Un nuevo reinado de Trump pese a las sombras del 6 de enero
En Estados Unidos, el 6 de enero, día de Reyes, no se celebra más allá de algunas comunidades latinas y católicas, pero desde hace cuatro años muchos le conocen como un día infame. Ese día, que una ley de 1887 fija como la fecha en la que el Congreso certifica los resultados de las elecciones presidenciales, el Capitolio fue atacado por una horda de seguidores de Donald Trump. Las imágenes del asalto conmocionaron al mundo, mostrando una democracia estadounidense vulnerada y cuestionada. En un primer momento se creyó que aquello sería el fin de Trump, pero pronto se evidenció la fortaleza de su apoyo entre las bases republicanas.
Ahora, en su segunda inauguración como presidente, Trump vuelve con más aliados y experiencia pero al frente de un país más polarizado y un mundo más inestable. Pese a las múltiples investigaciones sobre sus mentiras relacionadas con las elecciones del 2020, el expresidente no sólo ha logrado recuperar el poder, sino que esta vez también ha ganado una mayoría del voto popular, aunque estrecha (49,8%). A pesar de ser condenado en otros casos, como el de los pagos ocultos a la actriz porno Stormy Daniels, el juez de este proceso judicial, Juan Merchan, que dictará sentencia el próximo 10 de enero, descartó el viernes la cárcel como opción, argumentando que no sería viable.
Todo esto pone en cuestión la capacidad del sistema judicial para exigir responsabilidades a los líderes políticos que mantienen apoyo electoral pese a escándalos de corrupción o liderazgos autoritarios e impunes. Así, el triunfo de Trump no sólo refleja la fuerza de su base, sino también las debilidades estructurales de una democracia cada vez más incapaz de protegerse de la desinformación, la manipulación y la polarización.
Su regreso abre un panorama más incierto e inquietante. La política exterior de Trump, marcada por su imprevisibilidad y un enfoque aislacionista, podría desestabilizar escenarios como los de Ucrania y Palestina. Esta incertidumbre es especialmente relevante en un contexto de tensiones geopolíticas, con la escalada en Europa del Este y nuevas crisis de inestabilidad en Líbano, Siria e Irán. Ante este escenario, la comunidad internacional observa con preocupación, consciente de que su liderazgo podría alterar los equilibrios de poder y agravar las tensiones globales.
En este contexto, la figura de Jimmy Carter, fallecido el 29 de diciembre, toma una relevancia especial. Carter defendía la diplomacia, derechos humanos y resolución pacífica de conflictos, en contraste con el liderazgo polarizador y, en algunos casos, autoritario de Trump. Pese a las críticas a su presidencia, el legado de Carter destaca por priorizar la cohesión y la cooperación global, valores ahora más difíciles de encontrar frente al creciente de los nacionalismos y la confrontación
Esta dinámica política, en la que los valores de Carter parecen cada vez más lejanos, contrasta directamente con los resultados de las últimas elecciones presidenciales. absolver a Trump pese a sus problemas judiciales, la polarización que le rodea y los hechos trágicos del 6 de enero. Pero la historia no será tan. clemente si, en este segundo mandato, opta por un liderazgo autoritario que erosione las instituciones democráticas, la libertad de prensa, la independencia judicial y los derechos fundamentales de los ciudadanos.