Inmigración

¿Qué hay detrás de la crisis de migrantes de Lampedusa?

Italia recibe ahora un volumen similar de migrantes que en 2015, pero la falta de operativos de rescate hace que muchos más lleguen a la pequeña isla del Mediterráneo

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Un policía italiano frente a decenas de migrantes llegados a la isla de Lampedusa, el 16 de septiembre.

BarcelonaLa pequeña isla italiana de Lampedusa ha vuelto a las portadas y a los telediarios de toda Europa. La semana pasada desembarcaron 10.000 migrantes –la isla tiene unos 7.000 habitantes–, que llegaron en unas 200 embarcaciones, la mayoría procedentes de Túnez. Tras las brutales escenas de gente saltando al agua mientras la policía intentaba alejar las barcazas y los altercados en el centro de detención desbordado, las autoridades locales decretaron el miércoles el estado de emergencia. La primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, se trasladó allí el domingo, acompañada de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que repitieron el ya habitual discurso de mano dura para frenar la inmigración irregular.

"Antes de la visita oficial trasladaron a muchos migrantes a Porto Empedocle, un puerto de Sicilia, y ahora el caos se ha trasladado allí, pero no han parado de llegar barcas a Lampedusa esta noche y esta mañana", explica al ARA desde la isla Annalisa Camilli, periodista especializada en migraciones del portal Internazionale. La mayoría de los que llegan son subsaharianos que cruzaron las 99 millas (menos de 200 kilómetros) que separan el puerto tunecino de Sfax de la isla italiana. "Para Meloni, políticamente es un desastre y para Von der Leyen también, porque hace apenas 8 semanas que estaban en Túnez firmando un acuerdo con gobierno de Kaïs Saïed para que frenara las llegadas. Y ha llegado más gente después del acuerdo que antes", destaca la periodista.

La crisis humanitaria tiene una alta carga política, porque demuestra que el tan anunciado Pacto Europeo de Inmigración, aprobado en junio, no sirve para frenar las llegadas. Y porque, con vistas a las elecciones europeas de junio del próximo año, se demuestra que las recetas mágicas de la ultraderecha no lo son. Pero, más allá de las instrumentalizaciones políticas, ¿qué explica ese repunte de las llegadas?

La ruta tunecina gana peso

Túnez se ha convertido en la principal puerta de entrada a Italia porque la gente sabe las dificultades que se encontrarán en Libia, donde muchos pasan meses o años retenidos por las mafias en un estado fallido en el que el tráfico de personas se ha convertido en una práctica normalizada. Por eso muchos jóvenes subsaharianos prefieren la vía de Túnez, donde pueden llegar en avión sin visado (por ejemplo desde Mali, Burkina Faso, Guinea o Costa de Marfil) o atravesando a pie la frontera con Argelia. Además, existe la crisis política y socioeconómica en Túnez y el creciente racismo institucional, alentado por los mismos acuerdos de control migratorio ofrecidos por la Unión Europea.

Como señala Blanca Garcés, investigadora en migraciones del Cidob, es un ejemplo más de cómo las políticas europeas de control migratorio acaban teniendo un efecto boomerang: "En Túnez hay una situación socioeconómica gravísima y se han exportado los discursos europeos racistas y de escarnio a los migrantes: estas políticas y actitudes que la UE exporta a países terceros para que vigilen sus fronteras acaban empujando a más gente a marcharse hacia Europa". La inestable situación en el Sahel explica este incremento de los flujos.

Sin rescates

Pero el volumen de llegadas a Italia no es mayor que el que se produjo en el 2016, y entonces en Lampedusa no se vivieron las mismas escenas de caos. Aquí es donde entra el tercer factor: ahora mismo no existen operaciones de rescate humanitario en el Mediterráneo central, ni por parte de la Unión Europea ni por parte de Italia, ya que el gobierno de Meloni no sólo no destina ningún operativo público específico sino que tampoco deja trabajar a las ONG, a las que obliga a retornar a un puerto lejano en la península en lugar de quedarse en la zona haciendo sucesivos rescates. "En 2015 llegaron a Italia 150.000 personas, y sólo 9.000 en Lampedusa. Ahora tenemos 160.000 entradas, pero 100.000 han estado en la isla", explica Matteo Villa, investigador del Ispi. "¿El motivo? Hemos dejado de hacer rescate activo. Esto lo explica todo".

El factor meteorológico

Cada año, a finales de verano, los meses de septiembre y octubre, las llegadas a Italia se incrementan. También ocurre en España. El motivo es que se acaba la ventana de buen tiempo y tanto los migrantes que viajan por su cuenta como los que deben ponerse en manos de las mafias intentan salir antes de que el peligro sea aún mayor.

Responsabilidad colectiva

Italia, al igual que otros países mediterráneos como España y Grecia, son los que tienen una mayor presión migratoria, y llevan años reclamando, sin demasiado éxito, una responsabilidad colectiva y una redistribución a otros estados de la Unión Europea. Francia ya ha dejado claro que no aceptará a migrantes llegados a Lampedusa a menos que puedan probar que sufren persecución en sus países de origen. El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, ha afirmado que ayudará a Italia a "controlar su frontera para impedir que la gente llegue" ya "expulsar rápidamente" a quienes no tienen derecho a asilo. "Solo les acogeremos si respetan las reglas del asilo, si están perseguidos, pero si simplemente es una inmigración irregular, Francia no puede acogerlos, como tampoco pueden hacerlo otros países", ha manifestado.

Alemania también se muestra reacia a contribuir a reducir la presión de Italia. En junio entró en vigor el llamado mecanismo de solidaridad para que otros Estados miembros acojan migrados de forma voluntaria, y Berlín se acogió, pero la semana pasada interrumpió su participación.

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