Crisis climática

Las olas de calor de este verano han dejado al menos 24.000 muertos

Sequías históricas como la de este 2022 son 20 veces más probables por la crisis climática

Vaixells amarrados en un embarcador del río Po, que estaba casi siento  este verano, en Italia.
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BarcelonaLa sequía de este verano en el oeste de Europa ha sido la peor en 500 años, según el observatorio Copernicus de la UE. Pero la anomalía va mucho más lejos, porque este verano una sequía histórica ha golpeado tres continentes al mismo tiempo: Europa, América y Asia. Todo el hemisferio norte que hay por encima de las zonas tropicales ha sufrido unas temperaturas excepcionalmente altas que han secado la tierra hasta niveles inéditos. Y a pesar de que para muchos estaba clara desde el principio la vinculación con la crisis climática, hasta este miércoles no hemos tenido constancia científica.

"El cambio climático hace que acontecimientos como este sean 20 veces más probables", ha explicado en rueda de prensa Dominik L. Schumacher, investigador del Instituto de Ciencia Climática y Atmosférica de Zúrich, y uno de los autores del estudio que atribuye científicamente la sequía de este verano al hemisferio norte a la emergencia climática.

Según este estudio, si el mundo no se hubiera calentado ya 1,2 ºC respecto a la era preindustrial (por culpa de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por el hombre), una sequía como esta se habría producido solo una vez cada 400 años, pero ahora tiene lugar una vez cada 20 años. Es decir, que es 20 veces más probable que cuando no había calentamiento global. En el caso concreto de Europa, el estudio concluye que "una sequía así se puede dar ahora cada 60 o 80 años, es decir, que es entre tres y cuatro veces más probable que antes", explicaba Sonia I. Seneviratne, del mismo instituto.

El informe ha sido impulsado por la organización científica World Weather Attribution (WWA), que desde el 2015 estudia los fenómenos meteorológicos extremos que se producen en el mundo para tratar de discernir científicamente, uno a uno, si se pueden atribuir o no al cambio climático. La WWA ya concluyó en julio que la ola de calor que dejó temperaturas de 40 ºC en Londres ese mes "habría sido estadísticamente imposible" si no hubiéramos calentado la atmósfera quemando combustibles fósiles.

Y estas temperaturas extremadamente altas, consecuencia clara de la emergencia climática, son la causa principal de la sequía extrema que ha sufrido el hemisferio norte "en el primer metro de tierra, la zona de las raíces de las plantas", más que la escasez de lluvias, explicaba Schumacher. En Europa, el de este 2022 ha sido el verano más caluroso registrado hasta ahora. Pero también China ha sufrido la ola de calor más severa de la que se tiene constancia científica. Un calor que dejó sin agua a zonas clave del país, como la de las centrales hidroeléctricas del suroeste. Y California, en los EE.UU., encadena ya tres años de sequía intensa.

En total, se calcula que las olas de calor de este verano han matado a 24.000 personas en todo el hemisferio norte, según datos facilitados también por WWA. A pesar de que casi ninguna de estas muertes queda registrada en los certificados de defunción como una consecuencia de la ola de calor, puesto que son a menudo atribuidas a la edad avanzada o un ataque de corazón, los científicos hacen un cálculo estadístico del "exceso de mortalidad". "Y los 24.000 son probablemente una subestimación, porque solo para el mes de julio, el Eurostat reportó un exceso de mortalidad de 53.000 personas en toda la UE", apuntaba Maarten van Aalst, del Centro Climático de la Cruz Roja, una organización que forma parte también de la WWA.

Países ricos y vulnerables

"En la mayoría de países del hemisferio norte ya vemos la huella del cambio climático y los impactos son cada vez más claros", incluso "en países ricos que antes no se consideraban tan vulnerables a esta crisis", dice Van Aalst. La sequía "redujo la energía hidroeléctrica en toda Europa, pero también afectó a la producción de energía nuclear, que necesita agua para los sistemas de refrigeración", explica el experto. Los ríos bajaban casi secos en un momento en el que "el continente necesitaba más energía hidroeléctrica que nunca, tanto para hacer frente al aumento de la demanda eléctrica por la ola de calor como por la subida de precios de la energía a consecuencia de la guerra de Ucrania". El sector agrícola, además, ha sufrido el efecto combinado de la sequía y el aumento de precios de los fertilizantes.

Van Aalst hace un llamamiento especialmente a los gobiernos europeos para que, además de recortar emisiones, tomen inmediatamente medidas de adaptación y "resiliencia" ante la emergencia climática. Unas medidas que tienen que servir para preparar a los países y sus infraestructuras "para futuras sequías y al mismo tiempo para futuras inundaciones", puesto que "concentrarse solo en una de las dos cosas puede dejar el país muy vulnerable a la otra". Tener las reservas de agua al máximo para prevenir sequías puede acabar en un desbordamiento fatal si llega una tormenta de lluvia extrema, por ejemplo.

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