El objectivo de vacunación del 70% de la población estaba basado en "un cálculo matemático" en el que todo funcionaría perfecto

Los expertos advierten de que los problemas de manufacturación de la vacuna eran más que previsibles

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Centro  de vacunación a Bath, oeste de Inglaterra

LondresMás allá del fenomenal lío político entre la Comisión y AstraZeneca, lo cierto es que las excusas expuestas por el director ejecutivo de la farmacéutica, Pascal Soriot, en una entrevista publicada en cuatro medios europeos este martes, son perfectamente posibles. Así lo asegura al ARA Salvador Macip, médico e investigador de la Universidad de Leicester y la UOC. "Que la producción de la vacuna tendría altibajos era de esperar. Al principio el suministro fue muy bien porque las compañías han ido acumulando dosis incluso antes de que se aprobara la vacuna. Pero ahora ya vamos en streaming, y la producción tiene un componente biológico, como ha explica Soriot, que no es exacto. Lo que dice puede pasar. Ahora bien, que esto sea la razón de la disminución de dosis o haya otros motivos políticos detrás es difícil de saber. En todo caso, la excusa es plausible". También, sin embargo, podría ser que hubiera un exceso de ambición o de optimismo.

En todo caso, Soriot ha hablado de mala "suerte" en las plantas de producción de Bélgica y Holanda, donde se hace el componente biológico de la vacuna que tiene que alcanzar la manufacturación final. Pero, ¿de qué habla en concreto? En general, las vacunas tienen varios elementos: los llamados componentes activos, que estimulan el sistema inmunitario (virus muerto, proteína del virus o material genético de un virus); los coadyuvantes, que mejoran la respuesta del sistema inmunitario; los estabilizadores, que alargan la vida útil; antibióticos, que previenen la contaminación bacteriana durante la fabricación; y conservantes, que evitan la contaminación durante la distribución (como por ejemplo cuando se abre un vial de dosis múltiples).

Cada vacuna, además, tiene un proceso de fabricación único, pero algunas etapas son bastante parecidas. Por ejemplo, la propagación de componentes activos, haciéndolos crecer en células animales, vegetales, fúngicas o bacterianas («cultivo celular») o haciéndolos crecer mediante reacciones químicas; la purificación, para extraer los componentes activos; la formulación, para mezclar los componentes de la vacuna de forma que se optimicen para garantizar que se produzca una respuesta inmune eficaz, que pueda ser recogida por el cuerpo humano, se pueda producir a gran escala y se mantenga estable; llenar y terminar los viales; el etiquetado y el envasado final para, en último extremo de cada lote, hacer un muestreo y un test para comprobar la integridad microbiológica del producto.

El gran reto de la inmunización contra el covid es que o es global o no sirve de nada; y que el mundo tiene que producir como mínimo 5.500 millones de vacunas al año, el doble si se piensa en las dos dosis. Y es un reto imposible de lograr porque no hay capacidad industrial para hacerlo en menos de un año.

Europa, atrasada

En cuanto al ritmo de vacunación en Europa, las diferencias entre el Reino Unido y la Unión son muy llamativas. En los pasado siete días, el sistema sanitario británico ha conseguido vacunar a 2,6 millones de personas con una primera dosis. En total, desde el inicio de la campaña, se ha inmunidad, cuando menos parcialmente, el 10.76% de la población. España, por el contrario, solo el 2.76%. Con todo, es el porcentaje más alto de la UE.

En cualquier caso, el abismo entre unas cifras y otras ha puesto en las últimas horas a AstraZeneca en el punto de mira, por el incumplimiento de sus prometsas de entrega de vacunas, a pesar de que también la Unión lo está por cómo ha gestionado la creación de un portafolio de vacunas para los veintisiete, rodeado de secretismo.

¿Qué ha fallado en la UE, pues? Más allá de las excusas de Soriot y la imprevisión de AstraZeneca, quizás hay que preguntarse también si las perspectivas –el 70% de la población adulta española vacunada antes o a finales del verano, entre 15 y 20 millones de personas– no eran muy optimistas. "Diría que estaba basado en un cálculo matemático basado en que todo funcionaría perfectamente, cuando esta campaña no se ha hecho nunca antes", dice al ARA Rafael Vilasanjuan, director de política y desarrollo global del lCS Global de Barcelona, y miembro del comité de dirección de Covax, el programa del Organización Mundial de la Salud para la distribución equitativa de la vacuna.

Pero también ha habido problemas derivados de la carencia de capacidad de producción de vacunas en Europa, en especial en relación con el Reino Unido, a los cuales se ha añadido el retraso en el desarrollo de la vacuna de Sanofi y el Instituto Pasteur de París.

AstraZeneca, en todo caso, se ha pillado los dedos con unas promesas sobre las que su socio más importante, el Instituto Serum de India, "ya le advirtió", como recuerda Vilasanjuan. La compañía de Soriot aseguraba que produciría hasta mil millones de dosis este año, un objetivo mucho más que ambicioso, del todo imposible. Además de este contrato, ha firmado otros con la empresa española Mabxience, que fabricará en su planta de Garín (Argentina) el antígeno, y que, gracias a un acuerdo con la fundación del magnate Carlos Slim llevará parte del proceso final a México para fabricar 150 millones de viales. Igualmente, licenció el producto a R-Pharm en Rusia para este país y vecinos (también en Oriente Medio y Balcanes) y a Shenzhen Kan gtai en China (200 millones) y Fiocruz en el Brasil (100 millones). Una política de expansión, con la bandera de una vacuna al alcance de todo el mundo, y de balde para los países pobres, que, quizás ahora, no está en condiciones de cumplir.

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