Estados Unidos ya sabía que Irán atacaría a Israel la noche del sábado. Washington reconoció que mantuvo contactos indirectos con Irán a través de Turquía antes de que se produjera el ataque sobre territorio israelí, según informó un funcionario de la Casa Blanca el domingo a varios medios de comunicación estadounidenses. Estos contactos también se establecieron a través de la embajada suiza en Teherán, que representa a los intereses estadounidenses en suelo iraní. Que Estados Unidos ya estuviera al corriente del ataque iraní es una señal la voluntad del régimen ayatolá de poder responder al ataque de Israel sin acabar implicando a EEUU.
EEUU quiere evitar la escalada y avisa a Netanyahu de que no participará en un contragolpe
La comunidad internacional se pregunta si Biden puede frenar la respuesta del primer ministro israelí
WashingtonEl presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quiere evitar verse involucrado en una guerra regional en Oriente Medio. Washington está haciendo equilibrios entre el compromiso de defender a Israel frente a Irán y la necesidad de contener la tensión después de que Teherán lanzara este sábado por la noche cerca de 300 drones y misiles sobre territorio issraelí.Todas las acciones de los estadounidenses están enfocadas en esta dirección: en la reunión de emergencia del G-7 de este domingo por la mañana –convocada por Washington–, los líderes pidieron a ambas partes "contención", mientras que por detrás, según la CNN, Biden ha avisado al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de que no participarán en un contragolpe.
En la misma línea se ha expresado la comunidad internacional: la Unión Europea ha hecho un comunicado este domingo condenando los hechos y ha convocado a los Veintisiete a una reunión extraordinaria el próximo martes. La ONU también ha avisado de que "Orient Medio está al borde del abismo". Durante la sesión de emergencia que ha realizado el Consejo de Seguridad este domingo también, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha pedido una "desescalada".
Más allá de la gran pregunta –¿qué hará Netanyahu?–, hay otro gran interrogante: Biden, su gran aliado y mecenas, ¿podrá detenerlo? Al menos, es lo que está intentando la Casa Blanca.
Es cierto que ahora el contexto es diferente, pero los precedentes más recientes de cómo ha fluido la relación entre Biden y Netanyahu no son demasiado esperanzadores. Washington hace más de un mes que presiona a Tel-Aviv para que rebaje la brutal ofensiva sobre Gaza, que ya se ha cobrado la vida de más de 33.000 palestinos, pero parece que Netanyahu sienta llover. Hasta que Estados Unidos le amenazó diciéndole que habría consecuencias después del asesinato de los siete cooperantes de la ONG World Central Kitchen, el primer ministro israelí no empezó a responder.
El runrún que sonaba de fondo en el Congreso sobre restringir el envío de armas a Israel también contribuyó a que Netanyahu y el resto del gabinete de guerra levantaran las orejas. Aunque esta carta que tenía Estados Unidos parece quedar fuera de juego: ante la amenaza de Irán, la Casa Blanca ha cerrado filas con su socio y este sábado el líder de la mayoría del Congreso pidió modificar el calendario de sesiones de la próxima semana para considerar un proyecto de ley "pro-Israel".
El doble discurso
Washington, efectivamente, no puede doblegarse ante Teherán, enemigo geopolítico y, además, país amigo de los dos grandes quebraderos de cabeza de EEUU: Rusia y China. Quizá por eso, en un comunicado emitido el sábado, EEUU ya avisó al régimen de los ayatolás que si atacaban sus instalaciones no dudarían en “tomar las acciones necesarias”.
En el contexto de escalada, pues, la contestación de Biden no podía ser otra, aunque lo último que desea el líder demócrata es abrir un nuevo frente en pleno año electoral, mientras todavía están abiertos los flancos de Gaza y Ucrania. Dos conflictos que ya le están saliendo caros en las encuestas.
El sábado, y ante el inminente ataque de Irán, Biden tuvo que interrumpir su fin de semana en la playa de Delaware para regresar de urgencia a la Casa Blanca. Horas después, los primeros proyectiles llegaban al cielo israelí. El ejército de EEUU, que ya había sido avisado del ataque, interceptaría directamente a unos pocos para evitar que golpearan a su aliado de Oriente Próximo. Sin embargo.