Las nuevas comedias españolas sobre la monarquía: ¿irreverentes o cortesanas?
'La vida breve' y 'Su majestad' coinciden en legitimar a los Borbones a través de un humor en apariencia satírico

'La vida breve' y 'Su majestad'
- 'La vida breve'
- Cristobal Garrido y Adolfo Valor para Movistar+. En emisión en Movistar+
- 'Su majestad'
- Borja Cobeaga y Diego de San José para Prime Video. En emisión a Prime Video (disponible en VOSC y doblada al catalán)
Al inicio del primer episodio de La vida breve, ambientado en la España de 1724, vemos como unos agricultores humildes entregan una de sus cerdas a unos enviados de Felipe V. El hijo le pregunta al padre por qué motivo les da el animal. El hombre responde que "gracias al rey, tenemos todo esto". El catacraco de la casa tronada que se desmonta tras él remacha con ironía la afirmación. La vida breve es una producción de Movistar+ que quiere acercarse a un período de la historia con una perspectiva, se supone, irreverente. Nos adentramos en la corte española del siglo XVIII, en un momento insólito: cuando, diez años después del fin de la Guerra de Sucesión, Felipe V (Javier Gutiérrez) abdica en favor de su hijo Luis (Carlos Scholz), de tan sólo dieciséis años. Sin embargo, el joven Borbón acaba muriendo de manera inesperada a los siete meses de subir al trono. De ahí el título de una serie que remite tanto a Monty Python como a la María Antonieta de Sofía Coppola a la hora de retratar las bambalinas de las monarquías sin renunciar al prestigio de las recreaciones de época.
Felipe V se nos presenta como un hombre descomido que ya no tiene ánimo de ejercer su función, y que sólo mantiene vivas las ganas de practicar sexo. El hijo del reinado efímero se describe como un joven inocente al que necesita iniciación incluso para consumar el matrimonio con su aún más joven esposa, Lluïsa d'Orleans (Alicia Armenteros). Esta visión queda lejos de lo que la historia cuenta sobre Luis I, del que corría la berrea que era "fogoso como su madre, lascivo como su padre, caliente como su madrastra y masturbador como su pederastaEn la serie, como recomendaba Franco, no se entra en política. La dimensión moral de los personajes es causada por sus comportamientos personales y familiares, y no por sus decisiones de gobierno. Y así se legitima al joven monarca como una víctima de unos padres incapaces de amarle y de otorgarle la confianza necesaria para que ejerza plenamente como soberano.
En Su majestad también se legitima la monarquía a partir de la confrontación generacional. En la serie de Borja Cobeaga y Diego San José, Pilar (Anna Castillo), una princesa con fama de gamberro, llega al poder cuando su padre Alfonso XIV (Pablo Derqui) debe dar un paso al lado por un escándalo. Pese al ingenioso arranque en una final de la Copa del Rey de fútbol entre Barça y Girona, la serie renuncia a satirizar a fondo estos trasuntos de los Borbones mediante una de las herederas díscolas. Prefiere reseguir el proceso de Pilar para convertirse en una candidata como es debido a reina de España, con la ayuda del secretario de la Casa Real, el muy devoto de la causa monárquica Guillermo (Ernesto Alterio).
Incluso en los episodios en los que se arriesgan un poco a remover las miserias del estado, como el del encuentro con los jueces de la Audiencia Nacional, los guionistas sacuden más la magistratura que la monarquía. Lejos de hacer burla del comportamiento elitista y aprovechado de la princesa, Su majestad acaba celebrando a la representante más joven de la monarquía, una chica mucho más positiva de lo que podría parecer a primera vista, en contraste con su padre, la figura corrupto y cínica que ya no sirve en el país. Si en el díptico deOcho cogidos, Cobeaga y San José ponían la comedia de conflictos culturales al servicio de celebrar la unidad de España, en Su majestad van un paso más allá en la práctica de una comedia de nacionalismo banal, centrada esta vez en reivindicar la figura de la joven monarca que, por España, sabe distanciarse de los excesos de su progenitor.