Salud

“Me asusté mucho y me lo llevé a urgencias”: por qué crecen las alergias alimentarias?

Se prevé que en los próximos años hasta un 50% de la población tenga algún tipo de alergia, favorecida también por el cambio climático y la contaminación

El  Anna y su hijo Aleix
Salud
08/02/2025
6 min
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Barcelona“La percepción que hay cada vez más niños con alergias alimentarias es real. En los últimos años se ha detectado un aumento del 30% y al menos un 20% de la población infantil presenta síntomas potencialmente relacionados con problemas alérgicos”, indica Luis Felipe Thorndike, pediatra al·lergòleg del Hospital de la Santa Cruz y Santo Pau de Barcelona. Uno de sus pacientes es el Aleix, de tres años. Cuando tenía diez meses le detectaron alergia al huevo y después, con las pruebas pertinentes, a los frutos secos. “Tenía diez meses cuando introdujimos el huevo en su alimentación, pero le empezaron a salir habas por todo el cuerpo. Trucamos al médico, porque en aquel momento de pandemia no podíamos ir a la consulta, y me dijo que creía que era una reacción alérgica y que le diera un antihistamínico. Se va medio dormir pero después empezó a vomitar. Me asusté mucho y me lo llevé a urgencias”, recuerda Anna Morejón, madre de la Aleix. Después de este episodio fueron al hospital, donde le hicieron el test de Prick, que consiste en unas punzadas al brazo con los extractos de los alérgenos, y una analítica. Los resultados confirmaron que tenía alergia a los huevos y, además, a los frutos secos. “Entonces supimos que la reacción que habría tenido en caso de comer frutos secos habría sido más grave que con el huevo”.

“Durante los primeros meses de vida las alergias más frecuentes son habitualmente a la leche y el huevo".De hecho, los niños normalmente se sensibilizan después de comer el alimento, pero en situaciones excepcionales "poden fabricar estos anticuerpos intraúter y, por lo tanto, ya nacen con esta alteración”, explica la doctora Sònia Gelis, coordinadora del Comité de Alergia a Alimentos y Látex de la Sociedad Catalana de Alergia de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña. A pesar de que hay alergias a otros alimentos, como por ejemplo a determinadas frutas, al pescado, al marisco o a las legumbres que perduran a lo largo de la vida, gracias a un diagnóstico precoz las relacionadas con la leche (no materna) y los huevos se acostumbran a solucionar antes de que el niño tenga cinco o siete años. “Si sus dietas están exentas de estos alimentos, se acostumbran a resolver. Los anticuerpos desaparecen porque como no hay contacto con el enemigo, el niño deja de fabricarlos y llega un momento en que los valores son tan bajos que desaparecen por si sólo”.

La medicación de rescate

Thorndike advierte que hay que identificar y actuar de manera precoz en caso de reacción alérgica, y saber cuál es la medicación adecuada en cada situación. “Si es una reacción alérgica leve, como por ejemplo una urticària, que puede hacer que se hinchen los ojos o los labios, se puede dar un antihistamínico y esperar que vaya desapareciendo. Pero en el caso de una alergia grave y de una anafilaxis, hay que inyectar adrenalina sin dudar e ir a urgencias”.

Las inyecciones de adrenalina son las compañeras habituales de las personas que tienen alergias. También en el caso de los más pequeños. Cada inyección vale entre 20 y 25 euros por unidad y caduca, aproximadamente, a la cabeza de seis meses. “El mejor que te puede pasar es que la compres y no lo tengas que usar nunca, pero tienes que tener más de una. Al kit de rescate del Aleix siempre hay dos: por si tiene un choque anafilàctic, una inyección falla y no llegamos a tiempo al hospital”, dice Morejón. En la escuela deja dos más: una para la clase y otra para el comedor. “En mi caso, son unos 200 euros el año, pero todo el mundo se lo puede permitir?” El Anna explica que tuvo que hacer una formación a toda su familia sobre como usar una inyección de adrenalina. “El Aleix tiene un altísimo riesgo de choque anafilàctic, sobre todo con las nueces. La adrenalina es lo único que lo puede salvar. Por eso primero tienes que educar sobre esta cuestión a todo el mundo que tenga acceso al niño. También la escuela”.

