Michelle Williams quiere buen sexo antes de morir
La actriz protagoniza 'Dying for sex', en la que da vida a una enferma terminal que emprende una aventura para cumplir con sus deseos más íntimos


BarcelonaEn la miniserie Dying for sex (Disney+), Molly recibe la devastadora noticia de que su cáncer ha vuelto y que tiene metástasis en los huesos. Pero ella sólo puede pensar en sus ganas de mantener relaciones sexuales con alguien. Pasada la frontera de los 40 años y con una relación estable desde hace 15 años, su vida es un desierto en lo que respecta al sexo. Ante la evidencia de que la muerte se acerca –sólo un 30% de las pacientes sobreviven cinco años–, decide abandonar al marido y quitar el polvo a sus deseos más íntimos, que han quedado amortiguados por la dinámica de paciente y cuidador que se ha establecido en su matrimonio. Michelle Williams, nominada cinco veces al Oscar, da vida a la protagonista de esta miniserie que estará disponible a partir del viernes.
Dying for sex adapta la historia real de Molly Kochan, que compartió sus escapadas sexuales en un podcast que vio la luz después de su muerte. En ese proyecto de audio, Kochan era entrevistada por su mejor amiga, Nikki Boyer, que en la serie es interpretada por Jenny Slate. En el podcast, la pareja de amigas discutían y comentaban las casi 200 aventuras sexuales de Kochan, que mediante la exploración de su deseo sexual logró sentirse viva de nuevo. En la ficción, la odisea de Molly comienza apuntándose a una aplicación de citas y recibiendo un alud de fotopene que es muy bienvenida.
Aparte de Williams y Slate, Dying for sex cuenta con un reparto que incluye a Sissy Spacek, en el papel de la madre de la protagonista, Jay Duplass, que interpreta al exmarido, y Robert Delaney, en el papel de una de las aventuras de Molly.
Autoestima
Williams, ganadora de un Emmy por la miniserie Fosse/Verdon (Disney+), comenzó las conversaciones para protagonizar Dying for sex hace cuatro años, pero en medio se quedó embarazada y resultaba imposible que interpretara las muchas escenas sexuales de la ficción en ese estado. Cuando su hijo tenía un año, la actriz llamó a su agente para preguntarle qué había sucedido con esa serie. Cuando descubrió que no se había materializado, tuvo claro que ella debía ser su actriz principal. "Molly es una persona que quiere experimentar cada sensación, cada placer disponible, lo máximo de todo como una especie de contrapeso en su vida médica, en la que se le hacen cosas y todo es procedimental y es incómodo", explica Williams en una entrevista en Vanity Fair.
La actriz recuerda que Molly real encontró la manera de disfrutar de su cuerpo incluso en la etapa final de su vida. "Le encantaba vestirse con lencería bonita y hacía esas fotos realmente preciosas de sí misma en las que disimulaba de forma creativa las cicatrices de las operaciones o donde estaba su catéter de quimioterapia. Encontró las maneras de seguir amándose a sí misma", señala.
Williams explica que la preparación de la serie le ha permitido aprender sobre el sexo y reflexionar sobre el concepto de deseo. "Pienso que el sexo es un derecho de nacimiento. Nuestros cuerpos están diseñados para el placer. No somos robots", remata la actriz. En Dying for sex, Williams ha trabajado por primera vez con un coordinador de intimidad, una figura que ha defendido enconadamente en diferentes entrevistas a pesar de que hay compañeros de profesión que la consideran superflua o, incluso, intrusiva.