Israel se impacienta pero no rompe con Netanyahu

El primer ministro aguanta la presión política y social para definir un plan en Gaza y Líbano con el apoyo de una opinión pública todavía alineada con su gestión general de la guerra

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Carteles y recuerdos de los rehenes secuestrados durante el ataque de Hamás del 7 de octubre en Tel Aviv.

El CairoUna semana después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunciara la última propuesta de acuerdo de alto el fuego y de intercambio de cautivos en Gaza, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, sigue jugando a despistar con sus intenciones y mantiene a la nación con el alma en el corazón a pesar de la creciente presión doméstica para que encuentre una vía de escapada.

Netanyahu ha demostrado que no tiene prisa y quiere tener todas las cartas en la mano. Y todo indica que, para sus intereses políticos, el paso del tiempo le ha ido a favor y se han reducido los incentivos para cambiar de rumbo. En una semana reivindicó la propuesta anunciada por Biden y afirmó que no implica el fin de la guerra, en declaraciones contradictorias que se interpretan como intentos de forzar la negativa de Hamás y de mantener los difíciles equilibrios políticos internos.

Dejar todas las puertas abiertas y amenazar con un conflicto a gran escala con Hezbollah en Líbano ha retenido en una posición comprometida sobre todo a los miembros del partido opositor de Benny Gantz y Gadi Eisenkot, que forman parte del gabinete de guerra y habían fijado este sábado como la fecha límite para abandonarlo si Netanyahu no definía objetivos estratégicos en Gaza y en el norte. El primer ministro les ha ignorado y ahora se arriesga a quedarse más solo y más aislado, pero su gobierno no está de inmediato en peligro y él mantiene margen de maniobra.

El sector más ultra del ejecutivo sigue amenazando con disolverlo incluso si se aprueba la propuesta de acuerdo definida por Israel, mientras que el líder opositor Yair Lapid se ha ofrecido repetidamente a sostener el gobierno a corto plazo si hay un acuerdo de tregua. Los dos partidos ultraortodoxos del gabinete, pendientes de que el Parlamento vote la próxima semana una ley para seguir eximiendo sus bases del servicio militar obligatorio, han expresado apoyo por el pacto.

Sin embargo, la parsimonia de Netanyahu choca con la urgencia de las familias de los rehenes, que ven con frustración cómo sus tácticas dilatorias ponen en peligro a sus seres queridos. El lunes fue el último ejemplo: el ejército de Israel anunció la muerte de cuatro rehenes, probablemente abatidos por fuego israelí, que creía que seguían vivos. Ahora se cree que quedan unos 80 rehenes en vida en Gaza, además de los 43 que han sido declarados fallecidos.

“Para [las familias] de los rehenes nada puede aumentar la prisa, porque vivimos en un estado de urgencia desde el 8 de octubre. [Pero las noticias del lunes] subrayan el hecho de que, con el tiempo, cada vez más rehenes podrán devolver sólo en bolsas para cadáveres mientras las opciones de sobrevivir de los demás disminuyen”, lamenta Daniel Shek, ex embajador israelí en Francia y jefe de diplomacia del foro de familias de rehenes y desaparecidos.

La indefinición de Netanyahu también se cree que está desgastando a las fuerzas de reservistas del país, sobre las que recae buena parte del esfuerzo bélico. Desde octubre, los miembros de estas filas pueden ser convocados en cualquier momento, lo que mantiene su vida en vilo. Por ahora no ha habido negativas amplias a presentarse al servicio, pero se teme que puedan producirse con el tiempo. Las protestas en favor de un acuerdo también han aumentado recientemente, y algunos anticipan que podría haber más en las próximas semanas.

Amplio apoyo a la guerra

Sin embargo, Netanyahu también tiene motivos para mantener su apuesta actual. Los medios israelíes siempre aseguraron que el primer ministro está obsesionado con las encuestas, y los sondeos no le dejan necesariamente en mala posición. Si hoy se celebraran elecciones, su partido, el Likud, las perdería, pero por un margen cada vez más estrecho y sin que a la oposición le salgan necesariamente los números para formar un gobierno alternativo.

Además, casi el 75% de los israelíes consideran que hasta ahora la ofensiva en Gaza o bien ha sido más o menos correcta o no ha ido lo suficientemente lejos, y el porcentaje sube hasta el 94% entre quienes tienen una buena opinión de Netanyahu, según una encuesta realizada entre marzo y abril y publicada la semana pasada por Pew Research Center.

"La gran mayoría de israelíes judíos no están en desacuerdo con Netanyahu", señala el comentarista y analista político israelí Ori Goldberg. "Y las alternativas son personas como Benny Gantz, que básicamente apoya la guerra y no ha salido a la contra de Netanyahu con una alternativa, así que ¿por qué los israelíes deberían votar imitaciones?", apunta.

El sondeo anterior revela también que el 58% de los israelíes tienen una imagen negativa del primer ministro. Pero entre los israelíes judíos, este porcentaje cae diez puntos y cerca del 70% de quienes se consideran de derechas tienen una opinión favorable. Asimismo, el 95% de sus partidarios sigue confiando en el éxito final del asalto contra Gaza, y en torno al 75% de los israelíes judíos creen que Israel conseguirá sus objetivos en la Franja.

"Hay muchos israelíes que están muy cansados, hay una fatiga real en cuanto a la guerra, pero también es como si ocurriera en un universo paralelo", asegura Goldberg. Y añade: "La mayoría de los israelíes que experimentan fatiga se describirían como críticos de Netanyahu, pero cuando se trata de la guerra están dispuestos a aceptar su autoridad".

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