Escandinavia

Los niños soldado de Suecia: las bandas utilizan cada vez más a los menores como sicarios

Crece el número de jóvenes asesinados por otros jóvenes en la violenta lucha por el poder del crimen organizado

Una patrulla de policía en Estocolmo en una imagen de archivo.
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BarcelonaEsta semana un chico de 15 años fue condenado por el asesinato del líder de una banda de narcotraficantes en un centro comercial de Malmö. Hace dos meses, la policía encontró el cadáver de un chico de 14 años en una zona boscosa en el sur de Estocolmo. Dos semanas más tarde, apareció fallecido otro joven de la misma edad también en un área forestal cerca de la capital sueca. La policía sigue investigando el caso, que vincula a la guerra de bandas y, de momento, ha detenido a un chico de 15 años acusado de estar involucrado en al menos uno de los asesinatos.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo chicos cada vez más jóvenes, e incluso criaturas, acaban siendo piezas clave de las organizaciones criminales en el país escandinavo, que lleva años sufriendo un aumento de la violencia entre grupos rivales, dedicados básicamente al narcotráfico. Los tiroteos y ataques con bombas están a la orden del día.

Suecia tiene la mayor tasa de jóvenes muertos por armas de fuego de Europa occidental, muy por encima del resto de países. En los medios y en boca de los políticos se oye cada vez más a menudo la palabra barnsoldatero, es decir, niños soldado. "La situación de los niños de las bandas criminales en Suecia es muy similar a la de los que son reclutados en conflictos armados", afirma en el diario Svenska Dagbladet (SvD) Henrik Häggström, con experiencia en varias organizaciones internacionales y ahora analista en la Academia Sueca de Defensa, donde investiga el uso de los niños y jóvenes en las organizaciones criminales. Häggström asegura que las condiciones que facilitan su reclutamiento son esencialmente las mismas: pobreza, familias desestructuradas y pocas esperanzas de tener un buen futuro. También lo que les prometen: armas, dinero, protección y, sobre todo, estatus. Además, los niños son mucho más fáciles de manipular.

"Por fin formaba parte de un grupo"

Peter Svensson tenía 12 años cuando se introdujo en el mundo criminal. Empezó robando una bicicleta para ir a la escuela, pero enseguida vio que era fácil robar más y venderlas. Relata una infancia dura, con un padre ausente, una madre enferma y un padrastro alcohólico, sin mucho dinero y con un hermano y hermana menores. Y, sobre todo, ninguna esperanza en el futuro. A los 20 años entró en una de las bandas criminales de Gotemburgo: "Sentía que, por fin, formaba parte de un grupo; me hacían sentir que era bueno en algo", confiesa al ARA. Alerta de que la espiral de revanchas ha alcanzado ahora un nivel de violencia excepcional. "Antes, un puñetazo se vengaba con una paliza; una cuchillada, con dos cuchilladas o un disparo en la pierna. Ahora, se matan", lamenta.

"Antes, a los niños no se les permitía ni coger un arma, pero ahora las bandas tienen criaturas que cometen asesinatos", afirmaba en enero en televisión SVT la directora de inteligencia de la policía de Estocolmo, Anna Rise. En 2021 la policía había identificado a 1.200 menores involucrados en organizaciones criminales en todo el país, pero la situación ha empeorado desde entonces. "Cada día tres personas se unen al crimen organizado, y son principalmente niños y jóvenes", afirmó el pasado mayo el jefe de la policía nacional sueca, Anders Thornberg.

"Menos escrúpulos que la mafia"

"Ya es sistemático, es un método: mayores criminales, con miedo a acabar condenados a cadena perpetua, utilizan a menores", explica al ARA el periodista Damiant Salihu, autor de dos libros sobre las bandas criminales suecas. Argumenta que uno de los motivos es que se ha producido un cierto "vacío de poder" porque en los últimos años la policía ha pillado a algunos de los principales líderes, sobre todo gracias a una colaboración más intensa con otros países, como España, uno de los "refugios seguros" para los criminales suecos, alerta. "Las bandas suecas no están tan organizadas como los grandes grupos mafiosos de otros países. Y tienen menos escrúpulos a la hora de utilizar a niños como sicarios de manera sistemática. Esto no ocurre en muchos sitios más", asegura.

Cambios legales

En Suecia, los menores de 15 años son inimputables, y los menores de 18 reciben penas mucho menores que los mayores de edad. Por ejemplo, el chico condenado esta semana por el tiroteo letal en el centro comercial de Malmö tendrá que pasar cuatro años internado en un centro de menores, el máximo previsto en el Código Penal para los menores, mientras que un adulto habría tenido que cumplir muy probablemente una pena de cadena perpetua.

El gobierno estudia ahora una reducción de la edad penal –es uno de los puntos de el acuerdo de gobernabilidad firmado con el partido de ultraderecha Demócratas de Suecia–. Pero las organizaciones de protección de los niños alertan de que no es la solución. "Un niño que es víctima de la explotación de los adultos debe recibir protección, no castigo", afirma un artículo publicado en el diario SvD y firmado por una docena de organizaciones, que también hacían la comparativa con los niños soldado en conflictos armados. El cambio legal que sí ha entrado en vigor es una nueva ley que, desde el 1 de julio, castiga con hasta cuatro años de cárcel a los adultos que involucren a menores en actividades criminales.

Casos abiertos

Pese a algunos logros, la policía se ha visto cuestionada por su poca eficiencia: en los últimos cuatro años, solo un 25% de los asesinatos que han llegado a los juzgados han acabado con condenas, según una investigación de la televisión pública SVT. Muchos casos quedan abiertos porque la policía no consigue ningún tipo de información. Svensson habla de una "cultura del silencio" en las comunidades de los barrios con mayor influencia de las bandas, donde todo el mundo sabe quiénes son los criminales, pero nadie lo explica por miedo a las consecuencias. "Los criminales son pocos, pero son quienes imponen las reglas", resume. Además, advierte de que en los últimos meses están aumentando los casos de ataques a familiares de miembros de las bandas.

Después de ir ascendiendo en el escalafón criminal, Svensson acabó entrando en prisión en varias ocasiones; la última en 2006, y salió en 2009, con 29 años. Explica que durante un período en aislamiento decidió dejar el mundo criminal una vez terminara de cumplir la condena. Y lo logró gracias a la ayuda, sobre todo, del programa Exit de la organización Fryshuset, centrada en jóvenes de entornos desfavorecidos. Una vez fuera, ahora él intenta ayudar. Desde su asociación, Initium Stöd Och Skyddat Boende (Apoyo Inicial y Alojamiento Protegido), ofrece recursos a los que quieren salir de las bandas o grupos criminales.

Critica, sin embargo, que los recortes públicos afecten especialmente a los trabajadores sociales que tienen contacto con los jóvenes en la calle. "Lo que está ocurriendo es el síntoma de una enfermedad. Hemos visto cómo crecía, la policía hacía informes, pero no se ha hecho nada para arreglarlo. Tenemos que empezar a trabajar en las causas subyacentes de esta enfermedad".

Damiant Salihu, además, apunta que la responsabilidad va más allá de las fronteras suecas: "España tiene una gran responsabilidad sobre lo que está pasando en Suecia", alerta, tanto por la falta de control de los jefes de las bandas criminales que se refugian allí como por la gran cantidad de droga que se cuela por sus puertos en dirección al resto de Europa.

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