Japón

La crisis del arroz que podría acabar con el gobierno de Japón

El precio del producto más simbólico y esencial del país se ha casi duplicado en el último año

Una plantación de arroz en la población de Nukida, en Japón.
Josep Solano
09/06/2025
3 min

TokioEl arroz, elemento esencial de la dieta japonesa y símbolo nacional de identidad, ha entrado en crisis: en los últimos meses se ha disparado su precio hasta un 90% respecto al año anterior y su ausencia en las estanterías de los supermercados y en los menús de los restaurantes ha generado alarma en todo el país. Por primera vez en décadas Japón se enfrenta a una escasez que no sólo afecta a la alimentación cotidiana, sino que pone en cuestión pilares fundamentales de su modelo agrícola y alimentario: la autosuficiencia, la estabilidad de precios y la confianza en las reservas estratégicas. Lo que empezó como uno problema de cosecha, provocado en buena parte por la crisis climática, se ha transformado en una crisis nacional con repercusiones sociales y políticas que todavía no han tocado fondo.

La tensión social generada por la escasez de arroz también ha empezado a pasar factura en el plano político. El 21 de mayo, el ministro de Agricultura, Taku Eto, presentó su dimisión tan sólo seis meses después de asumir el cargo, tras provocar una fuerte indignación pública cuando dijo, en tono de broma, que nunca compra arroz porque sus simpatizantes siempre le regalan. Todo esto generó un enorme descontento entre amplios sectores de la población, particularmente en las zonas rurales, tradicionalmente vinculadas al electorado del Partido Liberal Democrático (PLD).

En un momento de escasez severa, sus palabras fueron percibidas como una burla totalmente fuera de lugar. Aunque los resbalones verbales no son inusuales en la política japonesa, esta vez la reacción ciudadana fue inmediata: el malestar por la crisis del arroz, un producto esencial en la vida cotidiana del país, se convirtió entonces en un nuevo factor de desgaste para el gobierno conservador.

La gestión de la crisis del arroz podría tener consecuencias significativas en las urnas, pese a la dimisión del ministro. El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, ha intentado gestionar la crisis de forma discreta, pero con las elecciones legislativas previstas para julio y su índice de aprobación cayendo a un mínimo histórico del 21%, el gobierno se encuentra en el peor escenario en décadas.

La escasez de arroz se ha convertido en uno de los temas centrales de la campaña electoral, y con la coalición gobernante ya debilitada tras perder la mayoría en la cámara baja en octubre del 2024, los comicios de este verano podrían confirmar un nuevo y duro revés para Ishiba y el conservador.

Emergencia climática y crecimiento del consumo por el turismo, origen de la crisis

Pese a ser el décimo productor mundial de arroz, con 10,36 millones de toneladas anuales, Japón ha visto comprometido su suministro interno. La cosecha de 2023, afectada por temperaturas extremas, redujo drásticamente tanto la calidad como la cantidad del grano. Esto obligó a utilizar mayores cantidades de arroz integral para obtener arroz blanco procesado, lo que incrementó la presión sobre las reservas. Simultáneamente, la demanda se disparó por el resurgimiento del sector de la restauración, el regreso del turismo internacional y un récord de nuevos residentes extranjeros, muchos de ellos provenientes de culturas con alta dependencia y consumo de arroz.

La paradoja es que mientras que la inflación había afectado a otros productos básicos, el arroz había mantenido el precio relativamente estable, y se había convertido en una opción de salvaguarda para los consumidores. Pero esta estabilidad incentivó compras masivas y hizo reserva doméstica, especialmente tras la alerta de terremoto en la falla de Nankai el pasado agosto, lo que derivó en escasez puntual y una espiral inflacionaria. Y todo ello en un mercado tan ajustado, donde incluso una variación del 2,7% en la producción –equivalente apenas cuatro gramos por ciudadano al día– puede desestabilizar a toda la cadena de distribución y provocar aumentos generalizados de precio.

La complejidad de la cadena de suministro también ha amplificado la crisis: aunque la mayoría de agricultores siguen vendiendo su producción a través del sistema tradicional gestionado por Cooperativas Agrícolas de Japón (JA) –una organización agraria muy afín al gubernamental PLD–, una parte creciente se comercializa por canales alternativos y plata. Esta diversificación ha dificultado el seguimiento de inventarios y control de precios, según reconoció Masayuki Kanamori, alto directivo de la federación nacional de cooperativas.

"La actual escasez de arroz era imprevisible", aseguró ante la prensa Kanamori. "Mirando atrás, nos ha cogido por sorpresa: estamos desconcertados", admitió. Su testimonio evidencia que ni siquiera uno de los sectores más regulados del país va poder anticipar los efectos combinados del cambio climático, la recuperación pospandémica y las alteraciones del comportamiento del consumidor, así como el aumento del consumo a causa de los ciudadanos extranjeros.

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