto que tiene”. De hecho, le admira que "compre sólo lo que le gusta y, sólo por este motivo, estoy seguro de que le irá bien".