Morejón reconoce que antes de descubrir la alergia de la Aleix pensaba que tener una alergia alimentaria quería decir tener un poco de dolor de estómago y bastante. “Pues, no. Mi hijo se puede morir de esto. Es importante que todo el mundo sepa que estamos hablando de una enfermedad grave”. Por este motivo, cuando el Aleix pasó de la escuela cuna al centro donde estudia Y3 quiso sensibilizar todo el mundo de su situación. “Desde la misma escuela me sugirieron que una persona del centro de atención primaria más cercano fuera a hacerlos una formación, pero no sólo a los maestros del Aleix, sino a todo el claustro y al equipo del comedor. Como madre me quedé más tranquila, a pesar de que no tienes la seguridad de nada”, explica. De todos modos, reconoce que está muy agradecida al profesorado y al equipo de comedor de la escuela de su hijo. “Son conscientes de la situación, están sensibilizados, tienen en cuenta el problema con la gravedad que tiene y lo trabajan en el ámbito educativo con el resto de niños de la escuela. Al fin y al cabo, es una herramienta de inclusión porque se trata de una persona que tiene una diversidad”.

Anna Morejón, madre de Aleix, quien tiene alergia a los frutos secos y el huevo

Sensibilización escolar

Maribel Queralt es directora de la escuela Las Ferreries de Palafolls. También constata este aumento de alergias alimentarias entre el alumnado y explica que, desde el centro, se intenta gestionar de la mejor manera posible. “Nosotros compartimos un documento en que los padres hacen constar las alergias que tienen sus hijos. Entonces, por el reglamento del departamento de Educación tienen que llenar unos formularios que traemos a pediatría y de los cuales nos quedamos una copia porque cada persona que entre en el aula sepa qué le pasa a cada alumno”. Además, también tienen en cuenta cada situación en casos como los talleres manipulativos, que acostumbran a hacer los más pequeños. La Maribel, que también es maestra a I5, explica que cuando hacen talleres con diferentes elementos o elaboran recetas, como por ejemplo panellets o mones, lo hacen con ingredientes que no supongan ningún peligro para ningún alumno. “Hagamos panellets sin gluten para todo el mundo y ponemos el chocolate de las mones porque todo el mundo pueda comer, tengan intolerancias o no”. Y confirma que los primeros concienciados en este aspecto son los mismos niños, por muy pequeños que sean.

En el caso de los niños que se quedan al comedor, hacen el mismo. Queralt considera que ver que los compañeros comen algo que tú no puedes tiene que ser mucho llevar. El día que hacen pizza, dice, elaboran la base con coliflor o berenjena, por ejemplo, porque todos puedan comer. “Todos los niños tienen los mismos derechos. A veces quizás cuesta, pero del mismo modo que nos estamos acostumbrando a muchas cosas nuevas de la sociedad, en el tema de la comida también nos tenemos que acostumbrar”, razona.

Qué diferencia hay entre una intolerancia y una alergia alimentaria?

Según determina el departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, la alergia alimentaria es una respuesta inmunológica exagerada del organismo que se produce en personas hipersensibles a consecuencia de la ingestión, la inhalación o el contacto con un alimento determinado o sus derivados, o con un aditivo contenido en este alimento. Por el contrario, una intolerancia alimentaria, a pesar de que puede producir en algunos casos una sintomatología similar a la de la alergia, no desencadena reacciones del sistema inmunitario o de defensa. Además, como sus síntomas suelen ser moderados, a veces es más complicada de detectar.

Sònia Gelis coincide en este tema, puesto que cree que divulgar y normalizar la problemática de las alergias alimentarias tendría que ser una cuestión primordial, como también lo tendría que ser la de poner a disposición de todo el mundo las inyecciones de adrenalina como ya se hace con los desfibriladores: “También salvan vidas”. Además, subraya que la gravedad de las alergias ha incrementado mucho durante la última década y que hay niños que tienen además de un alimento. “Acabamos teniendo el que yo denomino niños bombea, y evitar totalmente los riesgos en estos niños es extraordinariamente difícil”.

Pero, a que se debe de la aparición de estas alergias? Hieles y Thorndike coinciden a decir que hay algún componente genético, pero también tienen que ver los cambios que comporta la vida ciudadana en comparación con la vida rural, donde no se detectan tantos casos de alergias, y el exceso de higiene adoptado en los últimos años. El Grupo de Trabajo de Alergia de la Sociedad Catalana de Pediatría y la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Al·lergologia y Asma Pediàtrica recomiendan una introducción precoz de los alimentos potencialmente alérgicos entre los 4 y los 6 meses de edad, según la maduración de los niños. “Hemos visto que hay un periodo ventana, que situamos aproximadamente en los 6 meses, que es cuando el bebé más alimentos tolerará sin capacidad de generar una respuesta inmunológica. Entonces el que hagamos, en cuanto a la dieta, es intentar introducir todos los alimentos cuanto antes mejor”, recalca Sònia Gelis. “Además, es importante dar presas frecuentes un golpe iniciada la ingesta de un alimento nuevo a la dieta, no sólo en presas ocasionales", explica Thorndike. También revela que hay la previsión que, a lo largo de los próximos años, hasta un 50% de la población tenga algún tipo de alergia, favorecida también por el cambio climático y la contaminación.

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