¿Por qué no votó a Leonor en las elecciones europeas?
En un entorno de descrédito de la democracia y de pasotismo político juvenil, ¿qué asusta a la Zarzuela para que la princesa de Asturias no pueda hacer lo que hacen otras princesas reales?
BarcelonaComo la visión demasiado cercana engaña porque impide la perspectiva, las comparaciones con los vecinos siempre resultan muy útiles para medir a qué nivel nos situamos unos y otros. Esto es lo que se ha hecho siempre con la monarquía española, pero ya se sabe que las comparaciones suelen ser odiosas. Si tradicionalmente la casa borbónica no quedaba en muy buen lugar cuando se la confrontaba con el resto de sus homólogas del Viejo Continente, al menos podía esperarse que esto fuera cambiando con los años. Sin embargo, la realidad ha sido muy distinta y la institución todavía no ha evolucionado casi nada. Ni con el último relevo ni ahora que una nueva generación empieza a asomarse.
En los últimos días, quien ha evidenciado que España sigue yendo retrasada en cuanto a actualizar la institución monárquica ha sido la familia real belga, que en las últimas elecciones europeas ha enviado a votar a sus jóvenes herederos. Los cuatro hijos de los actuales reyes de los belgas acudieron el pasado domingo al colegio electoral número 74 del distrito de Laeken, en el noreste de Bruselas, para depositar su voto en las urnas que debían servir para configurar las mayorías del nuevo Parlamento Europeo pero también en las urnas de las elecciones legislativas belgas, ya que ambas contiendas electorales se cerraban a la vez. Isabel, Gabriel, Emmanuel y Leonor hicieron cola durante 40 minutos junto al resto de ciudadanos del distrito donde se ubica el palacio real donde viven para poder votar. Si bien los tres hermanos mayores pudieron votar en ambos comicios, la pequeña Leonor sólo pudo votar en las europeas, ya que tiene 16 años y sólo cumplía la edad suficiente –allí...– para ser electora en las elecciones de la Unión.
La imagen de los cuatro príncipes –la mayor y la heredera es Isabel, de 22 años– haciendo cola entre la gente ha sido muy mediática en su país porque era la primera vez que podían ir los cuatro juntos a ejercer su derecho a voto y también porque retrata a una nueva generación real tomándose sus deberes ciudadanos en serio. Además, también ha sido muy comentado el complemento informativo adjunto a los cuatro jóvenes: sus royals ancianos, que también visitaron las urnas en esta ocasión. El rey abdicado Alberto II de los belgas y su esposa, la reina consorte Paola –que abdicó con su marido en el 2013–, decidieron que ahora que no están en activo pueden permitirse el lujo real de expresar lo que piensan a través de una papeleta y participar así en el evento más elemental de la democracia: votar. Aunque el grueso de la familia acudió, cabe remarcar que el rey Felipe de los belgas y su esposa Matilde no pasaron por ningún colegio electoral, ya que quisieron extremar las precauciones en relación con la neutralidad que deben guardar públicamente.
Pero si estos cuatro jóvenes pudieron votar sin ningún problema político ni previo ni posterior para la institución que representan, ¿por qué la heredera de la Corona española no hizo acto de presencia en ningún colegio electoral? En España, no hay tradición de ir a votar por parte de la familia real, pero eso no significa que esta realidad nunca pueda cambiar. Además, tampoco existe ninguna ley que les impida votar, algo que tradicionalmente algunos ciudadanos creían que era cierto. De hecho, nada les ha impedido a lo largo de los últimos 40 años acudir a las urnas cuando no se han presentado partidos políticos y lo convocado era un referéndum. Por ejemplo, tanto el rey Juan Carlos como la reina Sofía participaron en las consultas que se celebraron sobre la OTAN o sobre la Constitución Europea, entre otras.
Resulta contradictorio que la joven que tendrá que liderar la institución en un mundo tan diferente al que vivieron sus abuelos siga practicando las mismas costumbres y tradiciones que éstas. Realmente, ya costaba entender que el rey que nos trajo la democracia no fuera a votar con la excusa de la imparcialidad. Es evidente que si eres un buen profesional, independientemente de tus preferencias, sabrás ser justo e imparcial igualmente, votes a quien votes. Porque no ir a votar, no significa no tener ideología y, menos aún, no tener intereses. Por mucho que el monarca no fuera a votar, eso no quiere decir que no trabajara nunca en otras esferas a favor de unos objetivos u otros...
Que esta costumbre de no votar siga intacta hoy en día evidencia que en España la institución es muy frágil. O al menos, lo suficientemente frágil para pensar que los comentarios que podría levantar la novedad de ver votando a los no soberanos de la familia podría ocasionar más inconvenientes que ventajas en la Corona. Sinceramente, en la era del desencanto por la política de las generaciones más jóvenes, sería de gran valor simbólico una imagen de Leonor, que ya es mayor de edad, yendo a votar. En la era en la que gran parte de la juventud que se informa a través de canales tóxicos de Telegram que muestran una imagen de la democracia absolutamente degradada, tendría un positivísimo impacto público que la heredera –y en el futuro su hermana, que tiene ahora 17 años– le dieran al sistema político que tanto costó conseguir el prestigio que a ellas se les asocia per se. Es imposible que esta operación costara más a la institución de lo que les generaría. Pero no la...
De hecho, me atrevería a decir que haber hecho debutar a Leonor justamente en estas elecciones europeas habría sido un golpe de efecto maravilloso para la imagen de la princesa de Asturias, ya que se habría podido justificar como un gesto de preocupación por su parte por la participación, que se preveía bajísima y que en el conjunto del Estado no alcanzó ni un triste 50% del electorado. De hecho, finalmente, en este sentido, las comparaciones también han sido odiosas porque justamente en Bélgica, donde los herederos fueron a votar, la participación fue del 89,82%, una cifra elevadísima que se repite desde hace décadas.
En un entorno global de dificultades para las democracias, saber que los futuros jefes de estado votan sería un mensaje potente que se leería como estos herederos se implican para reflotar un sistema en crisis. No queremos saber lo que votan, queremos saber que votan. Y si esto alguien considera que enviar este mensaje es correr un riesgo porque la mitad del país que no fue a votar podría perderte la simpatía es que no ha entendido que un futuro jefe de estado puede ser equidistante entre la dimisión electoral y la participación.
Dicho esto, quizás el miedo existente realmente dentro de la institución es que determinadas figuras reales sean tan irrelevantes socialmente que, después de hacer el gesto, la participación no aumentara ni gota... Lamentablemente, aquí podrían estar acertados. Sobre los eméritos yendo a votar también podríamos abrir un largo debate, pero es mejor resumirlo en dos preguntas: Creen que debería utilizarse la figura del rey emérito para potenciar el voto por correo entre los expados ¿cómo él? ¿Creen que ahora que ya se ha jubilado, la reina Sofía y su hermana Irene deberían poder ir a las listas del PACMA? Yo digo que sí a las dos!