Con el doble de diputados, ¿cómo actuará la extrema derecha en el Bundestag?

Aunque AfD quedará fuera del futuro gobierno, el grupo ultra puede desempeñar un papel decisivo desde la oposición

El mitin de fin de campaña del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) en Dresde, en el estado de Sajonia, el viernes.
Laura Ruiz Trullols
25/03/2025
4 min
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BerlínCuando este martes se constituya el nuevo parlamento federal de Alemania se visibilizará claramente el impulso que ha recibido la extrema derecha. Alternativa para Alemania (AfD) pasará a ocupar el doble de asientos que en la pasada legislatura. De 77 a 152 diputados, que tendrán más derechos que nunca: más turnos de palabra y mayor peso en las comisiones parlamentarias.

Por ahora, el resto de partidos se han comprometido a impedir que los extremistas alemanes puedan hacerse con una vicepresidencia de la cámara, pero sus mensajes pensados ​​para funcionar en un reel de TikTok continuarán ganando terreno; ahora, con mayor financiación, más personal y más despachos oficiales. AfD se convierte en el principal grupo de la oposición, que tradicionalmente tiene el rol de vigilar al gobierno. El investigador de la Universidad de Humboldt y especialista en extrema derecha Luke Shuttleworth dice al ARA que con todos estos recursos maximizarán la estrategia que han trazado en los últimos años: "polarizarán los debates, trastocarán los procedimientos parlamentarios y se presentarán como víctimas". Sus diputados podrán presentar más mociones y ser los primeros en replicar al canciller en los debates, asegura.

Entre las 90 caras nuevas del grupo, están policías, militares, media docena de abogados y, sobre todo, muchos hombres de cincuenta años para arriba. La figura más conocida de AfD, Alice Weidel, continuará encabezándolo junto con Tino Chrupalla, pero, en total, en el grupo hay dieciocho diputadas y 144 diputados. Tras las elecciones del 23 de febrero, Weidel publicó una foto con todos los diputados en sus redes sociales, acompañada de emoticonos de la bandera de Alemania y de la palabra "Orgullo".

Hay figuras especialmente radicales. El más conocido es el ex eurodiputado Maximilian Krah, que a raíz de sus declaraciones blanqueando las SS nazis, es uno de los responsables de que el partido se encuentre aislado del resto de grupos de extrema derecha en el Parlamento Europeo. También sorprende la entrada de Matthias Helferich, quien en la anterior legislatura no formó parte del grupo por haber escrito en chats de WhatsApp que era "la cara amiga del nacionalsocialismo". Además, existen varios diputados del entorno directo del líder del ala más extremista del partido, el político de Turingia Björn Höcke.

Alice Weidel, líder de Alternativa para Alemania

Turingia es el estado federado del este de Alemania donde la extrema derecha ganó unas elecciones regionales por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial el pasado otoño. AfD quedó fuera del gobierno por el cordón sanitario, pero tiene escaños suficientes para bloquear muchas iniciativas en el parlamento regional. Aunque tampoco logró una vicepresidencia, los votos de sus diputados ya han impedido, entre otros, la elección de nuevos jueces y fiscales. También boicoteó la constitución de comisiones parlamentarias en las que el resto de grupos no quieren que estén, como la dedicada a los servicios de inteligencia, que investigan AfD porque está oficialmente clasificada como una organización "extremista".

A escala federal, por ahora ocupará un cuarto de los escaños y debería sumar fuerzas con los Verdes o con el partido más de izquierdas, Die Linke, para ejercer el bloqueo. Sin embargo, si el partido sigue creciendo, lo que ya es una realidad en Turingia puede llegar al Bundestag en cuatro años.

¿Qué pasará con el cordón sanitario?

Durante esta nueva legislatura el debate sobre cómo interactuar con la extrema derecha estará más vivo que nunca. Durante la campaña, el conservador Friedrich Merz (CDU), que probablemente será el nuevo canciller, abrió una rendija al cordón sanitario más firme de Europa. Por primera vez, contó con los votos de AfD para aprobar dos mociones y intentar tramitar una ley antiinmigración y que limitara el número de refugiados. Según Shuttleworth, gestos como éste y la propagación del discurso radical entre el resto de partidos hacen que el cordón sanitario deje de ser efectivo.

El investigador prevé que AfD intentará colaborar con los conservadores. "Eso sería peligroso porque legitimaría la agenda política antidemocrática de la extrema derecha". "La investigación en este ámbito demuestra que cuando los partidos tradicionales colaboran, sólo se beneficia y gana votos la extrema derecha", asegura Shuttleworth. Por otro lado, hay quien piensa que sólo aislar a la extrema derecha no funciona, como la abogada de Colonia Frauke Rostalski, que defendió dialogar con AfD en un artículo en el semanario Der Spiegel.

Por ahora, no hay consenso sobre cómo evitar que la extrema derecha gane peso. Ante las iniciativas para prohibir el partido, Merz ha dicho en varias entrevistas que no es partidario y propone "combatirle desde la política, no desde la justicia". Kai Arzheimer, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Maguncia, llamaba a actuar de inmediato en un artículo en el diario Handelsblatt. Considera clave aprovechar que a estas alturas cerca de tres cuartas partes de los alemanes con derecho a voto descartan votar a AfD: "Los partidos democráticos todavía están a tiempo de poner sus temas propios –de política económica, social y medioambiental– en la agenda, en vez de dejar que AfD les lleve a una competición llena de eslóganes estridentes.

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