“Suecia se ha visto arrastrada por Finlandia hacia la OTAN; no ha tenido alternativa”

En las calles de Estocolmo se percibe más oposición a unirse a la Alianza que en las de Helsinki

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Soldats suecos desplegados en la isla de Goltland, el punto más vulnerable del país a un posible ataque ruso.

Enviada especial en Estocolmo"Mientras sea ministro de Defensa, nunca participaré en un proceso como ese. Eso os lo puedo garantizar". Con esta contundencia se manifestó Peter Hultqvist, el ministro de Defensa de Suecia, hace apenas medio año, en el último congreso del Partido Socialdemócrata, en el que la formación ratificó su postura en contra de que Suecia se uniera a la Alianza Atlántica. Hace una semana, el partido cambiaba radicalmente de opinión y daba luz verde a la entrada del país escandinavo en la OTAN. Y ahora la solicitud formal ya está entregada.

¿Cómo se explica este giro de 180 grados? "Suecia se ha visto arrastrada por Finlandia; no tenía alternativa", argumenta el politólogo de la Universidad de Södertörn, Nicholas Aylott. "Recuerdo cuando hace unas semanas leí por primera vez un artículo que daba por hecho que Finlandia pediría la adhesión a la OTAN en el mes de mayo. Me quedé estupefacto. Y creo que es lo que le pasó a mucha gente en Suecia, cuando fueron conscientes de que los finlandeses estaban a punto de dar ese paso".

El gobierno finlandés ha marcado claramente los tempos, y Suecia se ha visto forzada a acelerar su proceso interno. "Cualquier gobierno sueco se habría visto prácticamente obligado a actuar del mismo modo", dice Aylott. Argumenta que si Finlandia hubiera optado por mantenerse fuera de la OTAN y Suecia hubiera decidido entrar, los finlandeses habrían quedado muy expuestos. En cambio, si hubiera sido al revés, Suecia habría quedado como el único país de la región fuera de la Alianza, lo cual dificultaría la defensa de Finlandia y los estados bálticos. "Eso se habría considerado muy egoísta, como aprovechándose de la protección de la OTAN sin contribuir", explica.

Todo ello ha hecho que, en un tiempo récord, los socialdemócratas suecos y el país haya dejado atrás la larguísima tradición de mantenerse fuera de cualquier alianza militar. En Suecia, este cambio es mucho más trascendental ideológicamente que en Finlandia, donde después de la Segunda Guerra Mundial se impuso una neutralidad pragmática para no provocar a Rusia. Por eso probablemente en las calles de Estocolmo se percibe más oposición a este movimiento que en las de Helsinki.

"No a la guerra, no a la OTAN"

"No a la guerra, no a la OTAN", se lee en varias pancartas desplegadas en una de las concentraciones organizadas este sábado en Estocolmo en contra del ingreso de Suecia en la Alianza, como ha pasado los fines de semana anteriores, también en otras ciudades suecas. A pesar de que con un poder de convocatoria limitado, evidencian que hay cierta resistencia. De hecho, es lo que indican las encuestas. En Finlandia el apoyo pasó de alrededor del 20% a cerca del 80%. En Suecia, el apoyo también ha aumentado después de la invasión rusa de Ucrania y se ha situado por primera vez por encima del 50%, pero no es tan incontestable como en el país vecino.

"La OTAN es parte del imperialismo de Estados Unidos, y supone más guerras y no más paz. El artículo 5 supone un riesgo para cualquier nación que se una", esgrime Greta, una joven de 20 años que participa en una concentración ante el Parlamento. Es un argumento que repiten muchas de las cerca de 200 personas que protestan, que subrayan el hecho de que Suecia se haya mantenido lejos de cualquier conflicto bélico desde hace más de dos siglos –a pesar de que su ejército sí que ha participado en algunas misiones de paz de la ONU, por ejemplo en Kosovo y en Afganistán–.

"Es una decisión no democrática", añade Kajsa Ekis Ekman, columnista del diario Expresan, que también está. "En las últimas elecciones, los suecos votamos mayoritariamente a partidos a favor de mantener una política independiente en defensa", argumenta, y destaca que es la cuestión política más importante desde la entrada en la UE y que, por lo tanto, se debería haber esperado a tomar una decisión, al menos hasta después de las próximas elecciones, que se celebrarán en septiembre .

Manifestación contra la adhesión de Suecia a la OTAN en Estocolmo este sábado 21 de mayo de 2022.

Eva Jonsson, presidenta de la organización Nej till Nato (No a la OTAN), formada en 2016, argumenta que este paso no protege a Suecia, sino al contrario, la convierte en un objetivo para Rusia. "Suecia no necesita a la OTAN para la paz, sino que la OTAN necesita a Suecia para la guerra. Nos quieren utilizar", lamenta.

A la protesta ante el Parlamento la sigue otra concentración, esta a un lugar también con carga simbólica: ante el monumento de recuerdo a Karl Hjalmar Branting, que fue el primer primer ministro socialdemócrata de Suecia, en 1921. La plaza donde se encuentra confluye con la calle de Olof Palme, el primer ministro asesinado en 1986, principal símbolo de la Su1ecia pacifista.

Gotland, la isla estratégica

Pero no todo son opiniones contrarias. "Hace un tiempo, estaba en contra de la OTAN, creía que Suecia tenía un buen ejército y no nos hacía falta. Pero ahora ya no. No ha sido un cambio radical por la guerra en Ucrania, pero sí que ha hecho que le demos más importancia", afirma Birge, de 55 años. "Ayer hablaba con un amigo que me decía que abandonar la política de no alineamiento era una tragedia, pero también admitía que no podía darme ninguna alternativa", añade. Dice que en Estocolmo probablemente se percibe más oposición que en otras zonas del país, como las regiones más conservadoras del sur. "O en Gotland, seguro que allá el ambiente es diferente", asegura.

Esta isla del mar Báltico, a unos 300 kilómetros del enclave ruso de Kaliningrado, se considera el punto más vulnerable para un hipotético ataque contra Suecia. También es el punto más estratégico para la defensa de la región báltica. Cuando el debate sobre la OTAN empezó a cobrar fuerza, en enero, las fuerzas armadas aumentaron su presencia a Gotland, haciéndolas más visibles en lugares civiles, como el puerto y el aeropuerto.

Una vez acabada la Guerra Fría, Suecia decidió desmilitarizar esta isla. Pero la anexión de Crimea por parte de Rusia el 2014 hizo saltar las alarmas. Desde entonces, Suecia ha impulsado el refuerzo de su defensa, con una atención especial a Gotland, donde en 2018 se va reinstauró el regimiento del ejército y se ha reforzado la defensa de la isla con misiles tierra-aire y otras medidas.

"Me preocupa que este desarrollo, con cada vez más atención militar a escala internacional sobre Gotland, haga aumentar la inseguridad", manifestaba Saga Carlgren, consejera de la oposición en la región de Gotland, la semana pasada en la televisión pública SVT. Pero la presidenta del consejo, Eva Nypelius, lo rebatía con el argumento contrario: "Supone más seguridad para el conjunto de Suecia y también para nosotros en Gotland".

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