Por tercera vez consecutiva las elecciones presidenciales de Estados Unidos se presentan muy ajustadas, debido a la fuerte polarización que se vive en el país, una polarización que tiene pocas perspectivas de reconciliación en un futuro próximo. Donald Trump y Kamala Harris presentan estos días sus argumentos finales para conseguir el apoyo de los votantes indecisos, que serán claves en una carrera que se decidirá por un puñado de votos en pocos estados, los llamados bisagra. Ambos candidatos lo están haciendo de forma poco convencional.
La vicepresidenta demócrata dio un mitin en Houston (Texas) –un estado conservador que lleva casi cincuenta años sin votar a un presidente demócrata– centrado en los derechos reproductivos y acompañada por la cantante Beyoncé ante unas 30.000 personas. En paralelo, Donald Trump hará un mitin el domingo en el Madison Square Garden de Nueva York –un bastión demócrata con una capacidad de 19.500 personas– para reforzar su imagen y apoyo en las ciudades y periferias.
El argumento final de Trump se centra en la inmigración, una cuestión constante en sus discursos desde el inicio de la campaña y, de hecho, durante toda su vida política. De hecho, hace casi una década, en junio del 2015, el ahora expresidente republicano bajaba las escaleras mecánicas doradas de su rascacielos para decir que los inmigrantes mexicanos eran "criminales" y "violadores", palabras con las que no solo empezó su campaña presidencial sino también una retórica xenófoba y nativista que ha marcado su carrera política. Ahora se vuelve a presentar como el líder que pondrá fin a la inmigración ilegal y critica a Harris por no estar capacitada ni tener la mano dura para abordar esta cuestión. Además, con el objetivo de movilizar a sus partidarios, compara la llegada de inmigrantes a la frontera entre México y Estados Unidos con una "invasión", que asocia con un aumento del crimen y una amenaza para la seguridad nacional; todo ello mientras promete impulsar "la mayor operación de deportación de la historia americana”, si es reelegido.
Como contraste, la vicepresidenta Kamala Harris responde a ese discurso con un mensaje más humanista, en el que defiende que el presidente de Estados Unidos debería elevar el discurso público y promover los valores americanos. Por eso la demócrata, durante el sprint final de la campaña, alterna varios mensajes, que van desde la defensa de los derechos reproductivos —un tema que moviliza especialmente a sus votantes, sobre todo a las mujeres— hasta la necesidad de pasar página, y también subraya que la retórica divisiva de Trump erosiona la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas del país.
En este contexto, Harris pronunciará un discurso clave en Washington este martes, justo una semana antes de las elecciones, desde el mismo lugar donde Trump hizo su discurso el 6 de enero del 2021, poco antes de el asalto de sus seguidores en el Capitolio. En esa intervención, Harris hablará de la preservación de la democracia, recuperando un tema que fue muy recurrente durante la malograda campaña de reelección de Joe Biden, pero que el equipo de la vicepresidenta había dejado en un segundo plano. Así, ese mensaje se convertirá en uno de sus argumentos finales más importantes.