Así crecen los incendios 'zombis' que han arrasado millones de hectáreas en Siberia

Temperaturas de hasta 30 grados en uno de los lugares más fríos favorecen la expansión de fuegos latentes que queman sin llama durante meses

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Un helicóptero recoge agua para intentar extinguir un incendio en la región de Iakútia

Grecia, California, Bosnia, Turquía, Argelia... y sobre todo, por dimensión, pero no por daños humanos, Siberia, único lugar del mundo donde durante los últimos meses el fuego ha quemado millones de hectáreas. A la vez que el informe climático más importante de los últimos tiempos de la ONU, el IPCC, alertaba del aumento del riesgo de incendios y la subida general de las temperaturas –que en toda Siberia será de tres puntos, la máxima en relación con otras regiones–, los bosques del extremo nororiental de Rusia quemaban más que ningún otro lugar. Lo hacen con menos atención mediática porque pasa en lugares remotos y no provoca grandes daños humanos directos, pero sí que tienen daños indirectos, puesto que su impacto es global.

Estos incendios son particulares: muchos de ellos esperan quemando bajo tierra y sin llama el momento oportuno para salir a la superficie, por eso recientemente se les bautizó como "incendios zombi". A veces es un rayo el que provoca el fuego, que puede permanecer durante meses latente por debajo del suelo, muy frecuentemente cubierto de nieve. Pero cuando una ola de calor persiste en el tiempo, el zombi se despierta y, si encuentra un entorno favorable –con vegetación seca, calor y estrés hídrico–, emerge hacia la superficie y se esparce alimentándose de bosque hasta crecer, crecer y crecer de la manera que lo ha hecho este verano, en que ha afectado millones de hectáreas (3,4 millones, según la agencia meteorológica rusa Rosguidromet). Son los incendios más grandes que se han registrado este año, por mucho que no hayan generado víctimas, y por primera vez en la historia, el humo se ha dejado ver por el polo Norte, lo que también puede tener graves consecuencias.

Ceniza en el hielo del Ártico

"Si el humo se refleja en el blanco del hielo, el albedo, y además cae ceniza, este oscurecimiento del hielo puede llegar a hacer que cambie la temperatura", alerta Núria Prats Guitart, geógrafa doctorada en incendios en zonas frías y responsable del área de proyectos de la Fundación Pau Costa. O sea, que los incendios potenciados por el calentamiento global pueden provocar todavía más calentamiento global, más leña al fuego de la crisis climática, una rueda que se retroalimenta.

Mientras el fuego iba devorando kilómetros y kilómetros de bosque en Siberia y se tenían que evacuar dos aldeas en la región de Yakutia, donde quemaban 155 fuegos a la vez, en Ginebra se presentaba lunes el informe climático IPCC, de la ONU, el más importante de los últimos tiempos. Alertaba, en efecto, que las regiones siberianas, tanto el este como el oeste, serán de las que más verán subir las temperaturas en los próximos años: en una escalera de cero a tres, están en el tres. Los 38 grados registrados el verano del año pasado han estado cerca de repetirse este año, temperaturas "alucinantes" según científicos citados por The Independient, que añaden que este calor sería "imposible sin la intervención humana". A nivel de tierra, el suelo está registrando temperaturas todavía más altas y ha llegado a los 48 grados este verano, esto en tierras antes de quemar, claro, pero generan un terreno propicio para que los fuegos crezcan.

A pesar de que la mayoría de incendios "son de origen natural y muy frecuentes" en Siberia, explica Prats, el calentamiento los está convirtiendo en una amenaza "global" y cada vez más grave. El año pasado, cuando se empezaron a bautizar con el nombre de "zombis", se llegaron a quemar más de 8 millones de hectáreas. "Prevenirlos es muy difícil a pesar de que haya cada vez más satélites, porque están en regiones remotas", explica Prats, y "muchas veces, el agua de los aviones antincendios se evapora antes de tocar el fuego", así que resulta inútil. La única forma, afirma Prats, "es ponerse serios contra la crisis climática y las emisiones de CO2". Un estudio de Nature ya alertaba en el mes de mayo de que estos fuegos que "hibernan" pasarán a ser más habituales en los próximos años debido a la crisis climática. Entre 2002 y 2018, los fuegos zombis o hibernantes representaban el 0,8% del total de áreas quemadas, pero en un año pasaron a representar el 38%. La revista científica daba un poco de esperanza: "Su predictibilidad en el espacio y tiempo puede ser utilizada para facilitar la detección precoz, lo que podría reducir de manera importante las emisiones de carbono".

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