El calentamiento global ya está aquí: ¿qué hacemos para paliarlo?

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La borrasca Gloria en Barcelona

Hasta ahora todavía había quien tenía dudas sobre si el calentamiento global era producto del hombre o un fenómeno cíclico de la propia naturaleza. Ahora ya no hay dudas. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC en inglés), el principal grupo de trabajo sobre el tema, en el que han participado 234 autores de 66 países y que cuenta con el cobijo de la ONU, acaba de hacer público un informe demoledor que sin duda marcará un antes y un después. Lo que dice el informe, muy extenso y que requerirá tiempo para extraer todas las consecuencias, es básicamente que ya ha quedado demostrado que la crisis climática la ha provocado la actividad humana y que a estas alturas ya estamos sufriendo directamente algunos de sus peores efectos, como por ejemplo la subida del nivel del mar, que serán irreversibles durante siglos "o milenios". Hemos llegado tan tarde, a pesar de estar avisados, que los expertos consideran que ya es inevitable que la temperatura media suba 1,5 grados en 2040: solo si ahora mismo se empiezan a tomar medidas drásticas de reducción de emisiones de CO2, y se ponen todos los recursos disponibles para captar también de la atmósfera, se podrá conseguir que a finales de siglo se vuelva a bajar la temperatura para dejarla en 1,4 grados de subida. Teniendo en cuenta que el aumento actual es de 1,1 grados y que ya estamos viendo algunos de los efectos dramáticos en forma de incendios, sequías o inundaciones, el panorama con el que tendremos que convivir no es muy alentador.

El informe habla también de los peores escenarios si no hacemos nada, pero quizás con lo que ya tenemos encima basta para empezar a hablar de qué medidas hay que tomar sin demora. Quizás nos estamos equivocando de debates y lo que tendríamos que discutir no es si se necesita una inversión para ampliar El Prat, sino cómo desviamos el tren que circula por la costa y cómo protegemos las numerosas poblaciones e infraestructuras que, sin ningún tipo de duda –ahora ya lo sabemos– dentro de pocas décadas estarán expuestas a temporales extremos. Hay cambios necesarios que, a pesar de ser urgentes, sabemos que necesitan mucho tiempo de planificación y de ejecución. La oportunidad que dan ahora los fondos europeos, pensados precisamente en clave de sostenibilidad, tendrían que ser el empujón para imaginar toda una serie de actuaciones ambiciosas que ayuden a revertir y proteger a la población y el territorio de lo que se nos puede caer encima.

Se habla mucho de las medidas para reducir las emisiones, casi todas enfocadas a prohibir o multar a los agentes emisores, sean vehículos, industrias o ciudadanos, pero al mismo tiempo que se tiene que intensificar al máximo esta estrategia haría falta también empezar a poner en marcha otras para paliar lo que ya tenemos aquí. La experiencia de la pandemia nos tendría que servir para, al menos, dos cosas. Uno: para entender que la inversión preventiva es fundamental –posiblemente muchas muertes se habrían podido evitar en la primera oleada si el sistema de salud hubiera sido más robusto–. Y dos: los científicos saben lo que dicen y solo hemos podido empezar a salir adelante gracias a su esfuerzo, tanto de los de la investigación clínica como de los de la farmacéutica.

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