Los aranceles de Trump despiertan los fantasmas de una recesión en EEUU
Al día siguiente del anuncio del presidente, una de las grandes automovilísticas estadounidenses ha despedido temporalmente a 900 trabajadores


WashingtonTras incendiar los mercados, derribar a Wall Street y con el resto del mundo prometiendo una respuesta a su guerra arancelaria, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha ido a jugar al golf en Miami. La agenda del mandatario sólo preveía por la mañana un briefing de Inteligencia y el resto de previsiones eran los vuelos que tomaría para ir al club de golf. Antes de subirse al helicóptero hacia el aeropuerto, Trump pronosticaba un "boom" de los mercados.
Mientras, en Detroit, 900 trabajadores del gigante automovilístico Stellantis eran despedidos temporalmente después de que la compañía haya puesto en pausa las plantas de montaje que tiene en México y Canadá a consecuencia de los aranceles. Trump prometía este miércoles que esta medida mejoraría la situación de la clase trabajadora estadounidense y que volvería a llevar la riqueza al país.
La caída libre de los principales indicadores bursátiles ha despertado los fantasmas de una posible recesión en Estados Unidos. La predicción que hace la empresa JP Morgan es que la política comercial de Trump, si se ejecuta al completo, podría abocar al país a una crisis económica y de paso, el resto del mundo. "Ponemos énfasis en que estas políticas, si se mantienen, probablemente empujarán a la economía de EEUU y la global hacia una recesión este año", escribía en su análisis este jueves Nora Szentivanyi, economista global de JPMorgan. En la memoria de los economistas, este episodio arancelario recuerda cuando el expresidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, aumentó repentinamente los tipos de interés a principios de los ochenta y hundió a la economía estadounidense en una recesión.
El presidente afirmaba el jueves que el anuncio de su tabla arancelaria era "un día histórico" para el país, y no se equivocaba: tras herir de muerte el multilateralismo internacional y romper las alianzas con viejos amigos para acercarse a Rusia, Trump también ha hecho saltar por los aires el orden económico tal y como se le ha hecho. "La independencia económica de Estados Unidos" respecto al mundo que declaraba Trump ayer desde la Casa Blanca amenaza con convertirse en un muro arancelario. El primer ministro de Canadá, Mark Carney, resumía así la situación: "La economía global es completamente distinta hoy de lo que era ayer. El sistema de comercio global anclado en Estados Unidos ha terminado".
En el caso de Canadá y México, los aranceles para los bienes y productos que están vinculados al TMEC siguen pausados, aunque a sus vehículos ya se les está aplicando un gravamen del 25%. Los impuestos a las importaciones de coches son los primeros que han entrado en vigor desde el "día de la liberación". El sábado será cuando se apliquen los aranceles universales del 10% para todas las importaciones, ya partir del 9 de abril entrarán en vigor los denominados aranceles recíprocos.
En este escenario, China se enfrenta a un arancel adicional del 34% sobre los aranceles totales del 20% aplicados desde febrero. Cuando se combinan con los aranceles de las administraciones anteriores, los economistas estiman que el gigante asiático se enfrenta ahora a un arancel total del 65% al 70%. Vietnam se enfrenta a un arancel del 46%, y la Unión Europea, a uno del 20%.
Trump defiende los aranceles como una manera de atraer las fábricas a Estados Unidos y reindustrializar un país que conoce de primera mano los efectos de la globalización y la deslocalización. Aún así, en ocasiones anteriores el presidente reconoció que sus políticas podrían acabar generando una "pequeña disrupción" en el bolsillo de los consumidores. Incluso les dijo a los periodistas que no descartaba una posible recesión.
Trump ha aplicado su unilateralismo diplomático al comercio y ha acabado de dar así la última estocada a las deterioradas relaciones con los viejos aliados. La madrugada de este jueves la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advertía a Washington que habría consecuencias. También lo hacía China. Incluso Israel, el gran socio de Estados Unidos en Oriente Próximo, no podía creer que Trump les hubiera aplicado aranceles después de que el país cancelara a principios de semana los impuestos a las importaciones estadounidenses.