El análisis de Antoni Bassas: 'El fascismo de prohibir una palabra'

La definición de exilio en el diccionario del Institut d'Estudis Catalans dice: "Expatriación, voluntaria o forzosa, especialmente por motivos políticos". Dos: prohibir una palabra ataca la libertad de expresión y de información

A 24 días de las elecciones, la rivalidad entre Esquerra y Junts se expresa en forma de pequeños golpes de efecto. Como éste:

Una conferencia de ayer del presidente Aragonés fue presentada por Andreu Mas-Colell, exconsejero de Pujol y de Mas. Mas-Colell dijo de Aragonès que "es bueno que hoy la Generalitat esté liderada con un talante como el suyo" y rechazó caminos que "permiten disfrutar de paisajes espléndidos, pero que terminan en desánimos colectivos, potencialmente letales; lo sabemos, lo hemos vivido”, en referencia al Proceso.

Pues bien, esta mañana Junts ha informado que 250 personas han firmado un manifiesto de apoyo a Puigdemont, entre ellas Valtònyc, Lluís Marco, Juan Luis Bozzo, Lloll Bertran, Ada Parellada, Eudald Carbonell, Salvador Cardús, Pilarín Bayés, Edmon Colomer, Salvador Brotons, Carlos Porta, Jaume Sobrequés o Àngel Colom.

Esquerra juega la carta de la previsibilidad, el principio de realidad y la acumulación de fuerzas; Juntos hace bandera de la resistencia de su candidato a dejar que el presidente de la Generalitat fuera encarcelado en España. De fondo, la pregunta para una campaña en un país tan cargado de problemas es cuál de los dos caminos para la soberanía es más útil para solucionar problemas como éste:

El cambio climático empobrecerá a España un 18% hasta el 2050. Lo dice un estudio de Nature. Francia un 13%; Italia un 15%. Nota que debería impulsar a los gobiernos a la acción: los daños que se esperan son seis veces superiores a los costes para reducir el calentamiento global.

Y un último comentario. La Junta Electoral de Barcelona ha prohibido que TV3 y Catalunya Ràdio puedan utilizar la palabra exilio en referencia a los independentistas encausados ​​por la justicia que han abandonado el país.

No es la primera vez que ocurre. La Junta Electoral ya había prohibido expresiones como presos políticos, consejeros encarcelados o presidente Puigdemont en período electoral.

Estas prohibiciones son propias de una dictadura. Básicamente porque Puigdemont o Rovira son exiliados. La definición de exilio en el diccionario del Institut d'Estudis Catalans dice: "Expatriación, voluntaria o forzosa, especialmente por motivos políticos". Dos: porque prohibir una palabra ataca la libertad de expresión y de información. 

Que la Junta prohíba una palabra a petición de Ciutadans dice mucho de la mentalidad autoritaria de ambos. Es exactamente lo de Ovidi Montllor: "Hay gente a la que no le gusta que se hable, se escriba o se piense en catalán. Es la misma gente a la que no le gusta que se hable, se escriba o se piense ". Y esto ocurre, precisamente, justo cuando hay más personas que se han exiliado u otras que temen ser encarceladas bajo la acusación de terrorismo por Tsunami. Prohibir una palabra es fascismo, es Orwell, es instalarse en la España de Franco. 

Buenos días.

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