Medio ambiente

Los 'hipopótamos de la cocaína', la especie invasora que dejó Pablo Escobar en Colombia

Los cuatro ejemplares de esta especie que el narcotraficante importó ilegalmente han creado un problema ecológico 40 años después

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Alguns hipopótamos, descendentes de los cuatro animales que eran propiedad del narcotraficante Pablo Escobar, nadan en un lago cercano a la antigua hacienda Nápoles, en una imagen del año 2018.

BarcelonaEl zar de la cocaína, Pablo Escobar, murió en 1993 por disparos de la policía. Pero el legado de su imperio corrupto y ostentoso todavía causa estragos en Colombia, y por la vía más inesperada. Los cuatro hipopótamos que el narcotraficante importó ilegalmente en los 80, cuando estaba en la cumbre de su poder, han creado un problema ecológico 40 años después. Liberados después de la muerte del capo mafioso, aquellos cuatro ejemplares encontraron en el río Magdalena unas condiciones ideales para reproducirse, y hoy en Colombia ya hay más de 130, el rebaño de hipopótamos más numeroso fuera de África.

Sin depredadores naturales y sin las sequías que los acostumbran a diezmar en su continente de origen, África subsahariana, los hipopótamos se han convertido en una especie invasora en este río y en los lagos de la zona que una vez fue el epicentro del cártel de Medellín. Los hipopótamos de la cocaína, como los han bautizado medios anglosajones, están desplazando y poniendo en peligro a especies autóctonas, y compiten por el espacio incluso con los pequeños pescadores.

Al ritmo de reproducción actual, serán 434 ejemplares en 2030 y podrían superar los 1.500 en 2050, según un estudio encargado por el gobierno colombiano, que busca soluciones a la desesperada. El último plan, hecho público este mes, es enviar unos setenta a la India y México.

Y todo por la obsesión con los animales salvajes –y con la ostentación de su riqueza– que tenía el poderoso narcotraficante, que construyó su propio zoológico dentro de la hacienda Nápoles, ubicada en el pueblo de Puerto Triunfo, cerca de Medellín. Convertido en uno de los hombres más ricos del mundo gracias al tráfico de drogas, Escobar no reparó en gastos y se hizo traer más de un millar de especies exóticas en avión y barco. Elefantes, jirafas, cebras, rinocerontes, canguros, antílopes, avestruces y delfines, entre otros muchos, formaban parte de la colección privada del jefe mafioso.

Buena parte de los animales, incluidos los cuatro hipopótamos –tres hembras y un macho–, los compró a un zoológico de Estados Unidos y llegaron en avión, en medio de sobornos y estratagemas para saltarse los controles sanitarios y de importación de animales.

"Ni arca de Noé", dijo Escobar en una conversación con el periodista colombiano Germán Castro Caycedo. Con la muerte de Escobar, muchos de aquellos animales exóticos quedaron en libertad. Algunos murieron y otros fueron trasladados a zoológicos de todo el país, pero los cuatro hipopótamos sobrevivieron instalados en los parajes naturales de la zona.

El narcotraficante Pablo Escobar, en una imagen de archivo.

Un parque temático en la antigua finca del narco

De hecho, parte de la finca propiedad de Pablo Escobar, que había sido expropiada por el gobierno antes de su muerte y que después quedó abandonada durante años, es hoy en día el Parque Temático Hacienda Nápoles, un parque de atracciones y santuario de vida salvaje. La mascota del parque, Vanessa, es justamente una hembra de hipopótamo que tuvo que ser rescatada porque había sido abandonada por el rebaño de Escobar.

Se calcula que en el río Magdalena hay en total 133 hipopótamos, según un estudio encargado por el gobierno colombiano al Instituto Alexander Von Humboldt y la Universidad Nacional y publicado en marzo del año pasado. El estudio concluyó también que estos animales representan "una amenaza para las especies nativas como el manatí (un mamífero acuático que sí es autóctono de América Latina), así como para los ecosistemas estratégicos".

Los hipopótamos son animales herbívoros que pueden pesar hasta tres toneladas. Aparte de la competencia por la comida que amenaza a otros herbívoros, está el problema de sus abundantes excrementos, que hacen aumentar la materia orgánica del agua y favorecen la proliferación de ciertas algas nocivas. Un estudio científico del 2020 concluyó, además, que los hipopótamos de Escobar elevan la cantidad de carbono en el agua de los lagos donde viven y esto reduce el oxígeno hasta niveles que, durante las horas nocturnas, pueden producir "mortalidad masiva de peces".

Soldados colombianos entran en la hacienda Nápoles, propiedad del narcotraficante Pablo Escobar, en agosto de 1989.

El cadáver del hipopótamo Pepe

Por todo ello, el gobierno colombiano hace tiempo que busca soluciones. Pero cuando en 2009 se hicieron públicas unas imágenes de soldados colombianos posando con el cadáver del hipopótamo Pepe, supuestamente uno de los ejemplares de Escobar, la polémica fue mayúscula. La campaña de los activistas por los derechos de los animales en contra de la exterminación de los hipopótamos ha ido ganando peso, y se ha intensificado después de que el gobierno colombiano los declarara el año pasado especie invasora. Otra opción tanteada ha sido la esterilización, que se ha aplicado hasta ahora a una treintena de hipopótamos. Pero capturarlos para llevar a cabo el procedimiento quirúrgico es complicado y costoso.

Se descarta devolverlos a África, porque los cuatro ejemplares originarios no venían de ahí sino de un zoo de Texas, y la poca variación genética de sus descendentes puede hacerlos huéspedes de algunos patógenos que pondrían todavía más en peligro a los hipopótamos africanos. Y es que en África subsahariana, de donde es originario, el hipopótamo es una especie clasificada como vulnerable al riesgo de extinción.

Por eso, el gobernador de la región colombiana de Antioquia, Aníbal Gaviria, ha anunciado este mes que está en negociaciones con México y la India para que acojan 10 y 60 ejemplares, respectivamente. Cuando el ministerio de Medio Ambiente lo autorice, los animales serán capturados y trasladados hasta el aeropuerto de Rionegro y desde ahí distribuidos en dos aviones hacia sus nuevos destinos. El coste de la operación, unos 4.000 millones de pesos colombianos (unos 780.000 euros), lo asumirán los países que los reciben, según el diario colombiano El Tiempo. Quedarán todavía en Colombia, sin embargo, otros 60 hipopótamos de la cocaína.

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